Editorial

  • En el Congreso Nacional, en la Legislatura provincial y en el ámbito local, mujeres de distintos partidos políticos impulsan la discusión por la igualdad.

El debate por la paridad

La Ley 24.012 de Cupo Femenino está a punto de cumplir 25 años de vigencia. La norma, sancionada en noviembre de 1991, establece que las listas que se presenten para cargos legislativos deberán estar integradas por un mínimo del 30 por ciento de mujeres con posibilidades de resultar electas. En su momento, luego de sortear no pocas resistencias para lograr su aprobación, fue una novedad para toda América Latina y varias naciones introdujeron leyes similares a sus sistemas parlamentarios.

Desde entonces, la proporción de mujeres en los órganos legislativos se modificó de manera positiva en todos los ámbitos, a excepción del Senado provincial donde los cargos son unipersonales y la relación de una mujer sobre 19 legisladores no varió en los últimos años. Además, la presencia de mujeres en cargos ejecutivos se hizo notable como también la apertura y diversificación de la agenda pública y parlamentaria, en la que se introdujeron cuestiones sensibles al género como las leyes de derecho reproductivo, diversidad sexual, licencia por maternidad y paternidad y violencia familiar.

Si bien se reconoce que aún antes de la vigencia de esta ley hubo mujeres en cargos legislativos (en este caso, muy pocas) y ejecutivos: en intendencias, presidencias comunales y en dos casos vicegobernadoras -y por lo tanto presidentes de la Cámara Alta provincial-, no es menos cierto que la Ley de Cupo significó un impulso importante a la participación femenina, pero no por ello suficiente. Ahora, el debate es por la paridad. Al menos éste es el punto que se discute por estos días en todos los ámbitos posibles: días atrás se realizó un panel organizado por el Inadi en la UNL con participación de mujeres de distintos partidos políticos, y pocos días después, una jornada de reflexión en la Cámara de Diputados de la provincia, impulsada por las 18 integrantes del cuerpo legislativo. El tema también está en la agenda del Congreso Nacional con vistas a la próxima reforma electoral.

Es que a un cuarto de siglo de la sanción de aquella ley, bien vale la pena repasar su vigencia y efectividad y analizar qué aspectos quedan pendientes de resolver o mejorar. La participación de las mujeres en las conducciones partidarias y sindicales y, en definitiva, en los ámbitos de decisión que no están incluidos en los alcances de la ley es, por ejemplo, una de las materias susceptibles de discusión.

Claro que una ley no soluciona otras inequidades: ni la brecha salarial entre hombres y mujeres, ni la desigualdad en el acceso a cargos de jerarquía, ni la menor proporción de mujeres en las escalas superiores de investigación, ni la mayor carga en las tareas del hogar y el cuidado familiar. Pero sin dudas es un debate necesario que, llegue o no a plasmarse en un cambio de la ley, permite visibilizar y resolver otras postergaciones.

A un cuarto de siglo de la sanción de la Ley de Cupo, bien vale la pena repasar su vigencia y efectividad y analizar qué aspectos quedan pendientes de resolver o mejorar.