De Domingo a Domingo

CGT, empresarios y políticos bajo la influencia de Francisco

El tiempo dirá si ha sido un milagro o si sólo se trata de la severidad moral del Papa Francisco la que ha empezado a enderezar el camino hacia la Cultura del Encuentro que él pregona. Por decreto, el presidente Mauricio Macri llamó a la Mesa de Diálogo para la Producción y el Trabajo. Los sindicalistas de la CGT llegaron a un primer acuerdo con el gobierno y se desactivó el simulacro de paro que habían anunciado y en el escenario del Coloquio de Idea, que se acaba de realizar en Mar del Plata, la palabra “diálogo” fue la más pronunciada por empresarios y políticos.

Los muy activos vientos que llegaron desde Roma han cambiado bastante el clima y le han dado al gobierno mucho aire, que ya se verá si lo sabe aprovechar. Sobre todo dentro del PRO, que tiene sus internas, y si bien el liderazgo de Macri no se discute, hay quienes suponen que algunos temas no se deben negociar, como por ejemplo no repetir los fracasos históricos de esas mesas tripartitas. Allí, algunos aseguran que la “nueva política”, la que dicen representar, no se tiene que nutrir de esas herramientas “corporativas”, como llaman despectivamente a esas experiencias de cuño peronista.

A la luz de los resultados de ensayos previos quizás no les falta razón, pero ahora deberán meter violín en bolsa y acatar, tal como hicieron los gremios la semana que pasó. La preocupación sindical ahora pasa por apestillar a los empresarios, cuando el miércoles se sienten a la Mesa, para lograr un bono de fin de año acorde al sector que lo otorga ya que, al decir de un dirigente, “no es lo mismo Techint que una Pyme”. Con las provincias no será lo mismo y si bien ya adhirieron casi una docena de ellas, hay otras a las que deberá asistir el Tesoro Nacional y se negocian fondos por apoyos en el Presupuesto.

Más allá de estos tires y aflojes, fue la realidad, hoy copada a pleno por la pobreza, la inseguridad y el narcotráfico y la necesidad política del presidente la que llevó a todos los protagonistas para el lado de la búsqueda de consenso en todos estos temas ultrasensibles. Ahora, no hay vuelta atrás: nada menos que el Papa hizo su jugada y comenzó a comandar el proceso entre bambalinas. Ya pasó el tiempo en que el asesor en jefe de las campañas del PRO, Jaime Durán Barba, se tiraba con los pies para adelante contra Francisco y desairaba al presidente: “No creo que el Papa sea un líder político que tenga mucho éxito”, apuntó hace un tiempo como francotirador el gurú comunicacional, para desesperación de los canales diplomáticos.

Baja comunicación

En esta materia tan delicada, hace algo más de un mes, el arzobispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo, quien no habla sin una venia de arriba, dijo con toda intencionalidad que “uno de los problemas del gobierno es la falta de comunicación con todos, con la gente y también con el Papa. Muchas veces no se entiende mucho qué es lo que quiere”. Al sacerdote le respondió el jefe de Gabinete, Marcos Peña, llevando la cuestión hacia otro lado: “Pocos gobiernos tuvieron tanto contacto con los medios”, dijo para zafar del cuestionamiento de fondo que hacía la Iglesia, la mala comunicación con el mismísimo Francisco.

Si bien la información oficial habló en este viaje de “delegación reducida” quizás para disimular esa ausencia, lo cierto es que Peña no estuvo en el Vaticano, en lo que se interpretó como un gesto del presidente para mejorar la relación. Más allá de las hijas de Macri, tema que como saber quiénes podían ir en la delegación oficial y quiénes no, seguramente habrá merecido consultas diplomáticas debido a la connotación de familia ensamblada que representan, lo cierto es que más allá del acercamiento, el centro del viaje trata de la canonización del primer santo argentino y bien podría haberse movilizado aún más el gobierno nacional.

En cuanto al malestar de Bergoglio con Macri, lo que cuenta el dirigente peronista Julio Bárbaro, quien vio al Papa en mayo, es que el pecado original del cortocircuito entre ambos fue que, al inicio de su mandato, el presidente aseguró públicamente que la relación iba a ser manejada por “canales diplomáticos”, una vía que el pontífice juzgó inamistosa, debido a la frialdad que conllevaba. Francisco siempre creyó que esa declaración fue inspirada por parte de la llamada “mesa chica” presidencial. Aquellos dichos pudieron haber sido un gesto mal interpretado, ya que quizás la idea era no quedar pegado a la dinámica que le había impuesto Cristina Fernández a la relación con el Pontífice, o quizás en esa mesa de toma de decisiones habrán creído que ni siquiera él debía interferir en la idea de comunicación sin intermediarios con la gente en las que ellos tanto creen y que el Santo Padre acaba de usar de maravillas para decirles cosas a sus compatriotas, como que no vendrá en 2017, al tiempo que les solicitaba que “hagan alguna obra de misericordia todos los días o cada dos”.

Sin embargo, para el gobierno este método de privilegiar las redes sociales lo termina emparentando fatalmente con la experiencia kirchnerista de copar el espectro con medios propios. En ambos casos, se trata de metodologías que, a la corta o a la larga, apuntan a desplazar al periodismo independiente a partir de la difusión de una voz única. Lo cierto es que a los gremialistas de la CGT les llegó una filípica desde San Pedro y después del show que hicieron sobre una medida de fuerza más que difusa tuvieron que aceptar con las manos abiertas todo lo que les ofreció el gobierno en materia de bono de fin de año para los estatales de la Nación, jubilados y beneficiarios de planes, más el esquema diseñado para eximir plenamente del Impuesto a las Ganancias sobre el medio aguinaldo a quienes ganen menos de 15 mil pesos y parcialmente, a quienes reciben un sueldo bruto inferior a 55 mil.

Y también es cierto que cuando se observan que las barbas del vecino arden hay otros que remojan las propias para no ser alcanzados por el fuego. Algo así es lo que pudo haber influido entre los protagonistas de la mesa política que armó Idea el último viernes para cerrar su Coloquio. Se habló con mucha franqueza de la voluntad de unir fuerzas en temas importantes y de la necesidad de consensos. Si se armara una nube de palabras, seguramente “diálogo” sería la de tipografía más visible:

o José Manuel Corral (presidente de la UCR): “Estamos en una nueva etapa de diálogo y entendimiento”; o Sergio Massa (diputado nacional del Frente Renovador): “Fue la sociedad la que obligó a construir una etapa de diálogo y consenso”; o Emilio Monzó (presidente de la Cámara de Diputados de la Nación - PRO): “Tras una etapa triste, ésta será de diálogo y de previsibilidad, como la que da el Congreso”; o Miguel Ángel Pichetto (presidente del bloque FPV/PJ en el Senado de la Nación): “Debido a nuestro acompañamiento y al diálogo constante, el gobierno ha tenido un saldo positivo en leyes”; o Margarita Stolbizer (diputada nacional del GEN): “Necesitamos construir un orden político para avanzar contra el hambre y la pobreza”.

Visión empresaria

Desde el costado empresario, la demanda de unión para intercambiar pareceres que lleven a síntesis programáticas en temas críticos, que ellos definieron en el programa previo (pobreza, educación, integración social, etc.) fue una constante en los paneles. En el tema pobreza se abordó el costado estructural y el sacerdote Rodrigo Zarazaga puso el dedo en la llaga sobre los índices que se dan a conocer, fácilmente modificables en el corto plazo con una mayor asignación estatal, aunque serían devorados rápidamente por la mayor inflación que generaría. “Creemos que el problema de la pobreza es la falta de ingresos, pero esto claramente no incluye dónde nació cada uno, dónde creció y con qué posibilidades de vivienda, educación y salud; si tiene agua y cloacas, seguridad y especialmente proyectos a futuro”, detalló como advertencia de la cristalización de la pobreza que ya se ha enquistado. Por su parte, el ministro de Educación, Esteban Bullrich, disparó: “El índice de pobreza no es dinero. Aunque le demos plata a la gente seguirán siendo pobres. A 200 años de 1816, la gente no tiene independencia y eso es pobreza. No terminar la secundaria es pobreza. Tener universidad gratis y no poder ir también es pobreza”.

Más allá de las reflexiones que produjeron estas cuestiones de fondo y por las implicancias que tiene para los costos empresarios, casi de modo unánime, en los pasillos y frente al periodismo, los hombres de negocios le solicitaron al gobierno la resolución de cuestiones macroeconómicas y que se avance hacia una reducción del gasto público que permita generar una reforma tributaria que calificaron de “urgente”.

Fue su modo de responder al discurso de Macri, quien abrió el Coloquio pasando una gruesa factura al sector empresario. Tras recitarles “las 30 medidas adoptadas hasta ahora” por el gobierno para bajar la inflación, insertarse en el mundo y, en definitiva, mejorar el clima económico, el presidente solicitó que no “dependieran” de él “sino de lo que aportamos cada uno de los argentinos” y que “asuman el compromiso”.

Al cierre de la alocución los arengó desde lo emotivo y pidió “entusiasmo, ganas, capacidad, talento, solidaridad y corazón”, aunque quedó implícito que también les estaba diciendo que apuren las inversiones para volver a crecer y con ese objetivo, crear empleos.

Hugo Grimaldi

DyN

Para el gobierno, este método de privilegiar las redes sociales lo termina emparentando fatalmente con la experiencia kirchnerista de copar el espectro con medios propios.

Los hombres de negocios le solicitaron al gobierno la resolución de cuestiones macroeconómicas y que se avance hacia una reducción del gasto público que permita generar una reforma tributaria que calificaron de “urgente”.