Crisis en Brasil

Rousseff, a un paso del “impeachment”

  • La comisión especial del Senado brasileño votó a favor del avance del proceso relacionado con el juicio político. Con 15 votos a favor y 5 en contra, se respaldó el texto presentando por el relator Antonio Anastasia.
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En soledad. Hoy Rousseff aseguró que no renunciará a su mandato, pues hacerlo sería equivalente a “enterrar la prueba viva del golpe”.

Foto: Agencia EFE

 

Redacción El Litoral

Agencias EFE/DPA

La comisión del Senado que delliberó durante la mañana de hoy sobre la posible existencia de base jurídica para la apertura de un juicio contra la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, finalmente arribó a una decisión que comienza a definir el futuro de la mandataria.

La comisión cuenta con 21 miembros de todos los partidos representados en el Senado y a partir de las diez de la mañana comenzó a discutir un informe del instructor del caso, Antonio Anastasia, que recomendaba la instauración del proceso, ya que, en su opinión, se cumplen todos “los requisitos legales”.

Según Anastasia, la denuncia, sustentada en unas maniobras fiscales irregulares en las que el Gobierno incurrió en 2014 y 2015, presenta los requisitos “exigidos por la legislación en vigencia, y especialmente por la Constitución Federal, para ser recibida”.

El instructor dice que su voto “es por la admisión de la denuncia con la consecuente instauración de un proceso de ‘impeachment’, la apertura de un plazo para que la denunciada responda a la acusación y el inicio de la fase de instrucción del proceso” que puede llevar a recortar el mandato de la presidenta.

El resultado de la votación al respecto fue contundente: la comisión especial del Senado brasileño aprobó con 15 votos a favor y cinco en contra el informe de Anastasia.

Ahora, el dictamen pasará a manos del plenario de la Cámara Alta, que será en definitiva quien determine la semana que viene si abre o no un proceso de destitución de la mandataria.

En caso de que la mayoría simple entre los 81 senadores del pleno se incline por instaurar el juicio político, Rousseff será separada del cargo durante los 180 días que puede durar el proceso.

En ese período, sería sustituida por el vicepresidente Michel Temer, con quien está enemistada hace meses y que ya ha comenzado a articular la composición del Gobierno que puede asumir una vez que la mandataria sea notificada oficialmente del inicio del juicio.

“La prueba viva”

Mientras esto ocurría, la presidenta Dilma Rousseff reiteró hoy que no renunciará a su mandato, amenazado por un juicio político con miras a su destitución, pues hacerlo sería equivalente a “enterrar la prueba viva del golpe”.

En un acto en el que se firmaron contratos para la construcción de 25.000 viviendas populares, Rousseff insistió en que el proceso que puede acabar con su mandato tiene como principal objetivo poner fin a los programas sociales desarrollados por su Gobierno.

“En América Latina, cuando no se quería una cierta política, se daba un golpe de Estado”, pero “antes era con las bayonetas y usando a las Fuerzas Armadas”, declaró la mandataria.

Apuntó que “ese proceso fue superado y, ahora, si se oponen a los programas sociales de un Gobierno, si no tienen votos para disputar elecciones directas, se valen del ‘impeachment’”, como se conoce en Brasil el proceso de destitución de un gobernante.

Rousseff sostuvo que “todos los beneficiarios del proceso que pretende usurpar el poder” son “cómplices del golpe”, e incluyó entre ellos al vicepresidente Michel Temer, quien asumiría su lugar en caso de que el Senado decida, la semana próxima, abrir el juicio político.

Incertidumbre en Diputados

Después de que la Corte Suprema de Brasil suspendiera el mandato del presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, se abrió un abanico de incertidumbre respecto al futuro comando de la Cámara Baja y de la línea jerárquica del país.

El político evangélico fue acusado de utilizar su cargo para dificultar el desarrollo de las investigaciones que lo mantienen en la mira de la Justicia por su presunta participación en la trama de corrupción que operó en Petrobras.

Tras su suspensión como diputado y su alejamiento de la presidencia de la Cámara, Cunha fue reemplazado de forma interina por el primer vicepresidente del cuerpo, Waldir Maranhao.

Es en este punto que se abre la primera gran interrogante: ¿Quién y cómo comandará el Parlamento a partir de ahora?

Según la normativa vigente, es el plenario de la Cámara Baja y no el Supremo Tribunal Federal quien tiene la última palabra respecto a la destitución de cualquier legislador, incluso el presidente del cuerpo.

Por eso, la Justicia puede determinar, como lo hizo el jueves por unanimidad, el alejamiento de Cunha por tiempo indeterminado de sus funciones, pero no puede declarar vacante el cargo de presidente.

Esto impide que los diputados puedan realizar nuevas elecciones para elegir un presidente.

Para poder llamar a nuevas elecciones en Diputados se tienen que dar tres situaciones: muerte del titular, renuncia o impugnación de su mandato.

El proceso de impugnación del mandato comienza en la Comisión de Ética del cuerpo, sigue a la comisión de Constitución y Justicia y luego marcha a votación en el plenario.

Actualmente ya existe un proceso abierto en el Consejo de Ética contra Cunha, que fue iniciado en noviembre. Se lo acusa de haber ocultado cuentas bancarias secretas en Suiza, que según la Fiscalía de ese país fueron usadas para depositar dinero desviado de Petrobras.

El proceso no avanzó, y de hecho fue más lento que el que enfrenta la presidenta de la República, Dilma Rousseff -que fue abierto y conducido por Cunha-, porque según analistas Cunha usó su influencia y el dominio que tiene del reglamento interno para aplazarlo innumerables veces.

El Secretario General de la Mesa Directiva de Diputados, Silvio Avelino, admitió en tal sentido que ese trámite puede demorar indefinidamente, y por eso Maranhao podrá ser presidente interino también por un periodo indeterminado.

Existen contradicciones incluso en relación a las prerrogativas que mantendrá Cunha como legislador suspendido. De hecho, no existe acuerdo si quiera sobre si puede o no usar la residencia y el auto oficiales.

A esa incertidumbre interna del Parlamento se suma una mayor, que afecta a la cúpula del Gobierno.

El presidente de la Cámara es el tercero en la línea de sucesión del país, por detrás del presidente de la República, en este caso Rousseff, y su vice, Michel Temer.

Por debajo de Cunha figuran el presidente del Senado, Renan Calheiros, y el presidente de la Suprema Corte, Ricardo Lewandowski.

En caso de prosperar el juicio político contra Rousseff, el panorama se complica mucho más. En circunstancias normales, mientras el vice ocupa la Presidencia en forma interina, el presidente de Diputados lo reemplaza en caso de que se ausente, pero no asume como vicepresidente de la República.

Pero ahora la Cámara Baja estará presidida en forma interina por Maranhao, y queda la duda que quién asumirá la vicepresidencia en caso de que Temer, como presidente interino, tenga que ausentarse.

Uno puede ser el presidente del Senado, Renan Calheiros, cuarto en el línea jerárquica del país.

Por su parte, el vice interino de Diputados, Maranaho, no entraría en esta línea de sucesión, según voceros de la Mesa Directora de Diputados, puesto que ese rol solo puede ser desempeñado por un presidente de Diputados elegido en nuevas elecciones.

El problema, para esto, es que Maranhao no puede convocar nuevas elecciones como presidente interino. Se necesitan, otra vez, las ya citadas circunstancias de muerte, renuncia o destitución del titular para que se realicen esas elecciones.