Emociones, solidaridad, inclusión, valores, redes

Una muestra escolar con acento en esas “palabras que provocan”

La secundaria Grilli llevó a cabo una exposición de trabajo, juegos y proyectos solidarios. “En un mundo cada vez más individualista, la escuela tiene que provocar, abrirse, compartir, trabajar el ‘hacer’ ”, fundamentaron desde la institución.

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Rompecabezas. Todas las estaciones mostraron un fuerte trabajo en valores.

Foto: Mauricio Garín

 

Mariela Goy

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¿Por qué un árbol para representar la “libertad” en vez de la paloma de la paz?, preguntó El Litoral. “Porque cuando necesitás estar solo para poder pensar, te alejás y te ponés debajo de un árbol. Los adolescentes por ahí nos peleamos con los padres y es típico hacer eso, querer un poco de espacio, de libertad”. Quien explica el simbolismo, parada debajo de un gran árbol hecho de papel maché, es Marina Rossettón, alumna de 4º año de la escuela secundaria Alfonso Grilli, que ayer realizó su muestra anual bajo el lema “Palabras que provocan”.

Emociones, Solidaridad, Inclusión, Valores, Redes son los términos disparadores de “sentimientos” y de “sentidos”, sobre los que trabajaron durante el año los 400 adolescentes de “la Grilli” y que terminaron generando juegos, propuestas de arte y proyectos solidarios. Ese resultado se expuso en diferentes estaciones que conformaron la exposición, la cual fue visitada por chicos de otras escuelas.

Esa secundaria pública está ubicada en Balcarce al 1200, del barrio Candioti Sur. “Si bien es una zona de clase media alta, nuestros alumnos provienen de la costa, de sectores vulnerables como La Lona y el norte de la ciudad. También tenemos integrados chicos con necesidades educativas especiales, recibimos jóvenes alojados en hogares y repetidores que se fueron de colegios privados. O sea que en esta escuela se da una combinación fantástica de la inclusión, que es algo sobre lo que trabajamos mucho”, resumió Georgina Serricchio, profesora de Arte.

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“Proyecto Patitas”. Almohadones y comederos artesanales para los perros de un refugio.

Foto: Mauricio Garín

Inclusivos y solidarios

“Somos distintos e iguales”, rezaba una pizarra que invitaba a los visitantes a colocarse unos lentes 3D y visualizar dibujos diferentes de acuerdo al color del afiche. Dos alumnas de 3er. año llamadas Tania -ambas con el mismo nombre- decían que la idea de ese stand era “ver con ojos de inclusión”. Otro curso trabajó la misma palabra a partir de una muestra de máscaras. “Es súper importante la inclusión en la escuela porque todos nos tenemos que sentir parte. A medida que van llegando chicos nuevos, tratamos de incluirlos para que no se sientan solos”, dijo la estudiante Ayelén Helguero.

En el salón Solidaridad se mostraba el proyecto Patitas, donde se exponían los almohadones y comederos artesanales confeccionados por los alumnos con ropa en desuso y botellas plásticas. Se van a donar al refugio de perros El Ángel y la Gloria, de Sauce Viejo, cuya dueña falleció, dejando a 80 animales. “Ahora estamos haciendo una campaña para llevarles también alimento balanceado a los perritos”, contaron los estudiantes Alejandra Salcedo y Luis Villarruel.

En otra estación, Francisco Müller, alumno de 5º año con orientación en Economía, exponía alfombras y cestos hechos con materiales reciclados (retazos de telas, corchos, etc.). Otros cursos trabajaron sobre los “valores” con rompecabezas, y en el hall del edificio había una maqueta gigante que mostraba el plano del barrio y las distintas entidades que lo pueblan. Los alumnos recorrieron sus calles e hicieron un relevamiento de instituciones, en el marco de la palabra Redes y la necesidad de que la escuela se vincule con su entorno.

“El hombre alado, arte en movimiento”, la ruleta de los derechos, talleres para trabajar los sentimientos, atrapasueños y una radio en vivo, eran otras propuestas interactivas.

Trabajar el “hacer”

“En un mundo cada vez más individualista, la escuela tiene que provocar, abrirse, compartir, trabajar el ‘hacer”, un poco tomando la mirada que tiene la educación rural. Acá un alumno con problemas conductuales pasó, vio el pincel y se puso a pintar”, contó la profesora Serricchio.

A su entender, “el niño de hoy -que es producto de la imagen- ya no puede estar más sentado en el aula casi dos horas reloj viendo un pizarrón o escuchando a un docente. El ‘hacer’, en cambio, permite muchas cosas: estar concentrados, abordar la creatividad, sentirse importantes. Si un alumno tiene dificultades en la parte oral y escrita, puede manifestar sus emociones a través de tallar, pintar, tirar una idea; se ponen en juego las inteligencias múltiples. Hoy llegó la jornada extendida al nivel primario no así al secundario, que nos haría mucha falta para generar talleres donde los chicos puedan expresarse”, cerró.