Tribuna de opinión

Una bochornosa primera educadora de su hijo

Pedro Bayúgar

Esta semana, y con motivo del despido sin causa o sin expresión de causa, de una profesora de música del nivel primario de la Escuela Dante Alighieri de nuestra ciudad, el Sadop (Sindicato Argentino de Docentes Particulares) realizó un ruidoso acto de repudio y protesta en la puerta de dicho establecimiento, con banderas, cánticos y hasta bombos y redoblantes.

Como muchos lo sabrán, el Sadop se encuentra empeñado en lograr una ley contra los despidos arbitrarios, que transita los últimos pasos en el Senado de nuestra Legislatura.

Visibilizar este despido arbitrario en una escuela céntrica de nuestra ciudad, aparecía como lógico y apropiado al momento de la lucha por esta ley, que precisamente pretende dar “protección contra el despido arbitrario” (como dice nuestra Constitución Nacional), a los docentes de escuelas privadas.

Bueno es recordar que este emprendimiento legislativo del Sadop ha recogido el apoyo y voto de tres cuartos de los diputados y la abstención del resto, pero también ha sumado en su apoyo a la Internacional de la Educación, a la Federación Latinoamericana de Trabajadores de la Educación y la Cultura, a la CTA, a la CGT, a la Festram, Amsafe, centros de estudiantes, insignes personalidades como Osvaldo Bayer, Hugo Yasky, Ricardo Olivera, Sonia Alesso, Sergio Palazzo, sin olvidar a todos los máximos dirigentes del Sadop, de la Federación Docentes de Chile, de Uruguay, de Brasil y muchísimos artistas de nuestro medio o que actuaron en nuestra ciudad, que posaron con el expreso apoyo a esta iniciativa de justicia.

En este clima de movilización convocante, el Sadop le incorporó a la ruidosa calle 25 de Mayo un sonoro reclamo frente a la mencionada escuela, que lógicamente pretendía llamar la atención de los ocasionales transeúntes, pero fundamentalmente buscaba llamar la atención de esa comunidad educativa frente a una arbitrariedad patronal contra uno de sus miembros o ex miembro...

Por el horario elegido, también algunos padres de alumnos del establecimiento fueron testigos del escrache, asumiendo algunos una actitud indiferente y otros, sin saber mucho de lo que se trataba, repudiaron la movida gremial, interpelaron a los participantes y hasta insultaron a los militantes del Sadop.

De los que increparon a los manifestantes, una mujer exasperada se dirigió al grupo a los gritos, diciendo: “Esto no es cosa de docentes...”, “vayan a trabajar ladrones...”, “ustedes no son docentes son camioneros...” y culminó “ese negro de mierda, no es docente...”, refiriéndose a Omar, un corpulento manifestante, morochito él, que hacía sonar insistentemente su bombo.

Omar, además de morochito, es profesor de Filosofía y Teología, dirigente del Sadop y docente en actividad, en escuelas estatales y privadas. Su personalidad, superado el asombro -como el de todos los demás compañeros-, lo llevó tan sólo a dedicarle una sonrisa..., tal vez compasiva, directa al corazón de la irascible madre.

El sistema educativo argentino muestra orgulloso esporádicos frutos de inclusión, en algunos casos en que, personas con Síndrome de Down han logrado diplomarse con títulos docentes.

Si esta madre descalifica a los morochos para la tarea docente, ¿cómo trataría a estos docentes con capacidades diferentes...?, ¿podríamos imaginarlo?

¿Qué le habrá molestado a esta madre, además de que Omar fuera morocho, que escracharan a la patronal de esta escuela? ¿Será parte de la misma? ¿La exasperó el bombo peronista increpando a la escuela de su hijo? ¿O le molestó que un grupo de docentes reclamara legítimamente por sus derechos, sin que le hayan pedido permiso?

Felizmente, esta madre no tiene ninguna responsabilidad social ni política, no es Pichetto ni Lanatta, aunque sí lamentablemente aprendió rápido la intolerancia de aquellos que no soportan que los trabajadores tengan derechos, que los defiendan con el método que ellos mismos eligen, que se hagan sentir socialmente..., que el silencio no pueda disimular impunemente las injusticias de los poderosos, que en esta misma sociedad convivamos los que pensamos diferente y actuamos diferente, sin que -hasta ahora- nadie lo pueda impedir, ni aun esta madre, bochornosa primera educadora de su hijo.

(*) Secretario General de Sadop Santa Fe