Eduardo Donza, investigador de la Universidad Católica Argentina

El país está en “una época de cambios y reacomodamientos”

Integra el Observatorio de la Deuda Social. Dice que el 9,3 % de desocupación que informó el Indec coincide -en general- con lo que viene indicando la UCA. Recomienda lineamientos políticos que trasciendan a los gobiernos, y advierte que se requieren señales claras y horizontes previsibles.

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“Que la situación del mercado de trabajo está más compleja que en 2015 es una percepción que tenemos, pero que no se puede medir”, opina el investigador. Foto: Gentileza del entrevistado.

 

Nancy Balza

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En 2002 la Universidad Católica Argentina creó el Observatorio de la Deuda Social y dos años después comenzó a elaborar su propia encuesta que, desde entonces, se convirtió en una fuente confiable y representativa de la situación social, educativa, sanitaria y económica de numerosos hogares del país, sobre todo a partir de la intervención del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Días atrás, el organismo volvió a difundir datos oficiales sobre el desempleo, que ubicó en un 9,3 % para el segundo trimestre del año, un porcentaje similar al que venía midiendo la UCA.

Eduardo Donza, integrante del equipo de investigadores de la universidad, especialista en Trabajo y Desigualdad, dialogó con El Litoral sobre este dato, el contexto en que se inició el Observatorio bajo la dirección del Dr. Agustín Salvia, y las perspectivas a futuro.

“Soy sociólogo, pero también tratamos temas de economía”, admite Donza que integra el Observatorio desde hace 7 años, pero se dedica a estudios similares desde hace 25. “Nuestra encuesta se empezó a hacer en 2004, porque no había estudios oficiales que cubrieran la diversidad de la problemática social en el país. De esta manera, se pueden entrelazar distintos indicadores”.

—Lo que encontramos es que el de la UCA es el único estudio que se tiene como referente en todos estos ámbitos.

—Y además fue continuo en el tiempo y eso le da mucho valor: tenemos datos desde el año 2004. En 2010 se amplió la cantidad de casos para la muestra, de 1.800 a 5.700. Eso nos permite estar hablando en referencia a ciudades de 80 mil habitantes y más de todo el país. En ese sentido se cubre más que la Encuesta Permanente de Hogares que es la encuesta oficial y abarca a ciudades de 100 mil habitantes para arriba. Es importante porque hay problemáticas muy serias y particulares en las urbes más chicas. En 2007, cuando empezó la intervención en el Indec y se conoció la malversación de datos oficiales, que se fue expandiendo a las diferentes áreas y productos de ese organismo, terminamos logrando un reconocimiento social porque muchas veces los datos oficiales no eran válidos, como los de pobreza del 5 %. Y después directamente se dejaron de generar.

—Los datos que dio a conocer el Indec la semana pasada sobre desempleo, ¿coinciden con los que manejan en el Observatorio?

—Coinciden, pero hay que analizar situaciones muy específicas. Veníamos indicando un nivel de desocupación mayor al 9 % en los últimos años, que había mejorado -como todos los indicadores- hacia el año 2009-2010. En ese período se estancan las mejoras. El dato que actualmente presenta el Indec en vías de reconstrucción es cercano al 9 %, un poco mayor. En ese sentido coincide con el nivel de desocupación que estábamos marcando. Ahora, es un interrogante porque marcábamos eso en diciembre del año pasado. Que la situación del mercado de trabajo está más compleja que en 2015 es una percepción que tenemos pero que no se puede medir. Lo que si está clarísimo es que no se puede comparar el dato que presentó el Indec la semana pasada con las mediciones anteriores: no se puede decir que la desocupación pasó del 5 % al 9 %.

—Con la recuperación de los datos oficiales del Indec, ¿se van a seguir elaborando los informes del Observatorio?

—Nuestra encuesta empezó en 2004, tres años antes de la crisis del Indec, y se va a seguir realizando. Lamentablemente tuvimos un papel, en cierto modo no querido, de ser los únicos que generábamos un dato confiable; un rol que tuvimos que asumir con muchos costos. Ese dato del 5 % de desocupación fue el último que apareció en el tercer trimestre del año pasado. El dato del cuarto trimestre nunca se presentó porque las autoridades actuales del Indec prefirieron no analizar nada para atrás, no presentar ningún dato para no validarlo. Entonces, vamos a tener dos trimestres sin datos oficiales porque se tuvieron que reconstruir todos los equipos.

—¿Los argentinos estamos atravesando un período de estancamiento, un retroceso, un avance?

—Es una época de cambios y reacomodamientos. Algunas cosas fueron menos traumáticas de lo que originariamente se pensaba. Por ejemplo lo que se denominó “el sinceramiento” de las variables económicas, el tipo de cambio. Lo que uno puede notar, independientemente de lo que piensa desde el punto de vista teórico, es que cuando las implementaciones políticas o económicas necesitan cada vez más parches estamos transitando hacia un problema. Un parche puede ser momentáneo pero que no solucione una situación y haya que poner otro más, esto nos indica que no se va por un buen camino. Entonces, en primera instancia hay cosas que se fueron haciendo y salieron muy bien, como ir emprolijando algunos temas. Además hay que tener en cuenta que hay decisiones que no dependen de un gobierno sino de decisores económicos. Y hay que transmitir señales claras y horizontes que sean más previsibles. Hay que tener en claro que las inversiones son necesarias pero no suficientes para salir adelante. Tienen que insertarse en el sector productivo, en generar valor agregado, pero que también desarrollen buena mano de obra, en cantidad y calidad importantes, que dejen un valor agregado que se reinvierta en el país. Es el comienzo de un camino que veremos cómo podemos recorrer los argentinos.

CÓMO EXPLICAR LAS CRISIS

  • “Después de 2002 se produjo una recuperación económica muy fuerte hasta 2008-2009, por diferentes razones como la salida del 1 a 1, del encorsetamiento. Se ganó mucha competitividad a nivel de los productos argentinos. En 2002 teníamos más del 50 % de pobreza y 21 % de desocupación. También había lo que algunos denominan viento de cola, que fue el cambio de precios relativos de los productos nacionales, la expansión de la soja -de 150 dólares por tonelada llegó a más de 500- y de las áreas cultivables con las nuevas semillas; y ciertos procesos a nivel mundial que nos ayudaron mucho, como el desarrollo de China y de India. Todo eso confluyó en un agotamiento en los años 2008-2009. Como los principales problemas de nuestro país son cuestiones estructurales y de muy larga data, es difícil salir. Se necesitan políticas de Estado planificadas, consensuadas por el sistema político y los diferentes actores de la producción, del consumo y los gremios. Y, como ocurre en los países centrales, tener políticas de Estado que sean independientes de cualquier gobierno. Hay que darle mucha importancia a las economías regionales, que no queden libradas al tipo de cambio, y proteger a las que hay que proteger pero a partir de un estudio serio para ver dónde se debe invertir y apoyar. En definitiva, se requieren estudios, acordar con muchos actores y políticas a largo plazo. Si no, vamos a seguir con esos ciclos tan cortos.

El dato

CUATRO LÍNEAS

  • El Observatorio de la Deuda Social Argentina, que depende de la Universidad Católica Argentina, elabora informes en cuatro líneas de trabajo: el Barómetro de la Deuda Social Argentina, de la Deuda Social de la Infancia, de la Deuda Social con las Personas Mayores, y del Narcotráfico y las Adicciones en la Argentina.

"El Observatorio se creó en 2002 en el contexto de la crisis, la salida de la convertibilidad y de toda la época neoliberal. En ese momento se hablaba de una deuda externa como mayor preocupación y no de una deuda interna, una deuda social con la población”.

Eduardo Donza

Investigador de la UCA.