Mirada desde el sur

Extrañando a papá

Raúl Emilio Acosta

Es raro este mes de octubre. En sus primeros 10 días el olvido de la doble muerte del Che y el cumpleaños de Perón, en este caso “el papá” del país.

Después la memoria de la épica del 17 de octubre, con poco vuelo y cronistas que, en muchos casos, no sabían muy bien qué comentaban.

Queda, sin embargo, un oscuro designio, poco menos que de genética social que nos lleva a Perón y su impronta. No nos evadimos de su modo de construirse, como un relato, del que no pudimos/podemos salir, como aquello que citaba Shakespeare, un sueño que sueña..., etc.

Qué es Perón (llevo un libro, “Perón y su tiempo”, de modo que unas carillas sólo dan esquemas). Perón es esto: un papá que aparece por primera vez, de modo activo, con el golpe de Estado del 4 de junio de 1943, que va subiendo en el escalafón del poder militar, acaso del partido militar (G.O.U.). El golpe de junio del ‘43 es un golpe que saca a otros civiles, puestos por un golpe anterior: 1930. De la Secretaría de Trabajo ese Coronel va creciendo. Sobre el 13 de octubre lo meten preso, la isla Martín García, etcétera. Vuelve sobre las horas tardías de un 17 de Octubre y comienza el balcón peronista y la Plaza de Mayo.

La similitud, muy chueca, con el ágora ateniense y la conversación de los filósofos con los populares (“¿Dónde estuvo?” es una de las frases reales que en esa noche del 17 de octubre cuando no había peronistas porque no estaban inventados, Perón recibe desde la Plaza) a quienes pide que se vayan en calma en la noche el 17 de Octubre. Hay un protagonismo del Partido Laborista, hay anarquistas, socialistas enojados con el Partido Socialista, comunistas enojados con el Partido Comunista, voces sueltas y populares. Así arranca el 17 de octubre de 1945, confirmado en febrero del 46 en un proceso de asimilación de resultados electorales para convertirlos, a los dueños de la plaza, en actores de una praxis política que aun hoy sigue manteniéndonos dentro. El voto.

El problema del peronismo es que su forma de entender la realidad es tan abarcativa que no hay posibilidad de estar fuera. El peronismo está concebido por un militar -Perón-, con un armado vertical en donde hay un jefe y hay políticas a desarrollar, actos tácticos a resolver para la estrategia general -que es mantener el poder- y se dice que se vive y se lucha por el bienestar de la población y lo único que mantiene el peronismo -como hecho democrático inalterable- es el voto y es este voto, la inalterabilidad de este hecho, la que hace que al peronismo no se lo haya podido destrozar o matar argumentando que es fachista, que es totalitario. El peronismo gana todas sus posibilidades de poder con el voto, llega al poder con el voto y ha pedido, hasta ahora, que se lo saque con el voto. Ese es su íntimo feudo inexpugnable.

¿De qué modo está Argentina subyugada, inmersa en el peronismo? Si cada uno de nosotros mira dentro suyo sabrá que, en la República Argentina, hay cuestiones imposibles de quitar, la justicia social es una de ellas, la deuda moral más tremenda de un país rico, la democracia partidaria, que es la herencia del radicalismo, la otra. La simbiosis de justicia social más democracia partidaria y democracia por el voto termina siendo la resultante que maneja la Argentina.

Que hemos elegido chapuceros, jodidos, corruptos, malas personas, sí señor: es cierto. Que hasta ahora nos vamos corrigiendo por el voto también es cierto y que es éste, el voto, el que sigue manteniendo al padre de esta historia, Perón y el peronismo, como el eje de la historia nacional, de nuestra realidad nacional también es así. Su desafío, su oferta, su modo al cabo, no han sido superados. Quien no supera su renguera sigue siendo un rengo.

Han venido a leerlo, a estudiarlo, a tratar de reformularlo, a tratar de interpretar al peronismo. No se puede explicar en un día una vida, el peronismo es una forma de vivir, no se puede explicar en un día o en un libro, que esta forma de vivir se ha convertido en el signo de Argentina, vamos, que nos ha signado, sí... y qué. ¿Que eso es bueno o malo?... No hay certeza, para muchos es malo, para otros es bueno, para todos es imposible salir. No podemos salirnos del peronismo, tenemos que reformularlo y superarlo. Cada vez que han intentado salirse del peronismo sectores importantes del país, el peronismo ha vuelto; superarlo significa ofertar algo mejor.

¿Habrá una oferta mejor que el peronismo? Asoma una respuesta. Los adultos recuerdan a su padre, pero construyeron otra vida, otra realidad, otro futuro: un porvenir. Los adultos.