Música para descubrir

Viajes, historias, juegos, diversidad sonora. Fusión, rock con influencias de folklore, jazz y música progresiva. En esta entrega, “Paquito, y sus viajes por la tierra y la luna”, y “Espesura”, de Infusión Kamachuí. Apto para todo público, canciones de aquí y de allá, ambientes sonoros, música para disfrutar.

Por Mili López.

“Espesura”.

Infusión Kamachuí

(Espacio Santafesino, 2016)

“El árbol la calle el charco las manos/ lo que sucede no precisa explicaciones/ ¿puedo atravesar el presente/ cuando muestra toda su espesura?”. Esta es la carta de presentación del cuarto disco del grupo integrado por Esteban Lagger en guitarra y coros, Luciano Dato en batería y percusión, Pablo Ferreira en voz y shakers, Iván Wolkovicz en bajo y Carlos Bechi en guitarras y efectos.

“Espesura” es una consolidación de una voz propia del grupo santafesino Infusión Kamachuí. Es una propuesta donde los límites de géneros y estilos se difuman, y ese es el motivo del festejo. Rock con influencias de folklore, jazz y música progresiva son los ingredientes para estos nueve tracks que difieren entre sí, pero a la vez crean unidad.

¿Es una zamba? La percusión marca el patrón de “Cuencas”, el primer corte de este disco, donde el bombo legüero intensifica ese aire de zamba con extensos intermedios entre las estrofas que generan un clima de contemplación. Se sucede, con un lenguaje distinto, “Ramas tocando el río”, una muestra de rock pop, con una línea melódica bien definida y un acompañamiento incisivo en las guitarras y la batería.

Un tema para detenerse en la escucha es “Traducir la luz”, con marcada tinte jazzera, donde el riff de la guitarra en métrica irregular se cuela en las secciones de improvisación. Herencia del blues y los comienzos del rock nacional, aparecen en el inconsciente del oyente Spinetta, Nebbia y por qué no una herencia del mítico Tanguito, quien comenzó con la idea de poner una letra en español y propia a estilos extranjeros.

En este tema desaparece la forma de la canción con los estribillos pegadizos y se impone el relato sonoro, muy propio del rock progresivo de los 70: hay prosa, musicalidad, buen gusto. También remite a Cerati en un sonido de guitarra acústica con acordes bien buscados, no elegidos al azar.

Un punto fuerte son las letras. Paisajismo, expresionismo, impresionismo, intimidad, sobreexposición, todo eso junto! “Bruma” se destaca, hay una capacidad de decir a partir de la metáfora y las imágenes.

El empleo de voces melódicas y guturales es un recurso que se repite en todo el disco, y es más explícito en “Ver”, con amplios espacios instrumentales tejiendo recovecos musicales.

La fotografía y el arte de tapa de Matías Isea también colaboran para introducirnos en la atmósfera. Bienvenido “Espesura”, bienvenida la fusión, bienvenida la música sin concesiones en pos de una voz propia. Un disco para adentrarse en los paisajes sonoros, el desafío es no repetirse.

Escuchar “Traducir la luz”, caminando en contra de la multitud en rush hour.

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“Paquito, y sus viajes por la tierra y la luna”.

Paquito Project

(Colectivo Rodante, Espacio Santafesino, 2014)

“Paquito...” es un disco para niños de 0 a 140 años. En su viaje por Argentina, Uruguay, Brasil, Venezuela y hasta la China, este loro se encuentra con los más increíbles personajes. “Canción para bañar la luna” abre el juego con una versión exquisita de este clásico de María Elena Walsh.

“Espíritu burlón” nos introduce en el maravilloso mundo del uruguayo Eduardo Mateo, con sus estribillos pegadizos, sus textos casi teatrales y sus cambios de tempo. “O Leãozinho”, de Caetano Veloso nos traslada a Brasil y abre una puerta hacia la bossanova con una novedosa incorporación de la marimba no propia del género pero sí elocuente.

El grupo base está conformado por Cintia Bertolino en voz; Franco Bongioanni en voz, guitarra, cuatro y bajo; Oscar Peralta en voz, guitarra y bajo; y Gonzalo Díaz en batería, percusión y coros, a quienes se les suman un seleccionado de músicos invitados que enriquecen la propuesta.

Un aspecto para destacar es la apropiación del lenguaje de cada canción y de su contexto, desde lo musical (ritmos, instrumentos característicos, carácter) hasta la interpretación de la letra (la fonética de cada idioma, el swing y una dosis de actuación de cada personaje).

Los ritmos venezolanos llegan de la mano de Henry Martínez y sus trabalenguas “Los grifiñafitos”. El acordeón de Javier Colli se impone en la música del litoral con “La pelota de cuero”, del cantor chamamecero Mario Millán Medina. Se luce Peralta con su recitado introductorio y su personaje de gaucho correntino. Además de este seleccionado de autores se suman dos temas propios: “El que sabe”, de Oscar Peralta y “Chismeríos”, una canción de cuna de Franco Bongioanni.

Hay una constante que hace a la solidez y expresividad de esta propuesta, el delicado trabajo de los arreglos, que incluye un bello trabajo con las voces, por momentos acompañadas y por otros en contrapunto con los instrumentos.

El lado B es para soñar, allí se suceden las más bellas canciones de cuna. Sobresale “Aurtxo Seaskan”, una composición popular vasca, donde la guitarra es la protagonista que junto a una cadenciosa línea melódica son la combinación perfecta. La frutilla del postre es la versión de “Drume negrita”, de Eliseo Grenet donde la voz de Bertolino nos mece junto a los tambores del Emparche y sus expresivos matices musicales.

El arte de tapa de Jesica Bertolino no es ajeno a este regalo, diferentes texturas a partir telas, espejos, plastilina y un abanico de colores vivos que impactan y describen estos viajes desde la imagen.

“Paquito” es una invitación a expandir el mundo sonoro que se ofrece a los niños, es sumergirse en un nuevo universo en cada canción, es conocer timbres y colores musicales, es explorar nuevas historias, es viajar por los paisajes de Latinoamérica de la manera más bella: con ojos y oídos de niño.

Escuchar “Espíritu Burlón”: bailar, asustar, hacer caras, disfrazarse... jugar.

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