llegan cartas

Educando al pueblo

MARGARITA GIORDANINO DE CASIM

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Continuando con mi carta publicada el 4/11: grandecitos, con sempiterna memoria, esos MNN, sapientes y lúcidos siguen, hasta hoy, perpetuados en monumentos incólumes de homenaje a la: vocación imperecedera, destacada labor en valiosos aportes, rectitud, al valor rico de la palabra empeñada por pronunciada, perseverancia, saludable compañerismo, compromiso, modales solícitos, inmaculada presentación personal con guardapolvos almidonados (sí, con almidón cocido). Cuidado léxico en el trato respetuoso y en las apreciaciones justas en las carpetas de seguimiento; constructores de planificaciones minuciosas donde secuencias lógicas y psicológicas iban complejizándose a cargo de grados múltiples; ejemplar fuerza movilizadora en presencia puntual y activa, en fin... ¡están firmemente en pie!, conquistaron en idílico encuentro, lo mejor para la epocal excelencia educativa. Fueron “soles de Mayo” -diría mi espiritual mamá-. Sus aulas grandes iluminaban un clima obrero y agradable, sin tantos pero ¡sí! buenos psicologismos, sin patologizaciones, ni medicalizaciones, sin esos rótulos que cada año que pasa se “voligoman” más y más... ¡Sí!, seguirán vistiendo ¡por siempre! la blancura de su alma, sentirán emociones renovadas ante el victorioso flamear y el arrío silencioso de los blancocelestes, acompasados con el “¡Oíd, mortales!, el grito sagrado: ¡libertad! ¡libertad! ¡libertad!”. Su laboriosidad trasuntaba engendrado patriotismo en actos de esmerada preparación, con toda la comunidad el mismo día de la fecha patria...

Estoy segura de que el Sr. Rubén Magnago, como los demás, gozaba de ¡mucha ascendencia! y fue testigo de algún “pedidito de manos”, preludio del compromiso formal y posterior casamiento. ¡Están tan vivos!... se iniciaron en lejanías calladas de poquedad, de aridez hosca en caminos de ocre greda, rebordeados con la abundancia de bosques y montes nativos, hoy, uniforme vastedad sojera glifosatada..., de recreaciones tertulianas prolongadas, en el cuartito de las pensiones húmedas de nostalgias. Aún conservan el colorado furioso y penetrante de un ardiente norte, perdurable, montaraz y quebrachero, latifundio feudal que miró el desplazar de los criollos ante la ocupación de la Forestal o... hasta las melazas rubias de las cañas en Florencia y, los palmares... ¡Llegábamos en El Norte!, plenos de ilusiones a efectivizar la primera orden de toma de posesión. Recuerdo a mi prima Belkys viajando con sus tres hijitos. Y mi llegada... el 9/12/74, a la Nº 547 de Campo Althaus -Dpto. San Javier- con la dirección, durante tres generaciones de alumnos, del Sr. Ricardo Prez; pensionaba en Malabrigo, en casa de doña Herminia Kerz. ¿Qué nos diría, hoy, Sarmiento, que quiso hacer de la república una gran escuela? Sostenía que “para tener paz en Argentina era necesario educar al pueblo; primordial preocupación de un gobierno ha de ser: educar, educar y más educar”. En 1869, importó 64 profesores estadounidenses, 60 fueron heroicas mujeres, elegidas por benignidad, calidez y (porque se les pagaba menos). Fundaron 30 escuelas normales, la 1a. Escuela Normal Prof. José M. Torres, en Paraná, y el 23/6/1906, la Normal Mixta de Santa Fe. Deseamos entregar otras propuestas para la novísima ley, aunando, humildemente, multiplicidad de voces, para seguir construyendo una escuela atractiva, actualizada, con niños que investigan, crean, autores y ¡lectores!, protagonistas en el hacer y el ser, utilizando las TIC combinadas con recursos tradicionales, despertando deseos de seguir aprendiendo en esta sociedad del conocimiento. Pensamos que debe acerrojarse, tenazmente, la escuela al mundo del trabajo; continuar con las instancias de capacitación y perfeccionamiento, como Escuela Abierta, que permite/n reflexionar, en silencios del corazón, acerca de las prácticas docentes, enriqueciéndolas, o pensando propuestas “disruptivas” de su vida en tiempos y espacios por de más de tradicionales. Sugerimos llamar ¡UPA!, a esa universidad formadora “Para lo Humano”, con ánimo ternísimo de la interjección y premura amorosa del alzar “a upas”...

¡Muchas, muchas gracias!