Tribuna de opinión

¿Qué elegís para elegir?

Por Claudia Susana Catalín (*)

La Reforma Política devenida en Reforma Electoral propuesta por el gobierno nacional, tiene un aspecto referido al método de votación, pretendiendo la utilización de boleta electrónica en la elecciones del año próximo.

Evidentemente, luego de los procesos electorales del año 2015, el consenso generalizado desde la clase política, pero también desde la sociedad argentina fue: “la boleta sábana o partidaria no va más...”.

Las trampas utilizadas con esta forma de votación: robo, ocultamiento o faltante de boletas, voto en cadena, clientelismo y necesidad de contar con estructuras de fiscales para supervisar el desarrollo del acto electoral, pusieron de manifiesto la necesidad de pensar en alguna reforma.

La boleta única de papel, creada en Australia en 1858, que pretendió solucionar estos problemas, se utiliza en el mundo y desde 2011 en nuestra provincia (también en Córdoba). Es el Estado el que se ocupa de la impresión de las boletas y su provisión en cada mesa electoral, pudiendo entonces garantizar que la oferta de candidatos se encontrará completa y en forma equitativa para todos. Es fácil para el elector marcar la boleta en papel y su control inmediato, así como de sencillo es para las autoridades de mesa y fiscales partidarios realizar el escrutinio al cierre del acto comicial, no requiere ningún conocimiento técnico, aunque sí lleva un tiempo necesario de conteo.

La utilización de equipamiento informático en el proceso de emisión del voto, define a esos sistemas como de “voto electrónico”, aunque se proponga un nombre distinto como es el caso de la reforma con media sanción en la Cámara de Diputados de la Nación.

Digamos que la informática además de invadir muchos aspectos de nuestra vida, también se utiliza en cuestiones electorales desde la década del ‘60. Actualmente, se usa para todos los electores en India, Brasil y Venezuela, otros lo emplean parcialmente, como en algunos Estados de EE.UU. (hoy con gran preocupación ante los recientes ciberataques y la proximidad de las elecciones presidenciales) y la mayoría de los países no lo hacen, Alemania, Holanda y el Reino Unido descartaron el sistema por dos motivos: se demostraron repetidas fallas de seguridad y no era compatible con la transparencia y el control ciudadano que requiere el voto (requiriéndose conocimientos técnicos incompatibles con el control que debe ser accesible a todo votante).

En función de comparar ambas formas, podemos decir que respecto de los costos, -según todos los estudios realizados- es más alto en el caso de las boletas electrónicas, ya que se vincula a los costos de diseño de software, el alquiler o compra de equipos, debiendo considerarse también la obsolescencia de los equipos, lo que disminuye las posibilidades de amortización en el tiempo y su utilización para varias elecciones.

Con relación al escrutinio provisorio, es más rápido con las máquinas de votar, pero hace más compleja la tarea de los fiscales partidarios y la real supervisión de la contabilización del mismo (la máquina cuenta con un dispositivo de lectura de chip y sumatoria al modo de las cajas de supermercados). Los fiscales partidarios tienen dos opciones: confiar en que el sistema funciona perfectamente y realiza las cuentas sin errores, o contabilizar sus propios conteos. El sistema electoral se funda en el control ciudadano y partidario, es vital que esto pueda realizarse, incluso sin ningún tipo de conocimiento técnico o específico. Digamos que esto se garantiza con la utilización de boletas únicas de papel, siendo sencillo el control del escrutinio de la mesa tomando categoría por categoría y verificando la marca efectuada por el elector, aunque no desconocemos el tiempo que demanda. Los tiempos del escrutinio provisorio (fundamento para la reforma) no deberían ser un objetivo que anteceda a la certeza que nos da el control de fiscales partidarios en el conteo de la mesa.

En cuanto al cuidado de la ecología, al contar con todas las boletas únicas impresas luego de su utilización, es posible su venta y reciclado (aproximadamente 200 t, en 2015). Mientras que esto no sucede con las boletas electrónicas (que además de ser de cartón cuentan con un chip) lo que haría inconveniente su reciclado. Otro aspecto a considerarse es la obsolescencia de las máquinas, su destino como basura electrónica, incluyendo sus baterías de litio y las posibilidades y costos de reciclado.

Si bien no esta aún totalmente definido cómo será el sistema de votación con boleta electrónica, podemos advertir que los sistemas informáticos son falibles, y debería garantizarse su perfecto funcionamiento. Los especialistas informáticos y en seguridad han advertido insistentemente sobre la imposibilidad de garantizar la inviolabilidad, el secreto y la auditabilidad de estas formas de votación con dispositivos electrónicos. Han demostrado la posibilidad de: cambiar o conocer el sentido del voto con dispositivos a distancia, de generar el “multivoto” -esto es que algún candidato reciba más de un voto en cada lectura-, el uso de aplicaciones en celulares para conocer la elección del votante (y continuar con el clientelismo). Si analizamos la experiencia con la empresa Magic Software Argentina (MSA) en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, detectaremos que fue posible el ingreso a los servidores (incluso desde IP registrados en los EE.UU.) y hubo unas horas en las que no se recibieron resultados.

Asimismo, los riesgos de vulnerar los resultados deben analizarse desde una mirada de escalas: si bien muchos argumentan que con la boleta única papel, una autoridad infiel en connivencia con los fiscales podría alterar los resultados de una mesa (máximo unos 300 votos), en el caso de un solo hacker o grupos contratados a ese fin, la alteración podría ser masiva y el daño total, incluso indetectable.

Otra cuestión no menor en el proyecto nacional que cuenta con media sanción, es que no establece un “plan B” en caso que no fuera posible su implementación en todo o parte del país. El proyecto original establecía que en aquellos lugares donde no se pudiera utilizar el nuevo sistema se continuaría con la boleta partidaria o sábana. Es importante entonces destacar que lo más adecuado, a nuestro entender, es que se apruebe la boleta única y luego -en tanto se logren cumplir las etapas y auditorías necesarias-, se realice una implementación progresiva de uso de tecnología.

En resumen: si te ofrecen un sistema más seguro, confiable, probado, auditable, barato, ecológico... ¿Qué elegís?

(*) Abogada, especialista en Gestión Estratégica de organizaciones públicas. Miembro Honorario del Foro Federal de Organismos Electorales, ex secretaria Electoral de la provincia de Santa Fe.