Latosinski-Díaz González

Anclaos en las Uropas

El dúo inició el viernes una gira que incluye ciudades de España, Francia, Bélgica, Alemania e Italia. En diálogo con El Litoral, la santafesina y el porteño aquerenciado en estos pagos cuentan las alternativas de esta apuesta.

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“La Polaca” y Javier, durante la gira del año pasado que los llevó a Granada y París; ahora apuestan a ampliar y renovar circuitos artísticos. Foto: Gentileza producción

 

Ignacio Andrés Amarillo

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El viernes, el dúo de tango integrado por Alejandra “Polaca” Latosinski y Javier Díaz González inició en Valencia una gira que los llevará por varias ciudades de Europa a lo largo de casi dos meses. Antes de su partida, dialogaron con El Litoral para contar las particularidades de este segundo tour por aquellas tierras.

Aventura

—Esta gira es lo más importante para ustedes en el último año, o desde la anterior gira europea.

Javier: —Y es más amplia, porque está más organizada. La anterior tenía como punto de partida el Festival de Tango de Granada, había salas más chicas y menos tiempo. En esta oportunidad, está el Festival de Tango de Valencia, en España, y la particularidad de la sede de Sonamos Latinoamérica en Bruselas (Bélgica). Partiendo con dos festivales ya hacemos un circuito por Francia, que conocíamos desde el año pasado, y vamos a andar por Alemania, que nunca fuimos; por Holanda, por Italia.

—¿Cómo se gestiona de manera independiente una gira de estas características?

Javier: —A la gente del Festival de Valencia, la conocíamos de años anteriores. Sonamos Latinoamérica fue de la mano de Poli Gomítolo: si no fuera por él, hubiera sido imposible. En las otras fechas, las que no fueron por contactos previos, fue generar contactos nuevos, escribiendo: “Vamos a estar en la ciudad”. Más o menos el perfil de las salas europeas lo conocemos: cuándo es un barcito, cuando es una sala con música de determinado estilo.

Lo que tratamos de hacer en esta oportunidad es esquivarle al circuito del tango: si bien vamos a un festival de tango, intentamos entrar en el circuito de la world music (música del mundo), o en el del jazz. Para abrir un poco, porque el circuito tanguero es igual en Santa Fe, en Buenos Aires, en España y en Francia.

Alejandra: —Es convencer a otras personas que puedan brindarle atención a otro tipo de música. Yendo a circuitos más amplios es más abarcativo: uno puede llegar a un oído que no te espera; en cambio el que va a escuchar tango sabe de qué se trata.

—A lo mejor es más tradicionalista...

Alejandra: —O a lo mejor espera una formación más grande, o gente más vieja. Van con prejuicios sobre lo que van a escuchar.

Propuesta

—¿En qué formación van? Han hecho shows en formato ampliado.

Javier: —En dúo.

Alejandra: —Nos encontramos con otros músicos allá, van a salir fechas en formato de cuarteto, pero la base es el dúo.

Javier: —Hablábamos de los otros públicos, y por ahí voz y guitarra son el flamenco, la bossa nova, pero el tango fuera de la Argentina no lo asocian como formación.

Alejandra: —En otra época, como la de Gardel en su momento, era típico el tango campero.

—¿Qué repertorio llevan?

Alejandra: —Uno cree que el tango es conocido por cierto tipo de letras clasiquísimas, pero en realidad no: no es que todo el público conoce “Volver”, “Por una cabeza” y “Caminito”. De hecho estábamos en Francia con un amigo, le hablamos de Gardel y preguntó quién es. No tenía ni idea, y había nacido muy cerca de Toulouse.

Entonces no es que nos sentimos obligados a acompañar la elección del repertorio para que la gente pueda asociarlo y comprometerse desde el interés o la intención de haber conocido algo previo, sino lo que nos gusta, y no nos aburre. Siendo Javier un guitarrista que acompañó a cantores, quiere romper con este paradigma de la que sabemos todos y se prende el encendedor.

Es tener una búsqueda de los dos de los tangos que nos parecen más interesantes, más comprometidos. Si nos gustan, sentimos que la gente va a entender con un lenguaje paralingüístico, más allá de lo que quiso decir cada poeta.

Repertorio

—Van a ir con lo que venían tocando acá.

Alejandra: —Siempre vamos moviendo, porque nuestro repertorio tiene más o menos 200 tangos, sabemos los que “garpan” y los que nosotros más disfrutamos hacer. Vos vas probando, y cuando la gente explota en un determinado tango decís: “Éste nos tiene que pertenecer y queda”. Hay cuatro o cinco que son caballitos de batalla -como “Atenti pebeta”-, que tampoco son tan conocidos. Los demás se van moviendo: depende el lugar y las circunstancias se va acomodando.

Javier: —Grabamos un disco el año pasado, y este año grabamos otro que no salió. Lo que hicimos fue volver a escuchar las dos grabaciones, seleccionamos temas e hicimos un solo disco de esos dos para que salga allá: se llama “Tango argentino” (risas).

Alejandra: —Lo interesante de eso es que la propuesta de un año para el otro es más firme, pero se mantiene en el mismo eje temático y musical. Significa que fuimos sinceros desde los inicios. Hay una simbiosis re-importante entre la guitarra y la voz, siempre digo que cantamos los dos juntos: nos esperamos mutuamente.

Javier: —Nos ponemos a disposición de la obra. Sé que ella nunca va a querer hacer algo de más con la voz, y yo nunca intento mandar más de lo que está pidiendo determinado tango en ese momento. Y como los dos interpretamos desde ese lugar es que nos podemos amalgamar como dúo. Siempre es un riesgo en los guitarristas, suelen mandar más de lo que la canción pide.

—Pero eso es de un tiempo a esta parte, no es de la época de Gardel y Magaldi.

Javier: —Tocaban lo que tenían que tocar, inventaron todo. Después vino (Roberto) Grela, que si bien se tocaba todo cuando tenía que estar tranquilo lo hacía.

—Es post Ubaldo de Lío (no por él).

Javier: —(Risas) El sobrecondimento. La gente que lo homenajeaba (risas).

Recorridos

—¿Cómo es el itinerario?

Javier: —Comienza en Valencia, hay siete conciertos ahí y en localidades cercanas. De ahí vamos a Madrid y a París, donde tenemos dos conciertos, 19 y 20: uno en una milonga y al otro día en la Ciudad Universitaria, en la Casa de México. El 22 está el Sonamos Latinoamérica en Bruselas, es muy interesante también porque es en un teatro muy lindo que se llama Muziekpublique, que en el circuito de músicas del mundo de Europa está muy bien considerado por la programación.

Después bajamos al sur de Francia, Marsella, ahí también hay dos conciertos. Vamos a Lille, en el límite de Francia y Bélgica: una sala de conciertos chiquita, pero interesante también porque es una de las ciudades universitarias. Vamos a Amberes (Bélgica), volvemos a París, volvemos a Bruselas (a una sala más chica). Luego a Berlín, tenemos tres conciertos: no sabemos qué pasa porque no conocemos.

—¿Quién fue el contacto?

Javier: —Empecé a escribir a varias salas y tres se interesaron. Lo bueno es que cuando no se interesan te dicen “muchas gracias pero no” o “nuestro perfil es otro”. Y cuando te dicen sí se habla la condición y te esperan ese día, no hay que reconfirmar todo el tiempo. Después vamos a Roma: ahí hay una sala de concierto de músicas del mundo y otra que es (por lo que me contó un argentino que vivió ahí) una especie de librería.

Alejandra: —Tratar de hacer una gira autogestionada es complicado, pero tiene sus réditos y son muy grandes. Y es importante lucharla, porque esto capaz que hoy es solamente un viaje; pero más adelante como el Poli empezó con el Sonamos en Santa Fe y hoy hay sedes en todo el mundo, se puede hacer que gente común pueda tener músicos de lujo en diferentes circuitos. Eso hace que los músicos tengan más ganas de tocar, porque saben que tienen diferentes escenarios para salir a laburar, algo que no es sencillo.