Editorial

Amenazas a la libertad de prensa en las Américas

  • El reciente informe anual de la SIP refleja los problemas que enfrenta la prensa en numerosos países del continente.

Los problemas siempre existen y surgen del espíritu mismo del concepto de libertad de prensa. Sin embargo, es justo reconocer que a partir del cambio de gobierno producido en diciembre pasado en la Argentina, el periodismo dejó se representar un chivo expiatorio permanente y la razón de todos los males del país para el poder político.

De hecho, durante la presentación del informe sobre Libertad de Prensa realizado en la asamblea ordinaria anual de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), estuvo presente la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, una situación impensada hace apenas diez meses.

Además, recientemente el Congreso consagró la Ley 27.275 de Acceso a la Información Pública, un mecanismo tendiente a facilitar el acceso a datos vinculados con los poderes del Estado, donde se fijan procedimientos, plazos y excepciones razonables.

Sin embargo, la situación no es tan prometedora en gran parte de Latinoamérica. En la asamblea general de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que acaba de reunir en México a más de 450 directores de medios y periodistas, se planteó un panorama realmente sombrío en numerosos países.

En los últimos seis meses, doce periodistas fueron asesinados y muchos otros han sido víctimas de hostigamiento, agresiones físicas y amenazas de muerte. Por lo general, los asesinatos se siguen produciendo sin que sus autores respondan ante la Justicia.

Según la SIP, “sólo en México se han producido siete de estos crímenes en este período y ya hay 118 asesinatos y 20 periodistas desaparecidos en ese país desde el año 2000. En Colombia, se han superado en ese lapso los 100 asesinatos sin resolver y en Brasil, las cifras no son muy diferentes”.

Las muertes de periodistas se producen luego de un largo proceso en el que los poderes del Estado no hacen lo mínimo imprescindible para protegerlo. Primero los amenazan, los hostigan y los agreden. Estas situaciones suelen ser una constante en países como Bolivia, Colombia, Ecuador, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Panamá y Venezuela.

En algunos casos, las agresiones provienen del poder político o militar. Sin embargo, por lo general surgen de grupos narcotraficantes y de bandas criminales que actúan en clara connivencia con quienes deberían garantizar el orden y el cumplimiento de las leyes.

Otro tipo de interferencias a la labor de la prensa se produce a través de mecanismos tendientes a interferir el normal desenvolvimiento de la profesión. Por ejemplo, cuando se obliga a periodistas a participar como testigos en procesos judiciales y, en algunos casos, se los fuerza para que revelen las fuentes de sus informaciones. Esto sucedió en el último año en Bolivia, Brasil, Colombia, Estados Unidos y México.

Durante el anterior período de gobierno en la Argentina, el poder utilizó las arcas públicas para premiar, castigar o presionar a medios de comunicación a través del otorgamiento de publicidad oficial. Este mecanismo continúa siendo utilizado en Costa Rica, Nicaragua, México y Bolivia.

En los últimos tiempos, nuevas amenazas comenzaron a extenderse sobre el trabajo de la prensa, a través de ataques cibernéticos contra algunos medios. En Bolivia, Guatemala, El Salvador y Trinidad-Tobago, se registraron casos de hackeo sobre los sitios de estos medios, la creación de cuentas falsas en las redes sociales o de páginas apócrifas.

En definitiva, la lucha por la libertad de prensa es una tarea constante y que requiere de los mayores esfuerzos de la sociedad en su conjunto. Siempre habrá sectores interesados en acallar voces, porque siempre existirán verdades incómodas.

Siempre habrá sectores interesados en acallar voces, porque siempre existirán verdades incómodas.