editorial

  • Desde la campaña electoral, el gobernador Miguel Lifschitz hizo hincapié en impulsar obras de infraestructura.

El compromiso con la obra pública

La obra pública parece representar uno de los principales desvelos del gobernador Miguel Lifschitz. Al menos, así lo planteó durante la campaña electoral y en cada una de sus actitudes desde que asumiera el cargo hace poco más de un mes.

Apenas se conoció el fallo de la Corte Suprema de Justicia que ordena al gobierno nacional devolver más de 25.000 millones de pesos de fondos injustamente descontados en la coparticipación a Santa Fe, el mandatario aseguró que dichos recursos serán destinados a obras y proyectos de infraestructura.

Hace aproximadamente una semana, desde el Ministerio de Infraestructura y Transporte de la provincia se anunció un plan bacheo que contempla alrededor de 1.000 kilómetros de rutas, con una inversión global de más de 330 millones de pesos.

Y en las últimas horas, Lifschitz y el intendente José Corral recorrieron las obras de construcción del desagüe Larrea, que se inicia en avenida Peñaloza y se desarrolla hacia el oeste por calle Larrea, hasta la intersección con el Camino Viejo a Esperanza. Se espera que la obra beneficie a más de 70 mil vecinos.

Este proyecto se encuentra enmarcado en el Plan Director de Desagües Pluviales de la ciudad de Santa Fe, elaborado a través de un convenio entre la Municipalidad y la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la UNL. Durante la campaña, Lifschitz y Corral firmaron el Acuerdo Capital, en el que el entonces candidato a gobernador se comprometía a impulsar una serie de obras de infraestructura esenciales para esta ciudad.

En este sentido, se acordó priorizar -además del desagüe Larrea- el refuerzo del desagüe Teniente Loza; el desagüe El Sable-Aristóbulo del Valle Peñaloza; desagüe Mariano Comas; desagüe Pedro Díaz Colodrero; desagüe Zavalla y desagüe Gorriti.

Las lluvias extraordinarias de marzo del año pasado dejaron al descubierto la imperiosa necesidad de avanzar con obras en los barrios del norte, luego de que durante las últimas décadas se realizaran fuertes inversiones en materia de prevención de inundaciones en la zona de la costa, en los barrios del sur y del este de Santa Fe.

Otra obra que durante los últimos días mereció particular atención es la ampliación del primer tramo de la Ruta 1. En este sentido, Lifschtiz aseguró que la provincia avanzó en la refinanciación de pagos atrasados a las empresas concesionarias de la obra. Y afirmó que, en cuestión de meses, los trabajos estarán terminados.

El compromiso del nuevo gobernador para impulsar y concluir una serie de obras esenciales para el Gran Santa Fe parece firme. Sin embargo, los vecinos están en todo su derecho de observar con cierto escepticismo estos anuncios, luego de una serie de promesas incumplidas durante los últimos años.

El caso de la Ruta 1 es paradigmático. Un proyecto en el que han tenido algún tipo de participación nada menos que cuatro administraciones provinciales y que, a pesar del paso de los años, continúa sin concluirse. Es verdad que se trata de una obra compleja, en una zona particularmente difícil. Sin embargo, también es cierto que son apenas siete kilómetros de camino, con sus correspondientes sistemas de desagüe.

La concreción en tiempo y forma de todos estos proyectos será esencial. No sólo porque se trata de obras imprescindibles, sino también porque de esa manera se consolidará la credibilidad de un gobierno que recién comienza a dar sus primeros pasos.

Las lluvias extraordinarias de marzo del año pasado dejaron al descubierto la imperiosa necesidad de avanzar con obras en los barrios del norte.