Miguel Mateos

Sangre y circuitos

El histórico artista vendrá a presentar su nuevo álbum “ElectroPop” al Centro Cultural Provincial, el próximo viernes. En la previa habló con El Litoral sobre viejas y nuevas canciones.

Sangre y circuitos

Mateos se reencontró con instrumentos electrónicos que no usaba desde hacía tiempo, pero respetando el formato canción.Foto: Gentileza producción

 

Ignacio Andrés Amarillo

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El viernes a las 21.30 se presentará en el Centro Cultural Provincial Paco Urondo (Junín 2457) Miguel Mateos, con su nuevo álbum “ElectroPop”. Con 35 años de carrera, 5 millones de discos vendidos y más de 7.000 shows realizados, el ex Zas vuelve para girar de la mano de estos 13 temas inéditos que componen su 19º larga duración, cuya producción es íntegramente propia en colaboración con su hermano Alejandro.

El precio de de las entradas es el siguiente: plateas bajas: $ 520; plateas altas: $ 470; generales: $ 370. Antes de la venida, El Litoral aprovechó para charlar con el artista sobre pasado y presente.

Elaboración

—¿Cómo fue el proceso de gestación de estas canciones que ahora forman parte de “ElectroPop”?

—Fue un proyecto de prácticamente dos años. Es como una serie que tiene tres temporadas, ésta es la primera, que va a tener 13 episodios. Se llama “ElectroPop” y es obviamente un tributo al género, humildemente desde mi punto de vista. Después se vendrán dos temporadas más si Dios quiere: será lo acústico, folk, y la tercera y última que será la parte más fuerte, más furiosa, más rockera.

“ElectroPop” surge a partir de esta idea de poner en consideración los tres géneros, donde pude reencontrarme con un montón de instrumentos que hacía tiempo que no utilizaba: volver a rodearme de sintetizadores, secuenciadores, loops (tan comunes en los '80, tal vez fuimos de los primeros en usarlos), rescatar cosas que tengo desde los '70. Pero siempre respetando el formato canción, lo que es una canción pop.

Me junté con eso, con mi hermano Alejandro que es coproductor del disco y vinimos trabajando hace un año y pico con eso, grabándolo aquí (en los estudios Igloo) y haciendo grabaciones adicionales en Los Ángeles, donde también se mezcló. La idea es proponer un concepto de pop moderno y actualizado.

—Volviste a Los Ángeles, donde hiciste grandes discos de tu carrera, y tuviste a importantes figuras como sesionistas, productores e ingenieros. ¿Quiénes participaron en esta experiencia?

—Sí, se grabó en nuestro estudio de Buenos Aires, las voces, teclados, baterías. Después fuimos a Los Ángeles, al estudio de Gustavo Borner, que fue el encargado de mezclarlo. Agregamos unas guitarras que puso Michael Thompson, que ya había trabajado conmigo en “Bar Imperio” y tiene nombre rutilante: ha trabajado con Stevie Wonder, ahora con Toto; Leland Sklar, en bajo; ex bajista de James Taylor, de Phil Collins; y John Guillotin, en sintetizadores: un tipo muy capo que me ayudó con la parte de bajos sintetizados.

—¿Cómo eligieron “La ley del pulgar” como corte?

—Lo dejé librado a una decisión de la compañía. Salió como primer corte antes de que saliera el disco; obviamente es un resumen bastante claro de lo que es el disco. Ahora, estamos con “Vive y deja vivir”, que es el que yo hubiera elegido también. Espero que tenga una vida interesante y larga, va a tener un par de cortes más.

—Al autor le gustan todos...

—Seguro. Pero tengo la posibilidad de verlo del punto de vista de la producción, me parece que algunas canciones me gustan más que otras, pero también pasa por el lado difícil que es promocionar un disco: no hay tantos canales como antes, además se agregan las redes. Hay todo un trabajo alternativo que lo he dejado librado a la compañía en este caso.

Sobre las tablas

—Cuando se termina ese trabajo de laboratorio que es el disco, ¿cómo es encarar la gira y prepararse?

—Tengo una banda superlativa, músicos con los que trabajo hace más de 15 años, venimos girando por toda América. Estuvimos dos o tres semanas de ensayo, cada uno con las partes diferentes; arrancamos en Olavarría y Mar del Plata y fue tremendo, es muy intenso el show y las canciones nuevas son un gran impacto. Sónicamente creo que son superlativas, le hemos puesto énfasis en esto y estamos discutiendo cosas de los conciertos como para corregir: indudablemente siguen viviendo.

No me ha resultado difícil porque son todos estupendos músicos: los dos guitarristas, Ariel Pozzo y Roly Ureta, son tremendos, cumplen con la maestría de las guitarras que puso Thompson; Allan Ballan, el bajista, también es estupendo, hizo el trabajo de Leland Sklar. Alejandro con toda la parte percusiva, no hay duda al respecto; y los teclados nos los estamos dividiendo Leo Bernstein y yo. Es muy contundente, van a tener oportunidad de apreciarlo.

—Las canciones mutan cuando uno las va tocando en vivo... De hecho sos uno de los artistas argentinos que más discos en vivo debe tener, arrancando con “Rocas vivas”, uno de los más vendidos del rock nacional. ¿Qué buscás capturar a la hora de hacer un registro así?

—Yo soy un artista del vivo, siempre me he considerado un entertainer, un performer. Me sigue gustando a pesar de los años, han pasado más de 30, sigo disfrutando salir de gira; a esta altura podría estar medio podrido, pero al contrario. Sigo estando en la ruta, es realmente motivante y muy excitante todo lo que sucede.

Soy un artista del vivo y como tal trato de reflejar lo que pasa. Siempre he interactuado mucho con la gente, me he preocupado por hacer participar a la gente, cosa por la cual he sido criticado. Hoy está mejor visto el hecho de que la gente cante y se arme una interacción muy fuerte. Por lo tanto, lo que he tratado de registrar cada vez es esa interacción.

—Tenés varias canciones que son clásicos, que han marcado distintas épocas. ¿Cómo es tocarlas en los shows, que la gente te las pida?

—Yo reniego de mis canciones, por más que pueda haber algunas que toque siempre. He aprendido a quererlas, a considerarlas, sé lo que significan para cada uno que va y paga una entrada para verte: para uno es una cosa, para otro es otra. Pero sé lo que representan en la vida y el corazón de la gente. ¿Cómo puedo yo renegar de esas canciones o estar cansado de tocarlas? Al contrario, me parece que cada vez están más vivas, y lo interesante de este show es ver cómo conviven clásicos de los '80 y '90 con los siete temas que elegimos de “ElectroPop”. Estamos muy felices.

Movidas

—Con el concepto de “rock en tu idioma” fuiste uno de los pioneros de una movida panregional del rock latinoamericano. ¿Cómo ves esa escena hoy?

—No la veo. Por suerte, aquella fue una movida muy fuerte, y hay algunos grupos que han seguido, ayudados por ese gran impulso que se dio en los '80, de la cual formamos parte. Hoy no veo una movida continental como fue aquello, y con la gran fuerza de la Argentina, éramos dos o tres grupos que estábamos en esa movida y fuimos un poco el estandarte.

Hoy, todo está más regionalizado, pero no lo veo como un movimiento. Por suerte, hay artistas de todos los países y todos los calibres: chilenos, mexicanos, argentinos también. Pero no se da esa ola de los '80.

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