volanta de relleno

¿La tecnología es siempre progreso?

Por Alfredo Morelli (*)

Hay quienes creen que tecnología es sinónimo de progreso. Esto no es necesariamente cierto cuando se adoptan tecnologías que la sociedad puede no estar preparada para asimilar con éxito. Me refiero específicamente al voto electrónico, sobre cuyo uso se discute mucho en la prensa internacional a propósito de las elecciones en Estados Unidos. En efecto en el último año, fueron hackeadas las computadoras de Comité Nacional Demócrata, los e-mails de Hillary Clinton fueron publicados. Durante la campaña el candidato republicano solicitó a Vladimir Putin que divulge mayor información sobre su adversaria. El gobierno ecuatoriano le cortó el acceso a Internet de Julian Assange para evitar que siga divulgando información que pueda afectar el resultado de las elecciones a favor de Donald Trump.

Como la atribución en Internet no es posible, o sea, no hay cómo saber quién es el que entra en los sistemas ajenos, hay un océano de especulaciones sobre quién hackea a quien para favorecer a tal o cual candidato. Pueden ser rusos, chinos, guatemaltecos, brasileños, o el vecino de la vuelta de casa. Últimamente fue Trump quien aseguró que el fraude sería en contra suyo y en el último debate, no respondió a la pregunta sobre si aceptaría un resultado adverso...

Es por eso sorprendente que en la Argentina se haya aprobado legislación al respecto y no haya habido un debate sobre la cuestión del voto electrónico y la sociedad haya callado sobre los peligros que el mismo encierra. Reflexionemos, la cuestión no ha sido resuelta por la única súper-potencia tecnológica, y nosotros, campeones del mundo en todo, aceptamos el voto electrónico. Según entiendo, el PRO ha sido el impulsor de la iniciativa, no creo que tengan en mente hacer fraude, pero el problema no son ellos (aunque la tentación es grande) sino el que frente a la oportunidad, la encuentre irresistible. El oficialismo podría hacerlo con un algoritmo que compute solamente ciertos votos. Pero no sólo el partido en el poder podría hacerlo, podría hacerlo Venezuela, Cuba, Estados Unidos, Corea del Norte, un particular molesto con determinado candidato.

Hace unos años, un general venezolano, a cargo del centro electoral en donde funcionaban las computadores de las elecciones, me comentó que le causaba gracia que tanto Alfonsín como Jimmy Carter, con gran suficiencia, pretendían ser veedores en una elección en Venezuela en la que no tenían herramientas para entender si había fraude.

Hay tres momentos en que la elección puede ser manipulada, primero en las bases de datos de los votantes, los padrones electorales. Segundo, dentro mismo de las máquinas. Tercero, cuando las urnas se cierran y los votos totales de los diferentes lugares de votación se juntan.

Cada una de esas computadoras puede ser violada, aun sin estar conectada a Internet. La mejor defensa es auditar y contar los votos fuera de las computadoras. Es un trabajo tedioso que contradice a quienes eligen el voto electrónico por la ventaja de la velocidad en conocer los resultados. Pero es mejor hacerlo si queremos defender la democracia.

1. Los padrones deben ser publicados con suficiente anterioridad y deben ser auditados por representantes de los partidos políticos y solicitar a aquellos que están en condiciones de votar que se busquen anticipadamente en las listas. Las autoridades de mesa deben tener los padrones en papel.

2. Las máquinas, si hackeadas, pueden mentir sobre los votos emitidos. Se debe hacer un conteo manual de los recibos que emiten las máquinas al marcar las preferencias. No se deben usar máquinas que no den recibo en papel.

3. En cada lugar de votación deben darse a conocer los resultados mesa por mesa, antes de enviar los telegramas. Esta información debe ser pública.

El papel de los partidos políticos y de la sociedad civil es absolutamente irremplazable porque en el fondo son ellos quienes deben hacer un seguimiento preciso de toda la cadena de comprobantes de papel físico, custodia de las urnas y recuento de votos.

Las autoridades de mesa deberán ser entrenadas para entender las cuestiones tecnológicas y sociales de la adopción de la nueva práctica.

Otra cuestión previa es que todas estas computadoras forman parte de lo que se llama la Infraestructura Crítica de un país, como puede ser la red Link o Banelco o los mecanismos de control de las centrales nucleares, eléctricas, el sistema de telecomunicación, control aéreo y otras que son suceptibles de ser comprometidas con intrusiones mal intencionadas. Los entendidos en seguridad informática -hay un área de jefatura de Gabinete que se ocupa del tema-, junto a los que aporten las fuerzas políticas, deben ser convocados al efecto de garantizar los resultados.

El riesgo de adoptar tecnología para la que no estamos preparados es para la democracia misma, sería muy negativo que los electores pierdan la confianza en la validez de su voto. La confianza es un valor clave de la democracia. Como dijera un conocido dirigente sindical, “no sólo es importante votar, es más importante contar los votos”.

(*) El autor integró en el año 2012 el Grupo de Expertos Gubernamentales de Naciones Unidas sobre los Desarrollos en el Área de Información y Telecomunicaciones que impactan a la Seguridad Internacional.

El miedo al fraude es como la radiación, no se ve, por tanto se genera gran cantidad de especulaciones y una gran preocupación emerge sobre la posibilidad de que las elecciones sean fraguadas a favor de uno u otro candidato.