Hugo Pardo Kuklinski y su visión de la educación

“Es absurdo mover 200 cuerpos para escuchar una clase teórica”

  • Habla del “docente intraemprendedor” y de generar una startup en el aula, ideas provenientes del campo empresarial. “El docente del siglo XX tenía un rol, era un poco el nexo entre el conocimiento y el estudiante, pero eso cambió”, diagnosticó el especialista.
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Pardo Kuklinski sostiene que el teórico de la universidad argentina es “obsoleto”, sigue “concentrando la energía en los contenidos y relega la experiencia pedagógica, cuando debería ser al revés”.

Foto: Guillermo Di Salvatore

 

Mariela Goy

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Twitter: @marielagoy

El investigador argentino radicado en España, Hugo Pardo Kuklinski, doctor en Comunicación y director de Outliers School, habla de conceptos como “intraemprendedor”, “startup”, “laboratorio”, “design thinking”, “gamificación”, “red”, más vinculados al mundo empresarial y al diseño de la comunicación digital que a la educación, para la cual resultan términos ajenos.

Desde ese paradigma, presenta su diagnóstico del proceso de enseñanza-aprendizaje y sostiene que debe haber algunos cambios. Entre ellos, que los profesores tienen que modificar su estructura de enseñanza, que el más inteligente no debería ser el docente sino la “red” que se genera dentro del aula, y que hoy no hace falta “mover 200 cuerpos para escuchar una clase teórica cuando se puede hacerlo en ojotas desde una casa”.

Pardo Kuklinski estuvo en Santa Fe para dictar cursos y una conferencia invitado por la Universidad Nacional del Litoral (UNL), a través del Centro Multimedial de Educación a Distancia y la Facultad de Humanidades. En una entrevista con El Litoral explicó su posición, para quien quiera conocer, indagar o bien cuestionar esta corriente que explica el modo en que la digitalización impacta sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje.

—¿De qué tratan los conceptos que trajo a Santa Fe?

—La idea era un poco hablar de los “docentes intraemprendedores”. Si uno tiene una lección que aprender de estos 30 años de cultura digital o, mejor dicho, de “contracultura digital” es todo este concepto de startups, de creación de microempresas y de cómo esas empresas que nacen de dos o tres personas, incluso a veces sin recursos, se convierten en grandes emprendimientos y transformaciones sociales. Entonces, ¿qué pasa si pasamos de esa lógica de dos o tres personas que se juntan con una idea en la cabeza (Google, por ejemplo) y las lleváramos al mundo de la educación? Muchas veces, uno pone las responsabilidades afuera; incluso como docentes decimos: bueno, podemos hacer algo, pero no lo vamos a poder hacer porque el ministerio no nos va a dejar, porque la universidad no nos va a dejar o porque los alumnos no nos van a dejar. ¿Y qué tal si entendemos que somos una startup? ¿Que podemos armar en nuestro espacio académico un laboratorio y trabajar así? Entonces, el concepto es “intraemprendedores” y esto tiene algunas variables de cómo deberías trabajar, incluso en las escuelas: tenemos una experiencia muy grande en un bachillerato de Medellín (Colombia).

—¿Se puede aplicar este concepto en la universidad?

—Sí, claro que se puede. Como docente, pensando en cómo trabajas: piensas en las experiencias de los usuarios, que el aula es un laboratorio de acción, que tu rol en una asignatura no es sólo lo que pasa en el aula sino también afuera de ella, que la evaluación puede ser “gamificada” y más divertida, que los contenidos no son lo relevante porque ya están en la red, sino que lo relevante es la experiencia que tengas de interacción. Qué tal si uno piensa a los estudiantes como interfaces o como si estuviéramos diseñando una app: tenemos que hacerla rápida, usable, atractiva, linda, para que el otro la use y sea seducido por nuestra plataforma; por eso hablo de pensarse como una startup. Y creo que la educación necesita mucho esto. El docente del siglo XX tenía un rol, era un poco el nexo entre el conocimiento y el estudiante, pero eso cambió.

Cambio de roles

—Con el auge de la web, la escuela ya no tiene el monopolio del conocimiento, que ahora está al alcance de todos. ¿Es en esa resignificación que usted propone pensar de esta otra manera?

—Sí, totalmente. Si tu rol como docente dejó de ser el poseedor del contenido, te conviertes en otra cosa: en un diseñador de experiencias, en hacer que el conocimiento sea horizontal, distribuido y que tú te conviertas en quien permite que eso suceda. Pero claro, los “profes” no piensan en eso, sino en armar los contenidos, en los PDF, en los power point, y luego ver qué pasa en el aula. Seguimos concentrando la energía en los contenidos y relegamos la experiencia pedagógica, cuando debería ser al revés: porque si el contenido está en la red, ve a buscarlo y acá generemos otra cosa.

—¿Y cómo se puede generar esta “otra cosa” en el aula?

—Mil ejemplos: hablo del concepto de laboratorio (lab), donde la metodología de trabajo sea el pensamiento de diseño (design thinking). Es una metodología que te obliga -a partir de desafíos concretos y en un período breve de tiempo-, llegar a un prototipo de rápida ejecución y bajo presupuesto. Donde ejecutes algo concreto que sea tangible, real y lo puedas empezar a ejecutar el lunes. La teoría entra de manera intersticial o transversal en la resolución de problemas. Es decir: tenemos este problema, vemos cómo lo resolvemos, paso uno, paso dos, hagamos hibridación, pensemos cómo se resuelven los entornos industriales, hagamos como si fuéramos diseñadores. Eso tiene que ver con experiencias; los contenidos son secundarios porque vienen de la mano de cómo te ayudan a resolver ese problema. Todo lo que lo se llama “formación por proyectos” o “resolución de problemas” van en esa línea. Hay facultades de diseño industrial que lo vienen haciendo. Pero en las Humanidades hay más problemas, por la fuerza del teórico, de la lectura, de lo que llamo “experiencia monomediática”, donde todo está basado en el texto. Como alumno tienes que leer un libro, yo doy una exposición y me tienes que presentar un trabajo escrito. Ahora ¿por qué tiene que ser un escrito y no un microrrelato, un Pecha Kucha, una presentación, una TED, un playground, una infovisualización, un algoritmo de procesos? Siempre es: “entréguenme un trabajo de 20 páginas”. Todo eso tiene que cambiar, de mil maneras; es decir, no hay una sola alternativa de cambio.

—Nuestra formación siempre fue academicista, teórica, y usted le dice a un docente que “no importa tanto el contenido sino la experiencia que se genere en el aula”. Hay una tensión muy grande entre la forma y el contenido.

—Por eso hablo de “intraemprendedores”, te tienes que cambiar a ti mismo. Si tú tienes 30 años y te estás formando en educación, vas a tener que trabajar en los próximos 30 ó 40 años en otros contextos. Imaginate que Google tiene 18 años y la web tiene 25, y es una revolución. ¿Qué va a pasar en 20 años? ¿Vamos a estar todos con conectividad 8G y vamos a seguir dando teóricos? Me parece una experiencia absurda mover 200 cuerpos hasta un aula para escuchar una clase teórica. Es que podría hacerlo desde mi casa, en ojotas y la experiencia no cambiaría en nada. Sin embargo, sí movemos los cuerpos a una sala donde hay interacción. Hablo de docentes intraemprendedores, y también de alumnos intraemprendedores porque a veces el más conservador es el alumno. Vienen y te dicen: “Profe ¿esto entra en el examen’”, “Y el examen ¿cuándo es?”. Cuando los quitas de esa zona de confort se sienten incómodos. Yo creo que los teóricos tal cual se conciben en la universidad pública argentina son obsoletos.

 

Glosario

Startup: una compañía de arranque, incipiente o emergente.

Interface: significa, en informática, “conexión física y funcional entre dos aparatos o sistemas independientes”.

Gamificación: es una técnica de aprendizaje que traslada la mecánica de los juegos al ámbito educativo-profesional.

Pecha Kucha, TED, playground, infovisualización, algoritmo de procesos: cada uno tiene su definición pero en la nota son mencionados como diferentes formatos de presentación.

Brecha

—Uno tiene la sensación de que el avance tecnológico es tan grande, mientras que las instituciones -llámense escuela, universidad, etc.- vienen muy lentas, anquilosadas en esa materia.

—Hay como dos curvas paralelas: la de la innovación exponencial que va acelerada, y la curva de la adaptación cognitiva que viene más lenta; y el gap se agranda cada vez más. Es un problema, porque los mercados van más en paralelo a la curva de la innovación y no a la otra. Tú tienes dos opciones: cuánto más cerca estés de la curva de innovación exponencial, más preparado estarás para el mercado; cuánto más cerca estés de la curva de adaptación cognitiva, podrás ser usuario, pero, ¿estarás preparado para formar parte de las innovaciones? Probablemente no.

—En esto, ¿los chicos son mucho más rápidos que los adultos?

—Creo que no. Esto de los famosos “nativos digitales” o el concepto de screenager (nativos con las pantallas), creo que es un mito. Es decir, tienen un conocimiento muy intuitivo, muy natural de las primeras capas de trabajo: buscar en Google, usar las redes sociales, pero les falta ese conocimiento complejo; entender cómo moverse en la economía digital -por ejemplo-, cómo crear una marca personal digital, cómo diseñar redes significativas profesionales, como salir de Santa Fe al mundo sin moverse de aquí. Falta mucho, muchísimo de eso. Entonces es un mito esto de que los veinteañeros son unos cracks.

—No obstante, esa idea está muy enraizada en los docentes y tienen miedo de eso que usted propone -de hacer “otra cosa” en el aula- porque sienten que no van a poder con la tecnología, que van a hacer agua. Entonces se ciñen a lo otro, a lo conocido, al conocimiento teórico.

—Probablemente es eso, pero les digo que no van a hacer agua porque los chicos no están tan preparados como supuestamente se cree; y segundo que tampoco pasa nada. Siempre digo lo mismo: el más inteligente del aula no tiene que ser el profe, tiene que ser la “red” que se configura en el aula. Si hay una red que se configura, el profe es el “mentor” pero no el que siempre tiene la verdad. Juntar a éste con aquél, dar ideas, un poco lo que hace un buen director de medios. Esto el docente lo puede hacer tranquilamente, es cuestión de cambiar su mindset (mentalidad) de cómo dar la clase en el aula. Por eso, vuelvo al concepto de intraemprendedores. Si tú y yo tenemos una asignatura, pensamos que tenemos una pequeña starup, y la clase es una interface ¿cómo hacemos para diseñar algo que sea atractivo, seductor para los chicos, inspirador? Entonces, tenemos que pensar en que no es un problema de contenidos, sino de diseño de experiencias.

Perfil

Hugo Pardo Kuklinski es fundador y director general de Outliers School (2012-hoy), que propone un aprendizaje basado en resolución de problemas reales y “prototipado” de soluciones. Doctor en Comunicación por la Universidad Atónoma de Barcelona, profesor invitado del Human-Computer Interaction Group (Stanford University, 2007-2010). Produce digitalismo.com y entre sus libros más recientes se destacan: “Opportunity Valley, lecciones aún no aprendidas de 30 años de cultura digital” (2014), “Geekonomia. Un radar para producir postdigitalismo” (2010), y “Planeta Web 2.0. Inteligencia colectiva o medios fast foods” (2007).