LITERATURA EN TWITTER

Narrativa en 140

Por Cecilia Chiaramello (*)

Pensemos en un gran rompecabezas literario, siempre incompleto, en el que el número de jugadores es altísimo y cambiante. Los jugadores -usuarios- pueden desaparecer y aparecer sin infringir ninguna regla y pueden jugar con varias identidades. Están los que participan con piezas propias, y los que reutilizan las piezas de otros usuarios para jugar. Los jugadores pueden jugar todas las veces que deseen, pero sólo cuentan con 140 tiros por partida. Las jugadas no se pierden a menos que los participantes quieran eliminarlas.

¿Puede Twitter convertirse en ese gran juego literario? ¿Podemos referirnos a un tipo de literatura propia de Twitter?

Twitter es una de las plataformas de uso online más requeridas de la actualidad. Sus horizontes como red de comunicación global son siempre alentadores por una simple razón: interpela a sus usuarios con una pregunta personal y directa: ¿qué está pasando?

Y por supuesto a los usuarios les pasan cosas todo el tiempo. Siempre hay algo que decir, un hecho para mirar, una palabra ajena para multiplicar, para apropiar. La particularidad de Twitter es el límite en el empleo de caracteres. 140 para desarrollar una idea, un concepto, un chiste, relatar una noticia, hacer gala de la ironía o acompañar una imagen. Aun con esta característica, ¿puede convertirse en una herramienta literaria?

Lo cierto es que existe cierta producción literaria pensada para y desde Twitter. Así certámenes como #TuitsNovelas o #TwitterFictionFestival son ejemplos de este nuevo género, híbrido, variable y accesible al gran público.

En cuanto a las características distintivas de estas producciones, el primer reto es el de la economía del lenguaje. Escritura directa, breve, sencilla y concentrada, que invite a leer el siguiente tweet. Escritores como Sean Hill o Nicholas Belardes, pioneros en lo que podríamos denominar Tuiteratura, publicaron sus novelas en esa red social como una especie de folletín 3.0, tweet a tweet.

En segundo lugar, el binomio twitter-literatura plantea una nueva organización de la lectura. A pesar de las discusiones y dispositivos, el e-book respeta la forma de libro, incluso el concepto mecánico de dar vuelta la página. En cambio, una novela narrada en Twitter propone otra manera de dirigir la mirada, una lectura fragmentada donde la progresión es de abajo hacia arriba.

Otro de los rasgos particulares de Twitter es la posibilidad interactiva de establecer una relación de trabajo colaborativo entre escritor y lector. Así el autor Neil Gaiman invitó a sus seguidores a una suerte de construcción narrativa online, en la que proponía la primera frase de la historia y los seguidores la continuaban, convirtiéndose en productores de sus consumos, en verdaderos prosumidores.

De todos modos, la condición por excelencia de esta plataforma es la escritura limitada y la fragmentación, el saber que a los 140 caracteres se termina la oportunidad. Tal vez allí, en el límite de sus posibilidades resida la riqueza de esta nueva producción literaria; en conocer hasta dónde puede utilizarse, hasta dónde puede extenderse.

En efecto, Twitter habilita a los usuarios a utilizar sus cuentas, como un nuevo espacio de producción literaria (o en su defecto intentarlo). Conjuntamente posibilita el rescate de lo existente, de lo clásico siempre actual. En primera instancia, para entender este acercamiento a lo clásico debemos destacar la presencia de cuentas como BorgesJorgeL, JulioCortazar o NerudaQuotes que rescatan fragmentos de obras de autores que perseguían o naturalmente lograban la coherencia y la unidad textual.

Entonces la pregunta ¿qué está pasando? puede responderse desde palabras de otros, rescatando fragmentos, momentos, palabras, diálogos y reflexiones liberadas de cualquier hilo conductor. En consecuencia, una frase de Borges puede ser utilizada por un seguidor para lamentarse por las víctimas de un atentado terrorista, por otro para llorar un amor perdido, para reírse de una trivialidad personal o para pedir la renuncia de un ministro.

Entender la utilización que los usuarios hacen de esos fragmentos es una tarea casi imposible. Sin embargo, el desafío es observar ese fragmento fuera de su contexto original de publicación. De hecho Twitter, ese gran muro público, se convierte en un contenedor de mensajes esencialmente opuestos, a los que iguala y asemeja. Es en esta red social donde un verso de Neruda puede ubicarse en el medio de una publicidad y una noticia, o una descripción de Cortázar (quien por su obsesión por los segmentos narrativos separados hubiera sido un gran twittero) posicionarse entre un GIF y un escándalo farandulero.

Más allá de cómo se publican y leen estos fragmentos, Twitter posibilita una novedosa manera de transcribir obras clásicas, una vuelta más en el camino del papel a la pantalla, un esfuerzo más por desfragmentar los fragmentos. Por ejemplo, cuentas como Rayuela Proyect y 62 Proyect, convirtieron todos y cada uno de los párrafos de “Rayuela” y “62/ Modelo para armar” en tweets. Del mismo modo, es posible leer el “Ulises” de James Joyce, o el “Quijote” en 177.000 tuits.

En definitiva, las capacidades técnicas de esta plataforma permiten la publicación, la circulación y multiplicación de todo tipo de literatura. Entonces, podemos considerar el fenómeno como una nueva modalidad de pensar y de hacer literatura, y a su vez como un nuevo camino para acercarnos a lo creado.

Twitter se constituye como un rompecabezas, que a la manera de un trabajo artesanal, permite transcribir -en un espacio limitado- todos los clásicos de la literatura y replicarlos hasta el infinito de la red. Quizás el desafío sea abordarlo como una infinidad de mensajes con una finitud de letras, como un gran abecedario, como un nuevo lenguaje.

(*) Lic. en Ciencias de la Comunicación. (UCSF) @CeciChiaramello