editorial

Qué hacer con la basura

  • Como sucede en otros conglomerados urbanos, la ciudad de Santa Fe enfrenta el desafío de pensar estrategias a mediano plazo para determinar un destino final para los residuos domiciliarios.

El bache de la esquina, el último colectivo asaltado o las consecuencias del tarifazo de turno, absorben gran parte de la atención pública en la Argentina. Y no es extraño que esto suceda. Sobre todo, en un país de realidades tan cambiantes y con una población apaleada por un estado de contingencia perpetua.

Este clima de convulsión permanente no es gratuito: frente a una sociedad preocupada por apagar el incendio de cada día, los problemas de fondo se agravan de manera inexorable y las respuestas suelen aparecer demasiado tarde. Sin embargo, en algún momento se torna imprescindible dar los primeros pasos para romper este círculo vicioso y desgastante.

Para los grandes conglomerados urbanos, la deposición final de residuos representa un verdadero desafío a mediano y largo plazo. Y la ciudad de Santa Fe, no es la excepción.

A mediados de junio pasado, el intendente José Corral y una comitiva local se reunieron en París con los máximos responsables de la Agencia Francesa para el Desarrollo (AFD). Allí, los franceses manifestaron la decisión política de su gobierno de financiar proyectos de infraestructura en la Argentina. El futuro del relleno sanitario fue uno de los temas de conversación, lo cual refleja la preocupación de las autoridades de la ciudad.

No es casualidad que así sea. Cuando el 29 de noviembre de 2010 quedó inaugurado el actual relleno sanitario en un terreno de 111 hectáreas ubicadas frente al barrio Las Lomas, se sabía que tendría una vida útil de 10 años. El predio que en su momento representó un significativo avance para la ciudad, ya superó la mitad de su vida útil y en estos momentos plantea el trascendente desafío de pensar en el día después.

Se trata de un tema que viene siendo estudiado por los equipos técnicos y por los más altos niveles de decisión política de la ciudad.

Pero mientras no exista otro relleno sanitario, las alternativas para extender la vida útil de las actuales instalaciones pasan por reducir la cantidad de basura orgánica que se deposita y aprovechar de manera inteligente los residuos que llegan al predio. En estos momentos, apenas el 0,6% del total de basura está siendo recuperado.

Por ahora, el municipio trabaja en impulsar el compostaje domiciliario -para que los vecinos aprovechen mejor sus residuos orgánicos-, pero se sabe que con esto no alcanza. Por eso, se piensan estrategias para realizar el aprovechamiento de estos residuos húmedos a mayor escala en el mismo complejo, para lo cual resulta imprescindible que el sistema de separación de basura domiciliaria realmente funcione -algo que por el momento no sucede-.

En las esferas del gobierno provincial el tema de la disposición de residuos urbanos ocupa también un importante lugar en la agenda. De hecho, con la llegada de Miguel Lifschitz al poder, la Secretaría de Ambiente alcanzó el rango de ministerio y su principal presupuesto está destinado al sistema de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (Girsu). La idea es avanzar en la generación de consorcios integrados por localidades que se encuentran en una misma región.

Como sucede con otros temas medioambientales, las decisiones sobre qué hacer con la basura exceden cualquier gestión de gobierno. Se trata de políticas de Estado. Y los pasos que se den en la actualidad, tendrán impacto en las generaciones futuras.

Las decisiones sobre qué hacer con la basura exceden cualquier gestión de gobierno. Se trata de políticas de Estado.