llegan cartas
“Los boliches deben clausurarse”
DR. MARIO A. PILO
DNI. 6.263.421
Si bien pasaron unas semanas, el tema no está agotado, ni mucho menos. Lo sucedido a fines de abril, con los muertos en la fiesta tecnológica de Costa Salguero, otra Cromañón, nos conducen a viejas y nunca resueltas reflexiones: ¿ocio o vida?, ¿droga permitida o bien común?... Desde mis experiencias personales, volcadas en mi gestión pública de concejal, vengo bregando por la clausura de los boliches nocturnos, innegablemente, hoy, escuelas exitosas de la violencia juvenil, la droga irrestricta, el alcohol auspiciado, la trata de personas, la prostitución, ya sea en la famosa “previa”, que ya intoxica, o el “after”, con sus secuelas de muertes, aprensiones, violaciones, etc.
He hecho estudios en los países comunistas y socialistas de Europa, cuando el Socialismo era lo que ideológica y pragmáticamente debía ser, donde nunca existieron los “boliches”, y sí los jóvenes tenían fiestas y bailes, en locales del Estado, con estricta vigilancia estatal, fiestas en las cuales, si se observaba a alguien exaltado, alcoholizado, o en actitud sospechosa, se lo retiraba de inmediato para controles médicos, ya en esa época, la mayoría de los jóvenes se sentía rebelde, pero, en el Capitalismo Occidental, concurrían a las fiestas de la codicia capitalista, a autoinmolarse.
Si hoy, en la Argentina de la violencia incesante, se ha tenido que recurrir a registros de admisión hasta para un espectáculo deportivo como el fútbol, porque se permite el ingreso irrestricto con sólo tener “la edad” de flagelarse, y ni eso, de jóvenes con antecedentes violentos, de degradación, de alcoholismo, etc., ¿por qué la manzana podrida ha de contaminar a todo el cajón, que es donde terminan tantos inocentes débiles de voluntad frente a la astucia de atorrantes?
La igualdad ante la ley -mi permanente norte es para los iguales- no es para los delincuentes, incluidos los que regentean estos “comercios” y demás codicias capitalistas.
Me supieron contestar, con los endebles argumentos de la mediocridad para pensar en soluciones, no sólo en preocupaciones, que igual se iban a hacer fiestas en casas o locales privados no habilitados -como si eso, frente a la conocida corrupción gubernamental fuera alguna garantía- y sin control... no sé dé qué... a la luz de la realidad nacional.
Bien, pero habría un “dueño” de esa casa o local, o un traficante de drogas que tendría que dar sus datos para alquilar y, salvo la locura extrema, no creo que alguien se arriesgue a pasar las de Yabrán, con su vida, aun inservible, en una cárcel, por codicia.
Por lo que estoy seguro de que no hubiésemos tenido las miles de muertes, lesiones, agresiones y, sobre todo, dramas familiares insuperables, si actuáramos con decencia, no con cínica: los boliches deben clausurarse.