llegan cartas

“Alcanzaría con ponerle amor a cada gesto”

MARGARITA GIORDANINO DE CASIM /

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A la Sra. Mirta Sattler, le digo: ¡Sí! hace falta “Mirarnos con otros ojos”. Su mirada respetuosa tiene la apacibilidad de la verdad, pulcritud en sencillez y concisión y, por sobre todo, la sabiduría que le dio la triste estrechez, honda y opaca de vivir y sentir la pobreza, y hoy, expresada con la grandeza de una liberalidad madura. Usted dice: “Alcanzaría con ponerle amor a cada gesto...”; ¡pues claro que sí: tan bello por significativo!, expresión abrazadora y abrasadora, contenedora y compasiva, de una mueca con estados de ánimo, donde cabe y anida el hacedor artífice de hasta imposibles: el Amor.

El 18 de octubre, Día Mundial de la Alimentación, fue una jornada para saludables reflexiones destinadas a trastrocar hábitos alimentarios, enriqueciéndolos. Pero: ¿cómo habría de darse una celebración sabiendo que...? es una necesidad básica sin satisfacer en partes del mundo, en Argentina -país productor de alimentos por la labranza de recursos-, en Santa Fe y ¡aquí!, nuestros ojos con miradas agudas de conmiseración, viven escaneando, denunciando, anunciando y casi decretando una emergencia alimentaria. ¡Tristísimo! Es que en esos vaivenes de incertidumbres más que certezas, que columpian, abruptamente, de omnipresencias a casi ausencias y que oscilan, escondidas, rebeldes y hasta sumisas, entre una corrupción enquistada y anquilosada en las esferas más altas, con esperadas promesas postergadas por incumplidas, por la lectura de porcentajes ilegibles (¡Sí! es que los % solos resultan ilegibles, mida quien los mida...), 34,5 % de pobreza resulta que son 8.700.000 personas (entre mujeres, hombres, jóvenes, adultos, ancianos, niños); y 6,9 % de indigencia, unas 2.300.000 almas, según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA. ¡Por favor! que el Señor acompañe para que se pospongan, descorriéndose hasta plegarse, las apetencias apresuradas de las agendas políticas, para que, por ahora, no se piense en elecciones venideras y ¡sí! se piense como necesidad con la preocupación y el compromiso para quienes, un día entregamos nuestra confianza. Que se piense, celosa y cuidadosamente, en las generaciones presentes y futuras. Allí, están los hijos nuestros con sus hijos, nuestros nietos ¡con herencias de inseguridades! La Iglesia en la voz de sus homilías eleva un llamado suplicante “a no ser indiferentes ante el dolor de tantos hermanos”. Es que aparecen como naturalizados y hasta con tolerancia social, sistemas perversos, junto a otras “indigencias espirituales-existenciales” más que “pobreza estructural”, que busca justificar todo, amparándose y vinculándolo con lo cultural. Vemos que una mendicidad dolorosa junto a recursos de asistencia en comedores, merenderos, paraderos, contribuciones, en fin... solidaridad, mucha solidaridad del gran pueblo argentino, no alcanza a contener y dar respuestas suficientes a las carestías de la pobreza. Pienso... digo... ¿no sería posible que el dinero dulce y fácil producto de la dañina corrupción, u obtenido a través de actividades constituidas ilegalmente como lo es el poderío de la narcoeconomía, que esas abultadas y profusas ganancias, sean motivo de decomiso con un marco legal, nacional y/o internacional claro y preciso, para que puedan llegar, aunque, exiguamente, para hacer sentir el olorcito humeante de un tazón con una espesa sopa, acercado por el jornal feliz de un papá, de una mamá a esa mesa ¡tantas veces vacía! o para sentir el placer gozoso de una ducha calentita o para sanar débiles cabellitos “desgreñados”...

¡Gracias, muchas gracias, querido diario El Litoral!