editorial

  • Por decreto y a sola firma, la Casa Rosada privilegió obras millonarias para Capital Federal y Gran Buenos Aires. Lo hizo relegando al resto del país, escudado en la “necesidad y urgencia” del aumento a los jubilados.

¿Macri gobierna igual que Cristina?

Que todo cambie para que nada cambie. La clásica premisa sirve para poner en marco un análisis sobre el Decreto de Necesidad y Urgencia 797 que la vicepresidenta Gabriela Michetti -en ausencia circunstancial del presidente- y todo el gabinete nacional firmaron el pasado 16 de junio. A sola firma, la Casa Rosada reordenó 100 mil millones de pesos y concentró obras en el distrito más rico del país.

Con esta medida, el Poder Ejecutivo nacional le otorga al jefe de gobierno porteño y a la mandataria de la provincia de Buenos Aires, el privilegio de obras públicas federales sin evaluar criterios de necesidad y oportunidad. Excepto el beneficio para mandatarios del partido de gobierno.

Peor aún, el decreto usa la urgencia de la actualización de haberes jubilatorios para justificar su condición de necesidad y urgencia. Sin ninguna razón conexa, ordena redistribuciones al presupuesto nacional para financiar el soterramiento del Ferrocarril Sarmiento con $ 45 mil millones o dispone $ 12 mil millones para la denominada “red de expresos regionales” que no son más que los ferrocarriles metropolitanos priorizados por el kirchnerismo a despecho de la red nacional, esta vez con una estación especial debajo del obelisco porteño.

La diputada nacional socialista Alicia Ciciliani fue una de las pocas en cuestionar la iniciativa cuando la Casa Rosada envió la norma a la comisión bicameral que debe revisar la decisión. “Es un error este DNU que concentra el 80% de las obras en Capital Federal permitiendo que un sector de la población argentina se pueda dar el lujo de tener una estación central tan importante como la de Nueva York, mientras que en el resto del país no tengamos caminos para sacar la producción láctea o la producción ganadera, ni trenes; tampoco escuelas, ni hospitales ni jardines de infantes”, denunció.

A diferencia de Cristina, Mauricio Macri no dispone de una escribanía en el Congreso Nacional. Pero si la política de Estado se subordina al canje de privilegios, bastarán obras para Tigre y San Luis y se repetirán los desatinos -los votos- que ratifiquen la discrecionalidad del poder de turno en la comisión bicameral que revisa los DNU.

Los diputados nacionales de Cambiemos electos en la provincia tendrán la oportunidad de ofrecer explicaciones a los santafesinos antes de tomar decisiones sobre esta materia. La representación se articula con legitimidad en orden a la pertenencia a un partido político; pero también lo hace en referencia a la jurisdicción y a los derechos de sus habitantes, en un orden republicano.

Si lo único que prevalece es la decisión presidencial y la sumisión al partido de gobierno, entonces Mauricio Macri podrá constituirse en legítimo heredero de la arquitectura política que cimentaron Néstor y elevó Cristina, sobre el terreno de tradiciones poco democráticas de su partido. Y será entonces que habrá cambiado todo, para que nada cambie.

A diferencia de Cristina, Mauricio Macri no dispone de una escribanía en el Congreso. Pero si la política de Estado se subordina al canje de privilegios, bastarán obras para Tigre y San Luis y se repetirán los desatinos.