El viernes, en ATE Casa España

Genealogía del pensamiento occidental

Felipe Pigna y Darío Sztajnszrajber presentarán “Historia y política: cinco pensadores en su tiempo”: una charla en la que plantean el contexto y la obra de Platón, San Agustín, René Descartes, Friedrich Nietzsche y Michel Foucault.

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A diferencia de otras presentaciones, Pigna y Sztajnszrajber eligen la mecánica de una charla entre amigos, con el aporte de ambas disciplinas.

Fotos: Gentileza producción

 

Ignacio Andrés Amarillo

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El viernes desde las 21.30, en ATE Casa España (Rivadavia 2871), Felipe Pigna y Darío Sztajnszrajber presentarán “Historia y política: cinco pensadores en su tiempo”. Se trata de una charla que en la que el historiador y el filósofo recorren a través de la metodología del diálogo distintas etapas de la historia del pensamiento occidental, planteando el contexto histórico, social, económico y cultural y las ideas de los filósofos más representativos de la época.

Las entradas se venden en boletería de la sala (miércoles a sábados de 16 a 21), con precios entre los $ 330 y $ 220 (hay descuento para afiliados a ATE).

Recorridos

Antes del desembarco, El Litoral dialogó con Pigna sobre esta presentación y mucho más.

—¿Cómo surgió la idea de esta charla? (que no es la primera que hacen juntos).

—Esto surgió a partir de nuestra amistad, de conocernos; nos parecía que había muchas coincidencias y además las ganas de trabajar estas dos disciplinas juntas, que tienen mucho que ver. Hicimos un primer ensayo en el Konex: dos charlas que anduvieron muy bien, la gente muy contenta y nosotros también. Ahí apareció la posibilidad de presentarnos en el Verano Planeta (los dos somos autores de la editorial): hicimos dos charlas, una en Mar del Plata y otra en Pinamar, ya encarando sobre cinco filósofos que habíamos elegido, hablando yo del contexto histórico y Darío del contenido filosófico de cada uno de estos personajes.

Son Platón, San Agustín... Jesús también, porque cuando vemos San Agustín me encargo de hablar sobre qué tanto sabemos del Jesús histórico. Después pasamos a (René) Descartes, personaje central de la modernidad, con algo que no siempre se tiene tan en cuenta, la impronta de América: como dice Francis Bacon, “todo empieza a entrar en duda a partir de América”, las dimensiones, los planetas, los reyes. Al punto de que Descartes dice: “De lo único que no podemos dudar es de que existimos”.

Después pasamos a (Friedrich) Nietzsche, un filósofo muy interesante, que va un poco a contramano de ese siglo XIX muy volcado hacia lo social: trabajando lo individual de una manera muy contracultural, muy incorrecta; y a la vez muy clásica, porque para hacer una crítica al Occidente parte del pensamiento griego clásico. Terminamos con (Michel) Foucault, personaje clave del pensamiento contemporáneo. Hago un contexto que va desde el nazismo, que le tocó vivir en su adolescencia, con la Francia ocupada, hasta los años ‘60 y ‘70.

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A diferencia de otras presentaciones, Pigna y Sztajnszrajber eligen la mecánica de una charla entre amigos, con el aporte de ambas disciplinas.

Fotos: Gentileza producción

Libro, radio y TV

—¿Cuáles son tus proyectos futuros?

—Tengo un hijo que está saliendo, mi nuevo libro que se llama “Manuel Belgrano: El hombre del Bicentenario”. Sale a mediados de abril, para presentarlo en la Feria del Libro el 30. Es una biografía completa de Belgrano, justifico por qué es para mí el hombre del Bicentenario: ha estado en todos los episodios fundacionales de Argentina. Desde plantear por primera vez una economía política para nuestro país; a participar en las Invasiones Inglesas; activa y protagónicamente en la Revolución de Mayo; de las guerras de Independencia; del Congreso de Tucumán, no como diputado sino como un invitado especial para exponer el proyecto de monarquía incaica. Fue diplomático argentino en Europa, un personaje muy completo, muy poco conocido en su dimensión más amplia.

Fueron dos años de investigación acá y en archivos europeos sumamente interesantes. Es el cuadro mejor formado que tuvo la Revolución, en cuanto a hacer política; lamentablemente frustrado, porque terminó siendo derivado a misiones militares.

—Era uno de los que miraba para adelante, como decíamos antes...

—Sí, a mí me gusta llamarlo “el Beethoven argentino”: el tipo escribía cosas que nadie comprendía en su momento y hoy podemos decir: “qué maravilla”, como con la Quinta Sinfonía, que en su momento fue repudiada por la crítica y el público. Son gente que está un poco más allá.

Después sigo en Radio Nacional, los domingos a las 14, “Historias de nuestra historia”, el programa que vengo haciendo desde hace ocho años; y en Canal 7 estamos pensando en volver con lo que estaba haciendo hasta hace un mes, “Si te he visto no me acuerdo”: un programa que quiero mucho, que pone a vista de la gente el archivo del canal, que es riquísimo. Hay un tema central y, alrededor de eso, lo que pasaba en el contexto nacional, cultural, deportivo, social.

Genealogía del pensamiento occidental

—El temario va desde los padres del pensamiento del Occidente a los pensadores del tiempo de la incerteza. ¿El enfoque es exclusivamente “en su tiempo” como dice el título o se hacen anclajes en el presente?

—Hay anclajes que tienen que ver con facilitar la comprensión. Los dos nos dedicamos a la divulgación y entendemos que es importante hacer accesible esto sin reducir ni simplificar. Dar ejemplos del presente es importante: no meternos con la política del presente, sino con la cotidianeidad. La filosofía se vale mucho de eso, a veces más que la historia, datos que ayudan a entender de qué estamos hablando.

Los otros vínculos preferimos que los haga la gente: no nos interesa bajar línea, sino que (como los dos tenemos mucha experiencia docente, tanto secundaria como universitaria) nos encanta que la idea la complete el otro. Lo que más feliz lo hace a uno cuando da clase: que el otro complete la idea, así no coincida, y quizás mejor.

Occidente en crisis

—Anteriormente, realizaron una charla sobre la identidad nacional. En algún punto, ésta de ahora es sobre la identidad occidental, que hoy parece estar en crisis internas y exteriores.

—No exactamente, pero un poco sí. Sí, con los valores, las creaciones de sentido, los imaginarios sociales, todo lo que se fue dando en Occidente desde los tiempos griegos hasta el presente. Hay un poco de la identidad que está cotidianamente en crisis: nos levantamos y entramos en crisis (risas). Este fenómeno (no me gusta la palabra) de los refugiados: no es sino un hecho provocado por las administraciones de Europa y Occidente; una consecuencia del colonialismo de siglos, que está ocurriendo en una Europa que mira para otro lado y se hace la desentendida de un hecho que provocó. Ésas son crisis identitarias que también se van modificando y ampliando cada día.

—Tenés hechos que van desde la aparición del Isis a las crisis internas de los países occidentales atravesados por el postcolonialismo.

—Sí, fijate que (salvo en algunos diarios más o menos serios europeos) no hay una profundización de qué significa el Isis y de dónde salió, quién lo inventó. O lo que pasó con Al Qaeda, cuánto tuvo que ver Estados Unidos en la invención de esos ejércitos fantasmas que tenían como objetivo combatir al enemigo y terminaron siendo el enemigo más poderoso.

Hay como una cuestión un poco rara de cierta casualidad/causalidad en lo que hace Estados Unidos y “le sale mal”. Con Al Qaeda pasó lo mismo, y esto es lo mismo: con el objetivo de destruir el gobierno sirio, termina siendo la amenaza terrorista más peligrosa para todo Occidente, incluyendo a los Estados Unidos. Igual, seguimos sin saber qué significa todo eso.

Vigencia

—Lo que caracteriza a los grandes pensadores es la capacidad de leer su época y al mismo tiempo adelantarse a ella. ¿Cuánto más actuales son hoy Nietzsche o Foucault?

—Creo que todos, porque si te ponés a pensar en Platón, “La República” tiene una actualidad extraordinaria, “El banquete”, también. Tienen esa genialidad de adelantarse a su tiempo, gente que escribe un poco para adelante. Por eso, fueron incomprendidos y a veces condenados, como fue el caso de Sócrates, que de tan incomprendido terminó siendo condenado por el tribunal a beber la cicuta. Otros no fueron entendidos, u olvidados, o muy cuestionados.

El caso de Nietzsche es muy curioso: la filosofía más moderna, como Michel Onfray o Giorgio Agamben (A Darío y a mí nos encanta, hace un trabajo muy interesante entre filosofía e historia), que están en el candelero últimamente, Nietzsche es una referencia obligada, fundamental. Y ni hablar en el caso de Foucault, que también es un elemento central de este pensamiento.

—En algún punto, podríamos decir que las críticas que Platón le hacía a la democracia hace 2.400 años son las mismas que le podemos hacer ahora.

—Totalmente. Además muy justas, en un punto. Las hacía como un hombre dolido, al que le han matado a su maestro a los 29 años en un acto injusto, ahí empieza su cuestionamiento. A una democracia que era incompleta, mirada desde hoy: no hay que sacarla de contexto, entendiendo que era un gran avance frente a lo que eran las teocracias que estaban dispersas por el mundo. Pero era una democracia muy limitada, donde las mujeres no tenían la más mínima participación, los esclavos estaban excluidos de cualquier tipo de derechos.

Es curioso el caso de Grecia, porque la mujer que está excluida de todo tipo de participación política central en esa sociedad, tiene en la literatura una gran mayoría de personajes protagónicos femeninos: Lisístrata, Antígona. Eso lo digo en la charla porque me parece sumamente interesante, la potencia de esos personajes femeninos griegos que a la vez no se podían expresar políticamente.

Docencia

—Darío y vos deben ser los divulgadores de ciencias sociales más destacados de los últimos años, y han tenido al aula como primer laboratorio. ¿Cuánto crece el interés por disciplinas como la historia o la filosofía cuando se le da otra carnadura?

—Crece mucho, ayuda mucho a que crezca, entendemos que lo que hacemos es una especie de aperitivo: abrirle el apetito a la gente para que salga y lea. El otro día en La Plata fue una locura: fueron 1.100 personas, muchísimos jóvenes, nos quedamos hablando un rato largo con ellos y era una guía de lectura: “¿Qué leo de Nietzsche, qué del otro?”; “Qué interesante San Agustín, nunca se me había ocurrido pensar en él”.

La gente se amiga con disciplinas con las que por ahí no se llevó bien en la secundaria. Los viandantes, como dicen en España, tienen contacto con la filosofía y la historia ahí. Ahora, en la primaria también en algunos casos: mi hija va a un colegio donde tiene filosofía a los seis, siete años. Pero antes en la secundaria parecían unas materias tediosas, que resulta que no son así, sino todo lo contrario: son súper interesantes, útiles (la palabra útil en un sentido distinto al económico).

—¿Cómo es la dinámica de ustedes dos en el escenario?

—Muy simple, muy despojada. Renunciamos explícitamente a todo tipo de escenografía: es una mesa, estamos los dos charlando muy tranquilos, dura casi dos horas la charla y la gente está muy atenta, la pasa bien y se ríe por momentos, hace silencio en otros. Es una charla entre amigos, donde hay tiempos para cada uno y alguna repregunta entre nosotros. Cualquiera diría que es un embole, pero no (risas). Podríamos haberle puesto música, esas otras cosas como lo que hace Darío, que es otra cosa, un espectáculo. Acá el protagonismo lo tienen la palabra y la escucha, que nos parece tan lindo.