¿Falta decisión política?

Cultivos tolerantes, en sala de espera

“¿Por qué la Argentina no está exportando tecnología propia?”, se pregunta Raquel Chan, quién desde el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (CONICET UNL) espera la liberación al mercado de cultivares resistentes a la sequía.

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Investigación básica. En el laboratorio trabajan en adaptación de plantas al medio ambiente. Algunas líneas se relacionan con aplicaciones biotecnológicas. Foto: Archivo

 

Campolitoral/FAUBA

A comienzos de 2012, la ex presidente participó de un anuncio muy esperado por el sector agropecuario y que recibió grandes elogios por parte de la mandataria. Se trataba de un logro científico de investigadores del CONICET y de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), a partir del cual habían logrado aislar un gen que permitiría a las plantas tolerar mejor el estrés hídrico y salino, y aumentar la productividad. Desde entonces, dos cultivares (uno de soja y otro de trigo) que contienen ese evento biotecnológico fueron superando todas las pruebas oficiales para su liberación, desde lo sanitario, toxicológico y ambiental, pero los materiales aún no llegan al campo.

Según Raquel Chan, directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL) de la UNL, quien lideró las investigaciones que hallaron el gen tolerante a la sequía, “en este caso, aplicamos la tecnología en diferentes cultivos. La primera en superar todos los pasos regulatorios fue la soja, tanto de la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (Conabia) como del Senasa, hasta llegar a la liberación. Pero hay una tercera evaluación previa a la comercialización, que involucra al Ministerio de Agroindustria, donde se evalúa la viabilidad económica del cultivar, más allá de los aspectos sanitarios, nutricionales y ambientales”.

Un anuncio ignorado

El trigo tolerante a sequía, cuyo anuncio pasó casi desapercibido en los medios de comunicación, también fue aprobado por los organismos oficiales en 2016. “Las pruebas que tienen que ver con la salud y el ambiente ya están realizadas y aprobadas por el Senasa (que analiza los ensayos toxicológicos y nutricionales) y la Conabia (los de medio ambiente), pero su evaluación está demorada en el Ministerio de Agroindustria, aunque ya se cumplieron todos los plazos previstos para su liberación”, dijo la investigadora.

“Por un lado está lo tecnológicamente viable. Por el otro la política. Acá falta alguien desde el Estado que diga sí o no. Están pasando todos los plazos y no hay dictamen”, agregó, y consideró que el cambio de autoridades en el Gobierno, desde diciembre de 2015, colaboró con el retraso. Además, advirtió que mientras la soja podría liberarse en los próximos años, el caso del trigo es más complejo, fundamentalmente por tratarse de un cultivo esencial para el consumo humano. “Con la mala aceptación que tienen los transgénicos, no le va a sar fácil al cereal”, lamentó.

La investigadora recordó que, para 2050, se calcula que habrá 3 mil millones de habitantes más en la tierra y un concomitante aumento de la demanda de alimentos y combustibles. “El problema es realmente serio cuando se considera que el crecimiento actual incluye los ya incorporados cultivos transgénicos”, aseguró, y añadió: “La falta de agua es la mayor causa de pérdida de productividad y, por ese motivo, el desafío para mejoradores y biotecnólogos es enorme: obtener un aumento de la productividad para mantener y aumentar la pendiente e igualar la curva de crecimiento poblacional. Es importante como país que se desarrollen estas tecnologías, y se aprueben y liberen los nuevos eventos biotecnológicos”, afirmó Chan.

Nuevas tecnologías e investigaciones

Chan se refirió al desarrollo de otras tecnologías en diferentes etapas del desarrollo. “Nuestro laboratorio se dedica a hacer investigación básica. Trabajamos en la adaptación de plantas al medio ambiente y algunas de nuestras líneas se relacionan con las aplicaciones biotecnológicas, aunque también publicamos otros avances en el conocimiento”.

“Actualmente logramos poner a punto la transformación de maíz y arroz en forma rutinaria, con distintos genes que, en plantas modelo de estudio (Arabidopsis thaliana), han demostrado una productividad mayor, que es el componente más deseado, en biomasa o semillas”, adelantó.

Asimismo, se refirió a la incorporación de nuevas tecnologías de edición génica, que están siendo muy difundidas en la comunidad científica internacional y que, según muchos científicos, podrían acceder a una regulación diferente a la que reciben los transgénicos.

 

Para la agenda

  • Actualmente, la investigadora participa del programa “Futuros”, que organiza la fundación Funintec de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). La iniciativa integra un posgrado especializado en la problemática del agua y una jornada abierta y gratuita a la comunidad, para el jueves 20 de octubre, con expertos nacionales e internacionales que reflexionarán sobre la materia.

 

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“El desarrollo de nuevos cultivos transgénicos con tolerancia a estrés hídrico consta de muchas etapas que incluyen el descubrimiento de genes de tolerancia a estreses y las pruebas en organismos modelo. ”

Raquel Chan