editorial

  • El gobierno presentó un proyecto de ley de libre acceso a la información pública.

Señales alentadoras para la libertad de prensa

El Día Mundial de la Libertad de Prensa -que se celebra cada año el 3 de mayo por resolución de Naciones Unidas- encontró a la Argentina inmersa en un contexto de transformaciones.

Hasta hace apenas cuatro meses, las relación entre el gobierno nacional y los medios que no se limitaban a replicar el discurso oficial era realmente tortuosa. Es que, si bien la tensión entre el poder político y la prensa resulta siempre saludable, el kirchnerismo había encontrado en el periodismo un chivo expiatorio responsable de todos los males que aquejaban al país.

Con la asunción de Cambiemos la situación comenzó a revertirse. Tanto es así, que el presidente Mauricio Macri brindó durante su corto período de gobierno varias conferencias de prensa, en las que se mostró dispuesto a responder todo tipo de preguntas. Nada similar había sucedido durante los años kirchneristas.

De todos modos, la Argentina -junto a Bolivia, Costa Rica, Haití y Venezuela- sigue siendo uno de los pocos países latinoamericanos que carecen de leyes nacionales de acceso a la información.

Una ley de estas características no garantiza transparencia y respeto. Ecuador, Nicaragua, Honduras, Barbados y República Dominicana son claros ejemplos en este sentido, ya que se trata de países que sí cuentan con esta normativa pero los gobiernos se niegan a cumplirla.

Sin embargo, la sanción de una ley de libre acceso a la información pública es un paso esencial hacia la apertura y la transparencia pues, de lo contrario, la posibilidad de acceder a los datos estará siempre atada a la buena voluntad del gobernante de turno.

A principios de abril, Mauricio Macri anunció el envío al Congreso Nacional de un proyecto de ley a partir del cual “cualquier persona podrá pedir datos, documentos, registros” de organismos del Estado. Se trata de un paso importante, tendiente a conformar un gobierno abierto y transparente.

La Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) resaltó en su momento la importancia de estos cambios: “La decisión oficial de apostar al diálogo y a la convivencia, y los anuncios de que se buscará garantizar un pluralismo real y la plena libertad de expresión, son aportes significativos para una labor periodística libre”.

Por su parte, el último informe del “Monitoreo de Libertad de Expresión” del Foro de Periodismo Argentino (Fopea), indicó que en 2015 se denunciaron 95 casos de periodistas agredidos. La cifra fue sustancialmente inferior a la registrada apenas un año antes, quizá porque se trató del período en el que sectores del poder político transitaron el último tramo de sus gestiones.

Mientras tanto, la realidad internacional no parece ser demasiado promisoria. Según la organización Freedom House, la libertad de prensa en el mundo cayó en 2015 a su nivel más bajo en 12 años, con preocupantes retrocesos en países como Bangladesh, Egipto, Francia, México, Turquía, Ecuador y Nicaragua.

Un dato revelador es que apenas el 13 % de la población mundial vive en países donde existe verdadera libertad de prensa; mientras que el 41 % tiene acceso a prensa “parcialmente libre” y el 46 % no goza de este derecho.

En definitiva, resulta imprescindible comprender que sin libertad de prensa no hay democracia posible. Los gobernantes están obligados a rendir cuentas de sus actos. Y para esto, resulta imprescindible que la ciudadanía tenga la posibilidad de acceder a la información.

Resulta imprescindible comprender que sin libertad de prensa no hay democracia posible.