Sergio Palazzo

“300 mil personas perdieron el empleo, no hay revoleada de bolsos que lo pueda contener”

  • El secretario general de la Asociación Bancaria criticó la gestión de Mauricio Macri. “Quienes se hicieron cargo del gobierno le encontraron la justificación comunicacional al ajuste”, enfatizó.
 
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Palazzo estuvo en Santa Fe donde cumplió distintas actividades organizadas por la filial local. Foto: Manuel Fabatía

 

Gabriel Rossini

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El secretario general de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo, rechazó el acuerdo firmado entre la CGT y el gobierno nacional, para que los trabajadores cobren un bono de fin de año. Señaló que el gobierno sólo dialoga cuando las cosas le gustan y cuando no las veta. Asimismo, pidió que el movimiento obrero deje de preocuparse por la imagen positiva o negativa del presidente de la Nación y que tome decisiones en función de lo que les pasa a los trabajadores, que “es un desastre”.

—¿Qué piensa del acuerdo entre la CGT y el gobierno?

—No es por lo que se mandó a la CGT en el Confederal. Ahí no se habló de un bono sino de recuperar el poder adquisitivo del salario. No estoy de acuerdo con lo que se ha firmado, y para colmo es absolutamente insuficiente. De lo que sí se habló mucho en el Confederal, y no lo veo reflejado en ningún punto, es de cuidar el empleo. Pero entre las cosas que más preocupan es que a 32 años de instalada la democracia en Argentina, el movimiento obrero no tenga un programa, y que en el punto tercero del acta se firme que la articulación del diálogo social se hará bajo los 8 puntos del Programa Productivo Nacional que impulsó el gobierno.

—Participó del Congreso del 22 de agosto de reunificación de la CGT. Ahí daba la impresión de que el espíritu de la CGT, para encarar esta nueva etapa, iba a ser más combativo de lo que se vio hasta ahora.

—Tuve la misma impresión. No sólo en el Congreso, sino también en el Confederal, donde hubo fuertes críticas a la política del gobierno y la decisión de todos los secretarios generales que estuvimos, de confluir en una medida nacional de protesta si no se revertía esta situación. Creo que no se revirtió. Es más, en la reunión de este miércoles había un cartel que decía “diálogo”, y uno se pregunta qué tipo de diálogo... Porque cuando el Parlamento sancionó una ley antidespidos, el gobierno la vetó porque no le gustó. Entonces hay diálogo cuando las cosas le gustan y cuando no, las veta.

—¿No es una limitante o freno, o como quiera llamarlo, el hecho de que la gente aún tenga esperanzas en el gobierno de Macri? Hacerle un paro a un gobierno al que la gente aún cree es muy difícil.

—Hay dos componentes: uno es el que planteás vos y el otro es el de la gobernabilidad, que hay que darle tiempo. Si nosotros tomáramos en consideración esa lógica, entraríamos en la del gobierno. ¿Cuál es la lógica del gobierno? Hace un focus group cada seis horas y decide qué es lo que va a hacer, porque no tiene un programa. La gobernabilidad la tiene que garantizar el que gobierna. Por eso ganó, asumió la responsabilidad y sabía con el país con el que se encontraba.

—El gobierno dice que no sabía del país con que se iba a encontrar.

—Hubieran leído el informe de la UCA y ahí tenían todo. Dijeron que tenían el mejor equipo de los últimos 50 años. Pero más allá de si la gente tiene esperanzas sobre el gobierno, nosotros tenemos que fijarnos en lo que les pasa a los trabajadores, no qué está pasando en la cabeza de la sociedad, ni en la imagen del presidente. Y ya tenemos 130 mil compañeros en la calle de la economía formal, que hay que multiplicar al menos por 2 en la economía informal, quiero decir que tenemos un mundo de 300 mil trabajadores que no tienen ingresos, más jubilados y trabajadores activos, cuyos salarios se han depreciado con relación a la inflación.

—Cuando escucha a los funcionarios del gobierno decir que la inflación ya bajó, que la economía empezó a dar señales de recuperación, que en 2017 vamos a crecer al menos un 3 por ciento, ¿qué es lo primero que piensa?

—Lo primero es que puede ser cierto que la inflación haya bajado. El tema es que lo hizo no por un programa de gobierno sino por la caída de la actividad económica y por una resolución de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que anuló el tarifazo. Hay que ver cuando entren en vigencia las nuevas tarifas. Ahí creo que la inflación puede volver a subir, y si baja será a costa de la recesión y el desempleo, como está pasando en la actualidad.

—¿Tienen idea de en qué consiste el proyecto de Ganancias que el gobierno está elaborando y va a enviar al Congreso?

—Lo he seguido por los medios y es coincidente en que trabajadores de altos ingresos del 35 por ciento pasarán a pagar el 40 y trabajadores que pagaban el 35 van pagar el 25. Pero también va a haber trabajadores que pagaban el 14 y van a subir al 25. Quiere decir que van a tener un costo fiscal mínimo para el gobierno, porque nos vamos a pagar entre nosotros. Hay que ser claros en algo: más allá de la incumplida promesa electoral, tiene que haber una reforma tributaria que tienda a la eliminación de Ganancias, y en esa reforma gravar las actividades especulativas, como la renta financiera.

—Si bien está justificado en términos históricos, no se entiende por qué la confrontación con el gobierno la dan los bancarios, que son uno de los 5 mejores convenios colectivos, y no los gremios más afectados por las políticas del gobierno.

—Porque los trabajadores que tenemos mejores salarios y mejores condiciones, tenemos la obligación de ser solidarios con los que no tienen el poder de fuego de una organización sindical que pueda hacer “daño” y que pueda modificar la realidad actual. Pero además es más tarde que temprano, porque si al resto de los trabajadores les va mal, a los bancarios también les va a ir mal. En nuestra actividad no ha habido pérdida de puestos de trabajo. Pero es una cuestión de tiempo. Sería estúpido que no tomemos medidas, porque es la misma película de los ‘90.

—Vuelvo con la idea de que uno de los impedimentos que tiene la CGT para hacer un paro es que la gente aún tiene esperanzas en el gobierno. Lo que es un fenómeno nuevo es que este respaldo al gobierno está fundado en la mayoría de los casos en una cuestión de fe.

—Esperanza a plazo fijo tiene, porque los tiempos se acaban. La diferencia entre los ‘90 y esto en materia de política económica, social y de la propia política es que estos hombres de negocios que se hicieron cargo del gabinete son mucho más sofisticados y le han encontrado la vuelta comunicacional al ajuste. Los otros eran más liberales salvajes a lo bruto, que todos sabíamos que venían a saquear el Estado y se lo llevaron puesto. Hoy no hace falta un decreto de rebaja de salarios como el que sacó la Alianza; bajaron porque la inflación los superó y no permiten reabrir paritarias. Sí se ha generado una sensación. Algunos analistas económicos dicen que va a haber una cosecha de trigo excepcional como nunca hubo antes, entonces instalan que nos va a ir mejor porque va a haber ingresos de divisas, etc., pero paralelamente a la industria le está yendo muy mal; en el sector textil es desolador.

—A propósito de la industria textil, uno de los planteos comunicacionales es por qué los argentinos pagamos la ropa tan cara.

—Habría que preguntarse también por qué pagamos tan caros los remedios o los autos. Hay un claro ejemplo del que los argentinos tenemos que tener conciencia y boicotear este tipo de prácticas: hoy la moda, además de las importaciones que hace caer el empleo, es el “puerta a puerta”. Lo que hay que explicarle a la gente es que la mayoría de esos productos provienen de países condenados por la OIT por trabajo esclavo, y uno como laburante debería oponerse. Claro que en la Argentina te va a salir más caro, porque no te pagan con una ración de arroz, sino que te pagan un salario digno, en condiciones laborales dignas, con aportes a la seguridad social. Hoy el establishment le está imponiendo al gobierno que hable de las reformas de segunda generación, que son las laborales, el denominado alto costo argentino, que tiene un error de concepción. Todo el mundo cree que son los salarios. Acaban de decir que son 12.600 pesos el límite para no ser pobre y el 65 por ciento de la población gana menos de eso. Eso quiere decir que ya somos pobres, el salario no es el condicionante. Vienen por los derechos de los trabajadores argentinos, para ponerlos en un pie de igualdad con los de Bangladesh.

—¿Prevé que 2017 será un año distinto al actual?

—Por lo menos para la industria nacional, no. Sí puede haber algún crecimiento en algún sector del campo, no con todo, que tenga una buena cosecha. No creo que la economía como tal funcione. Puede hacerlo algún indicador. Quizás se reactive un poco la obra pública y digan que creció la construcción. Pero no va a alcanzar. Se cuestionaba al gobierno anterior por darle a la maquinita para sostener el consumo. Hoy la maquinita es pedir prestado afuera. El gobierno lleva tomado desde que asumieron 29 mil millones de dólares, de los cuales el 80 por ciento es deuda pública.

—¿Cuánto cree que ayuda Cristina, el kirchnerismo, a seguir manteniendo el apoyo de la gente?

—¿Cuando se le termine el efecto del revoleo de los bolsos de López querés decir? El gobierno tiene una estrategia comunicacional clara de anteponer los hechos de corrupción, que los ha habido... Pero eso tiene un tiempo limitado. Va a llegar un momento en el que la sociedad les va a pedir que gobiernen. También tiene que ver con los medios. Hay que ver cuánto les dura el rating. Por ahora, al gobierno le funciona. Creo que a partir de ahora va a ser distinto. Con 300 mil personas que perdieron el empleo no hay revoleada de bolsos que lo pueda contener, por más que la mitad de esos compañeros hayan votado al macrismo.

—¿El avance sobre los derechos de los trabajadores es el límite que le pondrá el movimiento obrero al gobierno?

—Creo que al límite se lo va a poner la gente. Tengo mis dudas de que todo el movimiento obrero esté dispuesto desde la acción a ponerle el pecho a eso. Desde el discurso todos, desde la acción no sé...