Charla con Vicente Palermo, presidente del Club Político Argentino

“No somos Carta Abierta de Macri”

El politólogo señaló que tienen autonomía crítica hacia el gobierno de Cambiemos. Luces y sombras de la nueva etapa política argentina.

4-IMG_9264.jpg

Palermo pasó por Santa Fe para disertar en un ciclo que dirige Rogelio Alaniz y que tiene por escenario la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNL. Foto: Pablo Aguirre

 

Mario Cáffaro

[email protected]

Vicente Palermo es politólogo y ensayista argentino, fundador y actual presidente del llamado Club Político Argentino, espacio de pensamiento surgido en junio de 2008 con “un compromiso con lo político, una vocación cívica, unos valores compartidos, una viva estima por las ideas y por el debate público, por el pluralismo y por la diversidad”, como dice en sus primeros párrafos el documento fundacional. Pasó por Santa Fe donde expuso en el ciclo de debate que bajo el título “Pensar en el Estado, problematizar la Nación” dirige Rogelio Alaniz. Fue días atrás en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNL y antes conversó sobre el momento político con El Litoral.

—¿El Club Político Argentino es la Carta Abierta de Mauricio Macri?

—No somos la Carta Abierta de Macri por muchas razones. Nacimos antes que Carta Abierta, y obviamente, antes que Macri llegara al gobierno. La relación que como Club nos planteamos con Macri es de cierta proximidad, cierta amistad crítica. Hemos definido nuestra posición como autonomía crítica y una cierta amistad con el gobierno que no compromete a todos los socios. Hay socios que dicen no sentirse amigo de Cambiemos. El Club tiene pluralidad interna, cosa que Carta Abierta no tenía. No solamente una actitud pluralista sino internamente plural. Carta Abierta no era eso. Carta Abierta fue siempre un grupo de choque del kirchnerismo; intelectuales, pero intelectuales militantes, al servicio. Se sentaban alrededor de una mesa y decían que tenían que hacer un nuevo documento de defensa del gobierno. Nosotros no hacemos eso, si emitimos un documento político es un documento discutido; si la consecuencia es que está próximo al gobierno es consecuencia de una deliberación, no tenemos un compromiso. Valoramos la autonomía que tenemos y podemos pensar mejor desde la autonomía y ser francos con el gobierno porque lo apreciamos. Tocqueville decía “porque soy amigo de la democracia, voy a ser franco con ella”, esto es inspirador para nosotros. Somos franco con el gobierno; como Club somos amigos del gobierno, ojalá que no se corte. Queremos que a este gobierno le vaya bien, no queremos erosionar sus bases políticas; creemos que los valores y objetivos que defiende son compartibles y por eso somos amigos, pero no somos intelectuales militantes.

—En esta etapa, parece funcionar la división de poderes con Parlamento que discute y una Justicia que se acordó de hacer justicia.

—Desde luego que sí. Éste es un punto de vista que no le preocupa a la gente pero sí nos tiene que preocupar a los intelectuales, ¿qué pasa con la relación entre los poderes? Efectivamente, tiene que haber negociación porque el formato de distribución de poder que dejaron las elecciones es ése, un gobierno que no tiene mayoría en el Congreso. Algunas cosas las puede hacer unilateralmente, otras las tiene que negociar, buscar apoyo. Al mismo tiempo la oposición está fragmentada y algunos sectores creen que les va bien apoyando pero al mismo tiempo diferenciándose. Es un equilibrio difícil que está haciendo (Sergio) Massa. Están los peronistas más fisiológicos, más interesados en la administración del poder y están los peronistas K. En principio, con los K no se pueden encontrar puntos de contacto porque tienen un interés que es destruir al gobierno. Con los demás, se puede contar con un juego complicado. Es parte del ejercicio de gobierno en circunstancias tan peculiares para la Argentina. Por otra parte, hay un Poder Judicial muy activo. Los peligros están en los excesos, en el exceso del unilateralismo presidencial, en el exceso de oposicionismo de sectores parlamentarios y el exceso de Justicia justiciera. En el caso de la Justicia me parece que está actuando bien.

—De todas maneras, a la mayoría de la población le interesa el bolsillo.

—Lamentablemente, este juego de poder no le interesa a gran parte de la gente. Me parece que falta argumentación. Una de las cosas con las cuales no estoy de acuerdo con el gobierno es en la suficiencia, en el sentido de no explicar nada y creer que los hechos hablan por sí solos. Hay que salir a argumentar, explicar cosas que, para algunos pueden ser obvias, pero no para la gente y que no pasan necesariamente por el bolsillo.

—Se dio un debate público entre sensación de despidos con estadísticas que no decían eso.

—Esta dialéctica está dominada y no habría sido posible si no lo hubiera estado por un relato que se formó diciendo que éste es un gobierno de los ricos y que está haciendo un ajuste brutal distribuyendo riqueza de los pobres hacia los ricos. Este relato del ajuste es dominante y cuando hay un relato que es dominante es muy difícil salirle al cruce. Hablan de despidos pero ¿de qué despidos están hablando? , ¿cuántos lo son en el sector público? Es un error creer que se impone esta versión hasta que los hechos demuestren lo contrario. Hay que argumentar, discutir, salir. Un poco lo que hacía Cristina que tenía sus espadas para el debate político y salían a debatir. Hay que debatir y con nivel y en el gobierno no falta gente capaz de hacerlo. Me parece que no se puede resignar el debate.

—Uno de los cambios más evidentes parece ser la política exterior.

—Comparto la sustancia de la política exterior salvo algunos aspectos. Comparto el cambio de la política exterior, me parece fundamental. Esto es otro tema que habría que hacerlo más fuerte. Habría que discutirlo también públicamente esto de tener una política más sensata, habría que informarlo mejor. Lo que no comparto son obsesiones mías que tienen que ver con el territorialismo argentino, Malvinas, como se anunció la extensión de la plataforma continental, la comisión trabajó muy bien, en silencio, era hora de mostrarlo sin sobreactuaciones, sin exageraciones. Dejando de lado esos temas, no se puede negar que la política exterior adquirió racionalidad y racionalidad no es una mala palabra. Podemos llegar con el tiempo a ser un país confiable, que nos identifiquen, eso es fundamental y tiene un impacto económico, con inversiones. ¿Por qué Brasil sigue siendo el país 1 ó 2 en inversiones extranjeras directas? Una de las razones es que su posición en el mundo está clara, sin barquinazos, sabe dónde está. Es un ejemplo. Son temas que hay que discutir, la calidad de la comprensión de la política por parte de la gente se debe alcanzar pero uno tiene que contribuir a su elevación. Hay que hacer un esfuerzo para que todos sean más capaces de deliberar.

—Es que con mayorías parlamentarias holgadas el Congreso fue una escribanía?

—Si y sin deliberación política. Tuvimos casi 12 años de polarización en los cuales no se podía deliberar nada, se perdían amigos. ¿Con quién delibero? Cuando se produce una polarización, un clivaje, una línea de división tan marcada que parece dividir todo, la deliberación baja drásticamente. La grieta no tiene raíces profundas, la gente no está afectada por la grieta, está afectada por la sensación de que la política le importa un carajo, que es más o menos lo mismo todo y por un cortoplacismo donde quieren todo ya. La grieta ancha tiene que ver con la militancia o las bases culturosas del kirchnerismo o del antikirchnerismo y tienen un peso en la sociedad.

" Los tiempos políticos están marcados por la elección del año que viene, el debate político es fundamental”.

Vicente Palermo