ARTES VISUALES

La aventura de crear

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“Monólogo del oficinista”, de Andrés Dorigo.

Foto: Gentileza Pablo Martínez

 

Domingo Sahda

Ante el imperativo de cerrar su taller, espacio desde el cual el artista plástico Andrés Dorigo lanzó su proclama creativa de singular calidad y coherencia a la sociedad, este real creador santafesino invita a recorrer su exposición de dibujos y pinturas, los que literalmente tapizan los muros de los espacios desde el zócalo hasta el techo.

La proximidad, más precisamente contigüidad, no perturba el lento recorrido de apreciación de cada trabajo a la vista en los cuales la proyección subjetiva y la calidad de ejecución de cada obra es documento evidente del talento de Andrés Dorigo.

Esta “Muestra-Despedida” puede visitarse entre las 19 y las 21 horas de hoy; y luego los miércoles, jueves y viernes de marzo, en el domicilio del Taller, República de Siria 6066, ciudad de Santa Fe.

“...Como en juego de espejos, anverso y reverso de las formas, las imágenes se suceden, se atropellan pugnando por fugar de la tela, del papel, para contaminar a quien absorto las mire, a quien se hunda en el torbellino del magma del color desaforado, de la luz teatralizada con destellos de drama. El adentro y el afuera de las cosas en un mismo plano. La línea meandrosa se endurece como tajo, la huella digital del autor que deviene textura de piel alternativa. No hay distanciamiento entre el autor y la obra; ésta va naciendo al impulso tumultuoso del ansia por decir, por atrapar lo que, fugitivo, va haciendo muecas mientras se deslíe transformándose en “lo otro”.

Por los meandros del desvelamiento de fantasmas internos que se superponen a seres que transitan aquí, delante de los ojos, el creador libera un arco cromático que experimenta los tonos y los matices sin anclarse definitivamente en ningún esquema. Un permanente tránsito de avances y retrocesos, de querer decir y decir a su pesar se va cristalizando en obras cuyo límite es la expresión del valor de la luz, o el restallante contraste del tinte puro en masas cromáticas densas de color. Textura visual que se transforma en táctil por el espesor, fina línea que se resuelve en ancho surco, punto que cristaliza en hueco, límite de la forma cuya recurrencia permanente es el horizonte de la obra adyacente, contrastante.

Crear es en Andrés Dorigo un acto compulsivo de afirmación de identidades. Su aprendizaje no es buscar el secreto del Arte, sino hallar el epicentro del misterio de la vida desde la mordacidad del surco del lápiz, del drama feroz del color que golpea la retina. Barroco hasta la desmesura, es un perplejo ser que busca el porqué de las cosas queriendo apresar constantemente lo inasible, dejando tras de sí una estela que lo define como el creador que es”. (Domingo Sahda, “Creadores Santafesinos”, Santa Fe, abril de 2000).