editorial

  • Una semana después de decretar la movilidad de feriados de alto valor histórico y debido a las fuertes críticas, el presidente tuvo que rever la medida.

Feriados: debate y vuelta atrás

En apenas una semana, el gobierno nacional logró lo que parecía imposible: aunar criterios entre dirigentes políticos de buena parte del arco opositor, incluso de algunos grupos de su propio riñón partidario, en torno de una medida que dispuso por decreto de necesidad y urgencia, una modalidad que adoptó el mandatario para decidir rápidamente sobre cuestiones que -parece entender- no pueden esperar al debate en el Congreso.

Así, la eliminación de los dos feriados puente, fundamentada en las dificultades que ocasionaban para el cumplimiento del ciclo lectivo y el impacto en la competitividad del sector productivo, fue uno de los cambios que dispuso por esta metodología. Y si bien recibió el aval de comercio e industria, fue criticado por el sector de turismo. Sin embargo, el mismo decreto estableció como movibles varios feriados, entre ellos el 2 de abril, el 24 de marzo y el 20 de junio, tal vez como una forma de compensar la eliminación de los días puente y garantizar fines de semana largos a lo largo de todo el año.

Las reacciones no se hicieron esperar. Desde los sectores políticos de la oposición y, como se dijo, entre algunos grupos cercanos al PRO, la decisión fue duramente cuestionada. El gobernador de la provincia y la intendente de Rosario sumaron su reclamo por lo que consideraron “una falta de respeto” y “un grave error histórico”, respectivamente. En el caso de la ciudad del sur, además, se recordó que el pedido por devolver el Día de la Bandera a su fecha, sin modificaciones, fue una lucha que demandó varios años hasta que finalmente se restableció por ley en 2010.

Por su parte, organismos de derechos humanos criticaron en duros términos el cambio de criterio para el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Y autoridades locales de distintos puntos del país salieron a advertir que mantendrían la conmemoración de uno o todos esos acontecimientos en la fecha original.

Frente a semejante rechazo y exactamente una semana después, el mandatario decidió dar marcha atrás con los cambios y devolvió su carácter de inamovibles a las tres jornadas mencionadas.

Desde que se establecieron los feriados puente, con el objetivo de promover la actividad turística aún fuera de la temporada alta, se escucharon opiniones contrarias desde sectores vinculados a otras actividades económicas, precisamente aquellas que deben optar entre cerrar sus puertas durante varios días o pagar horas extras a sus empleados en caso de que decidan abrir.

Pero la modalidad de un decreto de necesidad y urgencia, si bien es prerrogativa del gobierno nacional, no parece la más adecuada para decidir sobre temas de alto valor histórico y simbólico como la modificación del carácter de jornadas de semejante importancia. Es evidente que la explicación esgrimida en un primer momento por el gobierno nacional, particularmente sobre el 24 de marzo, acerca de la conveniencia de tener abiertas escuelas e instituciones durante esa jornada para profundizar la reflexión sobre la fecha, no alcanzó para convencer a propios ni ajenos. Y por eso, oportunamente, aunque lejos de haber aplacado del todo los recelos que generó, la medida tuvo que ser enmendada.