Mirada desde el sur

Loquitos y loquitas en Rosario

Por: Raúl Emilio Acosta

El fin de semana anterior (7/8/9/10 de octubre de 2016), la ciudad de Rosario fue el sitio de encuentro de toda una serie de organizaciones femeninas que están por la paridad en el voto y los cargos y por otras cuestiones inherentes al género. La reivindicación de igualdad en todos los aspectos fue y es el eje. Hoy, el tema atraviesa la sociedad y muchos políticos aún niegan la posibilidad, en la provincia de Santa Fe. En el Senado, 18 senadores varones y una mujer tienen la llave del siglo XXI en este tema. Tengo serias dudas. Hay muchos que tienen miedo de las mujeres. Otros son cobardes. Otros egoístas. Otros corruptos. Según mi íntima convicción.

Vamos por partes: Córdoba, Tucumán, Mar del Plata y, en este año, Rosario, fueron sedes. En todos los encuentros anteriores, mujeres violentas atacaron las iglesias, por tanto acá las autoridades municipales y provinciales lo sabían. No es una cuestión de una inteligencia superior o espías a lo James Bond. Es desidia o algo peor. Por tanto, la culpa de las agresiones cae en quienes deben cuidar los sitios, cuidar las personas, cuidar el orden.

¿A quién le toca? A la municipalidad y a la provincia, ellos son los primeros responsables de los desmanes.

¿Quiénes son los otros responsables? Parece obvia la pregunta: las autoridades que organizan estos encuentros, porque si en Córdoba, Tucumán, Mar del Plata y Rosario se sabía que había chicas violentas, anarquistas -onda “quebracho”- que trataban de hacer -finalmente, hicieron- tropelías en la ciudad, los organizadores deberían haber dicho “chicas con nosotros no” o “chicas esta vez no”, los otros responsables de esto quieran o no quieran son los organizadores.

Después vamos al otro punto -nunca me cansaré de agradecer la lectura de Erich Fromm-: es el primero al que yo le leí este concepto -a lo mejor estaba escrito desde los siglos de los siglos- que una cosa es el hombre y otra cosa es el hombre masa que, puesto en un grupo, contesta como el grupo y tiene otra gestualidad, otros principios, otros caracteres, otras culpas, otros perdones y le diría que otros frenos inhibitorios. El hombre masa no es lo mismo que el hombre y, como Erich Fromm hablaba universalmente, estaba hablando de hombres y mujeres.

¿Qué me digo entonces? Si entre 30 mil personas en una cancha pueden aparecer 500 loquitos que insulten al referí, a su madre; que le tiren un escupitajo, una botella y, si es posible, pinten todos los alrededores de esa cancha; si sobre 30 mil personas hay 500 loquitos, sobre 30 mil mujeres por qué no puede haber 500 loquitas, si somos 50 y 50 y el desmán nos cabe a todos y el hombre masa -en este caso la niña masa- les cabe.

¿Quiénes tienen que hacerse cargo de los 500 loquitos? Cuando tiran petardos en Rosario Central el culpable es Rosario Central. Cuando pintan como pintaron, cuando rompieron vidrieras como rompieron en calle San Sarmiento, en avenida Pellegrini, después los desmanes y agresiones sobre la catedral ¿quien tiene la culpa? ¿Yo? Yo no. Los organizadores sí.

Cualquiera sabía, todos sabíamos por dónde iba a ir la marcha: recorría Pellegrini, si es así, cómo no iban cortando la calles laterales para prevenir embotellamientos de tránsito ¿Como no? Bueno, esta municipalidad no prevé siquiera cuando su cuadrilla sale a cortar las ramas altas de un árbol a las 10 de la mañana, no prevé ni la poda ni la escamonda.

Ahora vamos al otro punto; es muy difícil, por no decir imposible, frenar la ley de paridad. Muchos tienen miedo que sea 50 y 50, tienen miedo algunos machitos que sea 50 y 50 el voto, un legislador una legisladora, tienen miedo. De hecho tienen miedo los sindicatos, los sindicatos de uno y una, cambiarían el panorama de Argentina. Eso es no sólo inevitable, está muy bien que así sea.

Vamos al eje de la locura: así como los de Quebracho no le hacen bien a la democracia cuando salen tapados a quemar gomas, a romper vidrieras, a pintar paredes, tampoco le hacen bien a la democracia las mujeres vestidas completamente de negro, tapados sus rostros, que pintaron paredes de iglesias y casas particulares sobre Pellegrini ¿Le hacen bien a la disputa? Le hacen mal porque eso no es democracia, eso es violencia. Extraña que muchos que están a favor de paz, pan y trabajo, de la memoria, la verdad y la justicia, se queden callados con este tema.

Tampoco son honestos los que se horrorizan por las pintadas y nada dicen de las pintadas de Ñul y Rosario Central, que permanentemente arruinan frentes, ¿De ésas no dicen nada? Es vandalismo la pintada de un caso como la del otro, son todas porquerías porque el frente es una propiedad privada. Extraña que algunos actores culturales no hayan dicho lo que debían decir sobre las tropelías. Cuando se está demasiado involucrado en tantos desmanes culturales de una larga década es muy jodido mirar la realidad, pero creo que es mucho más jodido hacerse el tonto, porque no sólo que es malévolo y equívoco, sino que además es nocivo para todos.

En el “finde” hubo loquitos y loquitas en Rosario. En este tema, ya somos iguales.