En busca del “mesón de fierro”

Una excursión a los cráteres de Campo del Cielo

19-EL CODICIADO MESON DE FIERRO (IMAGEN DEL LIBRO EL METEORITO DEL CHACO DE ANTENOR ALVAREZ).jpg

El codiciado objeto. Imagen del meteorito de 15 toneladas métricas de peso.

Foto: Archivo de Antenor Álvarez

 

Por Fernando Algaba (*)

Hace miles de años ocurrió una deslumbrante lluvia de meteoritos en una franja que comprende hoy parte de las provincias del Chaco y Santiago del Estero, principalmente de la primera. Los pueblos originarios la denominaron Campo del Cielo. A partir de la conquista española, distintas expediciones incursionaban en el área en busca de oro y plata, cuando todavía no se conocía a ciencia cierta este tipo de fenómenos astronómicos. Había una “piedra” que llamaba la atención por sus dimensiones y composición férrea, su ubicación fue precisada dentro de esta región pero nunca más se la volvió a encontrar, era el “mesón de fierro”.

En las primeras décadas del siglo XX comenzaron a realizarse observaciones en el área de Campo del Cielo, detectándose cráteres y piezas meteóricas. Pero es a partir de los años 60 cuando un grupo de científicos formado por argentinos y norteamericanos comienza a realizar un estudio pormenorizado del lugar, dentro de ellos tres santafesinos de la ciudad de Rafaela colaboraron denodadamente durante muchos años: Blanca María Stoffel, el Ing. Civil Juan Rafael Báscolo (1901-1975) y el Arq. Marcos Aurelio Severín (1924-1973). ¿Cómo fue que este pequeño grupo de rafaelinos formó parte de aquel equipo de científicos?

De acuerdo con información consultada en el Archivo Histórico y Museo Histórico Municipal de Rafaela, a fines de los 50, el Ing. Juan Báscolo, referente de la astronomía local y de Latinoamérica, había iniciado investigaciones en torno al fenómeno meteórico en cuestión. También en este sentido se destaca a Blanca Stoffel por su aporte historiográfico. Ambos, junto al Arq. Marcos Severín, participaron de la Comisión Científica Argentino-Norteamericana al mando de William “Bill” Cassidy, desarrollando campañas de exploración en Campo del Cielo a partir de 1962. También habría formado parte de la misma otro rafaelino, Eduardo Przybyl, según testimonia una nota publicada en la revista El Satélite Nº 62, de agosto de 2007, titulada “El observador del espacio”, donde dice el mismo Przybyl: “Otras de las grandes tareas que realicé formando parte de Amigos de Urania fue una exploración realizada al Chaco, en donde nos embarcamos bajo las órdenes de William Cassidy”.

Amigos de Urania: una institución clave en esta historia

En Rafaela, existió una institución que agrupaba aficionados a la astronomía, se llamó Amigos de Urania (en honor a la musa de la mitología griega), creada el 10 de setiembre de 1956. Con personería jurídica y como miembro de la Liga Latinoamericana de Astronomía, llevó a cabo múltiples actividades, intercambios con centros de astronomía y observatorios de todo el mundo, brindando charlas, promoviendo y divulgando estas ciencias del universo y los fenómenos celestes. Fue su primer presidente el Ing. Báscolo, a quien acompañaba como vice el Arq. Marcos Severín. Ambos ocuparon esos cargos hasta 1973. El interés y vocación por conocer los misterios del universo los llevará a buscar el “mesón de fierro”.

Cementerio de meteoritos

Campo del Cielo es hoy un lugar emblemático de la provincia del Chaco, ubicado en la localidad de Gancedo, denominado “Cementerio de meteoritos”, es único en el mundo por sus distintos tipos de cráteres y la cantidad de estos objetos, aún dispersos, dentro de los cuales hubo uno que generó una leyenda: el “mesón de fierro”, un gigantesco meteorito de muchas toneladas. Dicho objeto despertó en su momento el interés de los conquistadores españoles del siglo XVI. Aunque por entonces se pensaba que podía tratarse de una mina de plata u otro metal precioso, ya que la ciencia recién dio cuenta de los meteoritos a finales del siglo XVIII. Entre los expedicionarios que fueron encomendados en su búsqueda se encuentran los nombres de Hernán Mexía Miraval (1576), Bartolomé Francisco de Maguna (1774), Francisco de Ibarra (1779), Miguel Rubín de Celis (1788), Diego Bravo de Rueda (1803), Fernando Rojas (1804) y otros. Si bien fue localizado por los primeros expedicionarios, hasta Rubín de Celis, luego no fue vuelto a localizarse. Sobre este tema, Blanca Stoffel desarrolló una profunda investigación que fue plasmada en “Huatumpampa o Campo del Cielo: Resumen de antecedentes históricos sobre el aerolito del Chaco y actuación de la Comisión Científica Argentino-Norteamericana (1962-1968)” (publicado en Nuevas Propuestas Nº 23 y Nº 24 revista de la Universidad Católica de Santiago del Estero, Rafaela, junio y diciembre de 1998). En la investigación realizada por Blanca, y según libro de Antenor Álvarez (Buenos Aires, 1926) la leyenda más antigua cuenta de la existencia de un “árbol de fierro, que se iluminaba al salir el sol y sabía emitir sonidos musicales”.

Pero no fue solamente la leyenda sino una realidad concreta la que atrapó a nuestros entusiastas rafaelinos impulsándolos a emprender su búsqueda.

Cuando los planetas se alinearon: El Año Geofísico Internacional (AGI)

Sobre la base de escritos provistos por el Ing. Culzoni al MHMR, surgidos de apuntes del Ing. Báscolo, se establece que fue durante el AGI de 1957 y 1958, en el que 66 países cooperativamente desarrollaron intensas actividades de intercambio e investigación científica (incluido nuestro país) sobre el planeta Tierra, cuando se produjo el siguiente hecho en el que se “alinearon los planetas”. En una reunión general de las naciones intervinientes en la que figuraban como temas “naves espaciales” y “materiales”, entre otros, el representante argentino, un oficial de la marina nacional, planteó la sugerencia de intentar localizar el “mesón de fierro”, objeto metálico llegado de lugar extraterrestre con un peso superior a las 15 toneladas métricas. Se originaron preguntas y se hicieron comentarios tendientes a establecer por qué no intervenía el gobierno argentino, ya que había en el país profesionales habilitados para determinar su búsqueda. Se alegó que no había fondos ni instrumental adecuado y quedó el problema sin solución. En tal circunstancia, la delegación norteamericana tomó la iniciativa de llevar el problema a los Estados Unidos y lanzó la idea en aquel país. No faltó la organización que se prestara a suministrar los fondos que sirvieron para correr con los gastos. Posteriormente, a esta decisión, se llamó a los centros de investigación que desearan tomar la iniciativa, con sus técnicos. La Universidad de Columbia con intervención del Instituto Lamont, tomó a su cargo la iniciativa y designó al Dr. William Cassidy y colaboradores para cumplir con la misión.

En su trabajo de “Huatumpampa o Campo del cielo...”, Blanca Stoffel hace una mención especial del Ing. Báscolo, porque fue a través de él que comenzó a tomar conocimiento de “este raro fenómeno de la naturaleza, durante el Año Geofísico Internacional, oportunidad en la que con alumnos del Colegio Nacional de Rafaela, se pensaba realizar una excursión hasta los cráteres de Campo del cielo”.

¿Cómo encontraron el “mesón de fierro”?

Continuará en la próxima nota.

(*) Lic. en Ciencia Política

[email protected]