La política en foco

¿ Y La Niña dónde está?

José E. Bordón

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Todos creímos, como decían los meteorólogos, que después de el fenómeno El Niño (lluvioso, como fue el final de 2016) venía La Niña. Esta última suele traer consigo un clima más seco de lo habitual. De hecho, ocurrió varias veces en distintos Estados de EE.UU. y América del Sur. Otrora, La Niña, un fenómeno que puede volver a trastocar los patrones climáticos y provocar estragos en el mercado de materias primas agrícolas, era aguardada para intentar mejorar aspectos de lo que dejó como resumen las inundaciones por lluvias en los primeros tres meses del año pasado. Eso no ocurrió. Por ejempo, meteorólogos de los gobiernos de Australia y Japón señalaron que El Niño tocó techo y perdió fuerza durante el primer semestre de 2016, a medida que las temperaturas se enfríen en el subsuelo del océano Pacífico oriental. Los especialistas, sin embargo, resaltaron que la versión de El Niño 2016, la más violenta desde la de 1997/1998, había causado para principios de diciembre un aumento de la temperatura de la superficie del mar, que en algunos lugares superó los dos grados centígrados, además de impulsar un alza de los precios de los commodities agrícolas como el aceite de palma, el azúcar y los lácteos. La experiencia indica que a menudo, El Niño es seguido por el fenómeno inverso, conocido como “La Niña”, aunque no hay certeza de que ello ocurra. La Niña se produce cuando se fortalecen los vientos orientales.

Si como dicen los entendidos, las últimas lluvias “están asociadas a los cambios propios del clima”, no podrían sorprendernos que todos los estudios conjuntos de diferentes instituciones apunten hacia esa dirección. Los expertos consultados coinciden en sostener que se está atravesando “un período de Niña fría y fase neutral”.

El investigador del Centro de Estudios de Variabilidad y Cambio Climático, Miguel Lovino, explicó que desde la década del 70 aumentó la temperatura y el promedio de lluvias “especialmente las lluvias intensas. Nuestra región es eje de una gran variabilidad porque está rodeada de muchos océanos”, aseguró. Cuando se lo consultó sobre las características del fenómeno este año, Lovino fue contundente. “Lo que estamos padeciendo es por un patrón de baja presión del océano Pacífico, independientemente de La Niña moderada en la que estamos. En los últimos 4 años la provincia sufrió 8 eventos de tormentas fuertes”, alertó.

Nadie deja de expresar que si continuamos en la denominada fase Niña , las lluvias deberían ser normales o levemente por debajo de lo normal. El problema, debemos admitirlo, es que hay otros patrones que generan estas lluvias a pesar de estar en un año de Niña débil.

La experta en agrometeorología del Inta Castelar, Lic. Natalia Gattinoni, comentó en declaraciones radiales, que el clima “sorprendió a todos” porque en los estudios conjuntos de diferentes instituciones se adelantaban precipitaciones normales a inferiores de lo normal para el trimestre enero-febrero y marzo. Era inevitable la consulta: ¿Hubo fallas en los pronósticos?. “Cuando se pretende ver más allá de los 15 días a veces no se pueden detallar eventos que pueden ocurrir en un momento específico. La naturaleza maneja sus tiempos más allá de que se ha avanzado en el conocimiento”. Según remarcó, de acá a fin de mes se esperan días de sol. En torno a febrero y marzo ratificó que “la mayor probabilidad es que haya menos lluvias”, pero ante la insistencia periodística admitió que “no se descarta” algún evento puntual.

Hay otros ambientalistas que aportan: Raúl Montenegro, biólogo, sostuvo que “la destrucción de los montes nativos y la falta de una política ambiental seria e integral son las principales responsables de la catástrofe hídrica”. Un dato es revelador: A Córdoba que tenía 12 millones de hectáreas de bosques hoy le queda menos del 5 por ciento.