Primavera Rock 2016

Encuentro de generaciones

Proyectos históricos como Carneviva y Cabezones compartieron el escenario de la Costanera junto a bandas emergentes como Los Cuervos, Nada Más y Nada Menos y Sin Devolución.

Encuentro de generaciones

Hay equipo: Carneviva formó con los fundadores Gustavo Angelini y Lucio Venturini, junto a Leo Moscovich y Martín Zaragozi (Mombonegro, ex La Cruda) y José “Pichu” Piccioni (Emparche).

Foto: Pablo Aguirre

 

Ignacio Andrés Amarillo

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La jornada de ayer en la Costanera Oeste sin duda estuvo dedicada a los jóvenes, tal como se promocionaba y como debe ser el festejo de la Primavera, pero de una manera especial. Porque fue una oportunidad de encuentro entre el público y los músicos jóvenes con referentes de generaciones anteriores, incluyendo para muchos una primera escucha en vivo, como es el caso de Carneviva, que volvió en renovada formación.

Piberío rock

La cosa empezó temprano: allá por las 15.35, cuando el DJ Samuel venía agitando el ritmo desde hacía un rato, Martín Ferratto dio la bienvenida a los estudiantes y no tanto, tomando el puesto de maestro de ceremonias de la jornada. La familia Marchi se hizo cargo de la primera parte de la sección más juvenil, podríamos decir. Porque los encargados de abrir el programa fueron los Sin Devolución, ganadores del concurso de bandas escolares cuyo premio era precisamente subirse a esas tablas: así Lucas Giordano (voz y guitarra), Bruno Marchi (primera guitarra), Agustín Didier (bajo) y Juan Ignacio Wolfman (batería) mostraron sus canciones durante media hora.

A continuación, todo quedó en casa cuando subió Nada Más y Nada Menos con otros dos hermanos Marchi: Irene (bajo y voz) y Emilio (batería), junto a Pablo Menéndez (guitarra) y Matías Allende (guitarra y coros). El cuarteto revelación en la franja sub 25 no ha parado de crecer desde sus victorias en 2014 en la Bienal de Arte Joven y el (¿extinto?) concurso Maravillosa Música, y dispararon canciones ya reconocidas por el público como “Luces de color”, “Desnaturalizar” y “Cosas por decir”, junto con su ya habitual relectura de “Adela en el carrousel” de Charly García. Contundencia, métricas irregulares y una propuesta concreta dejó con ganas de más al piberío “no biónico”... y a mucho veterano que andaba dando vueltas (como en la Bienal, donde el chiste era si se trataba de una movida de integración de Proyecto 3). Lo cual viene a cuento también con lo del encuentro generacional: hoy el rock puede ser una propuesta familiar, a diferencia de tiempos idos.

Y como había ganas de más música fuerte, y más gente se fue sumando al público, Los Cuervos (revelación en los Poquet Awards 2015) salieron a “pelar” su electricidad “de frente y para adelante”, combinando ellos también las edades: entre purretes como el movedizo Charly Bovino (voz) y el afilado Álvaro Ruiz M. (guitarra) y muchachones más grandes en la contundente base, con Matías Serrano en el bajo y el ex Cul de Sac? Lucas Negretti en la batería. “Una vuelta más” es quizás el hit del disco co-ganador de los Poquet, y compartió una lista con “Desprolijo y sucio”, “Extremidad”, “La eternidad”, “El resto” y la reinterpretación de “Come together” de The Beatles (también Mejor Cover en los PA 2015). A esa altura la tarde empezaba a caer, y los mayores venían a hacerse cargo del escenario.

El luchador

No deja de ser importante que la ciudad reconozca la presencia que un proyecto como Cabezones tuvo en la historia de la música santafesina, y Ferratto se encargó de destacarlo: la proyección nacional e internacional, el accidente que marcó la vida de César Andino, y el volver a empezar del cantante hasta forjar una nueva formación con músicos santafesinos, que encuentra en los ex Levitar Eugenio “Mona” Jauchen (guitarra) y Marcelo Porta (bajo) un eje fundamental, sobre el que se suman Nicolás López Soto (tecladista de Enigmáttica, Eterna Siesta y otros proyectos) y la más reciente incorporación, el reconquistense Rómulo Pividori (baterista de Último Grito).

Andino salió relajado y entregado a su público luego de una introducción instrumental, para compartir con el público “Pasajero en extinción”, la clásica versión de “Sueles dejarme solo” de Soda Stereo, “Inmóvil”, “Globo” (donde aprovechó para demandar a los presentes que canten vigorosamente, e incluso se animó a hacer mosh sobre un grupo de fans), “Mi pequeña infinidad” (compuesta en el nacimiento de una de las hijas del vocalista, pero dedicada por Jauchen a la suya en esta ocasión), “Lucha de gigantes” (el himno a la adversidad que Antonio Vega escribió para Nacha Pop), “Persiana americana” (“para Gustavo”, dedicó César) y “Frágil”.

Reunión

El cierre prometía, como dijimos, la reunión de Carneviva, a partir del buen entendimiento que conservan Gustavo Angelini, hoy celebrado como solista y como protagonista del musical “Espíritu traidor” (que de alguna manera también prefigura en la ficción su propia vuelta y reconocimiento institucional) y Lucio Venturini, también cosechando éxitos en el mundo del reggae de la mano de Sonen Raíz, verdadero dream team de los sonidos jamaiquinos. Siendo ellos los únicos miembros vivos de la formación original (que completaban Daniel Ferronatto y Mario Alfageme), debían convocar una dupla de guitarra y bajo.

Y si esa dupla viene aceitada desde hace más de 20 años, tanto mejor: así es que Leonardo Moscovich en las seis cuerdas y Martín Zaragozi en las cuatro hicieron un papel intachable, sin dejar de sumar el sonido directo y analógico que pusieron en La Cruda y desarrollan aun más hoy en Mambonegro. “Es Carnecruda”, bromearon varios, en relación al cruce entre dos de las bandas míticas de Santa Fe (“¿Habrá reunión de La Cruda en alguna primavera?”, fue una pregunta que circuló). José “Pichu” Piccioni, uno de los fundadores del Emparche y compañero en algunas andanzas del Tavo se sumó en la percusión, presente en las viejas versiones del grupo.

Y así allí se enfocó la cosa: temas clásicos y sonoridades reconocibles. Por ejemplo cuando luego de abrir con “Él se acostó” (con un comienzo algo exótico), Angelini volvió a tocar la armónica en “Caballos” como en la época de “Curtido”, su disco más famoso. Luego se colgó la Telecaster de la era Fender-CBS para “Stop en la colmena”, antes de poner a prueba sus pulmones en “Todo depende de nosotros” (haga el intento en su casa, estimado lector) y empezar el agite con “Matándonos”. El tiempo pareció volver atrás, con la pregunta de “¿Hay rock o no hay rock?” y el cántico que reza que “en Santa Fe somo’ todo’ Carneviva”.

Angelini volvió a la guitarra para “Bailemos hermana” y “Música te amo”, para redoblar la apuesta con “Aún no vine”, “Picos de color” y “La perspectiva”: el Tavo tirándose al piso y desprendiendo su camisa hasta revolearla, Lucio tocando los fills como los recordábamos, Leo y Zaraga instuyéndose y buscándose en el escenario y Pichu navegando sobre el conjunto. El cierre del segmento fue con “No creo en morir” antes de la celebración con “Rosa Cuveé”. Desde el costado del escenario, Charly Bovino de Los Cuervos filmaba con los ojos cada movimiento del mítico frontman, en un ejercicio de aprendizaje.

Ahí vino el abandono del escenario, pero temporario. Un Tavo con remera nueva encabezó al grupo para provocar los últimos saltos con “Alto Verde” y partir de nuevo. Ahí Ferratto quiso saber él también si había una más, pero el gesto del stage Martín Pirola, como seccionando su cuello, fue contundente. Así que ahí nomás el conductor despidió a los presentes, participantes de una jornada más para los libros de la buena memoria del rock santafesino.