Pagar la cuenta

A nivel mundial y doméstico, la semana se sacudió al ritmo de las noticias de la UE, y los casos de corrupción de una economía que no termina de arrancar. ¿Volvemos a ir en contramano?

Federico Aguer

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La salida de Inglaterra de la Unión Europea marca un hito de alcances históricos. Pone en evidencia una hasta ahora imperceptible fragilidad del bloque; anticipa el surgimiento de más movimientos secesionistas; enciende la luz de alerta sobre nuevos liderazgos personalistas; y desata incertidumbre en los mercados, sobre todo el de los commodities. El capitalismo global está en crisis, y se debe un debate urgente ante la incapacidad de resolver algunas cuestiones de fondo. Sobre todo porque los sistemas alternativos demostraron ser aún peores.

En nuestro país, cada día regala un capítulo nuevo del robo que- bajo pomposas consignas- enamoró a muchos entusiastas y nostálgicos de los 70. Las políticas “para todos” nunca fueron gratis: mientras enriquecían a los funcionarios, privaban al país de una educación, salud, seguridad, o rutas de calidad, y de yapa instalaba una división ciudadana inédita en los últimos años.

El indigno éxodo del otrora todopoderoso kirchnerismo por parte de quienes se beneficiaron de una u otra manera del desfalco, obliga a aplicar la remanida consigna de “memoria”, pero sobre todo la de “justicia”. Los tribunales parecen haber salido del sueño cómplice de más de una década, aunque si toda esta movida no se traduce en condenas concretas todo será “papel picado”; sobre todo si la jefe de quienes beben investigar (los fiscales), sigue siendo una militante del gobierno anterior.

Mientras el efecto dominó se acentúa, muchos “sorprendidos” ahora achacan a Cristina todos los males del país. Pero casi la mitad del país votó por la continuidad de ese modelo.

Y quienes optaron por el cambio deben saber que el verdadero cambio empieza por casa, y no esperando que venga otro “salvador de la patria”: la corrupción no es un submundo marginal, está a la vuelta de cada esquina.

Las tan ansiadas inversiones no van a llegar solo por el cambio político. Recién lo harán cuando el país brinde las certezas que tranquilicen a los inversores. Y ante la volatilidad que anticipa el mundo, Argentina puede volver a ser una interesante alternativa. Mientras Europa amenaza con sumergirse en el populismo, Argentina está pagando la cuenta para poder salir.