Se nota la mano del ex presidente y sus delfines

Lo que todos pedían: que Vignatti se involucrara

Colón armó un equipo competitivo, defendió a morir los intereses del club con el famoso tema Conti y ahora sueña con licuar el pasivo para salir del Salvataje. Es el mejor déjà vu.

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Sabe lo que hace. Desde un primer momento y en tiempos de campaña, todos los integrantes de la lista le pidieron a José Vignatti que manejara el fútbol profesional. El ex presidente del ascenso y las Copas tiene un estilo claro de conducción: la negociación por Conti a River fue el caso testigo.

Foto: Pablo Aguirre

 

Darío Pignata

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Nadie duda en el mundo Colón que el hasta hace algunos meses desconocido Marcelo Ferraro —los que fuimos muchos años a la cancha sí lo conocemos y sabemos de su amor por los colores— hoy es presidente de Colón porque fue “en la lista de Vignatti”. Porque en las elecciones sabaleras se presentaron: Hilbert, Magdalena, Abraham y la lista de Vignatti. Es así, no hay por qué negarlo.

¿Qué se le exigía a Vignatti en los últimos tiempos de la vida política de Colón? Que dejara de opinar desde afuera (como si no tuviera recorrido histórico para hacerlo) y que se metiera de vuelta en Colón. ¿Qué hizo esta vez? Se involucró como nunca. “Está más motivado que antes”, dicen los que lo conocen.

Vignatti respaldó está lista en tres columnas: Darrás, Alonso y Fleming, algo así como la vieja guardia. Y luego aceptó la renovación en la figura de Marcelo Ferraro.

Se puso al frente de lo que en la campaña electoral todos llamaron el “Comité de Fútbol”, un nombre de fantasía que generaba fantasía: al fútbol en Colón lo volvía a manejar Vignatti. Como en los tiempos dorados.

Así, codo a codo con Horacio Darrás, fue moldeando este equipo que juega bien a la pelota y que ilusiona. Que Vignatti está de vuelta, no quedan dudas y se nota.

Hay gestiones que trascienden, otras no. Se fijó como objetivo viajar personalmente a Porto Alegre para negociar la deuda del Inter por el pase de Luque. En ese camino, casi al mismo tiempo de sacar los pasajes, no dejó de sorprenderse de que alguien desde adentro demorara la firma para autorizarlo en nombre de Colón a encabezar estas gestiones que podrían devolverle 800.000 dólares a las arcas sabaleras.

Con tantos años en la conducción y después de haber capeado tormentas en alta mar, se supone que Vignatti a esta altura está curado del espanto de los celos de cartel. Le preocupa mucho más la levedad con la que el club sigue subestimando la famosa Causa Lerche.

Vignatti cree que éste es un momento espectacular en todo sentido para Colón. Acaso convencido de esa vieja idea de que “toda crisis no deja de transformarse en una oportunidad”.

El ex presidente que ascendió a Colón y lo llevó a jugar todas las Copas sostiene que con los dos principales acreedores del club se puede arreglar en buenos términos: uno es la Afip y la otra es la AFA (ya mantuvo reuniones en Buenos Aires con gente de calle Viamonte).

Alguna vez Vignatti se cruzó fuerte en Colón con figuras que venían de la política gremial. Eran otros tiempos y otras figuras. No hace falta explicar cómo le fue a Colón en la última era cuando buscó una receta salvadora de la política.

No me animaría a hablar de tormenta en el riñón dirigencial de Colón pero sí de algunas lloviznas fuertes que nadie pronosticaba. Seguramente los más experimentados de esta directiva, que tienen recorrido en gestiones anteriores, deberán aplicar el sentido común.

La gente le venía pidiendo a gritos a Vignatti que se involucrara y lo hizo. Ya no está más afuera, está adentro. Pero, se sabe, no es directivo. Muchas veces, los resultados positivos tapan todo y es mucho más fácil en un club de fútbol limar las diferencias cuando todo son rosas. Casi siempre a este tipo de historias las complican las espinas.