ONG israelíes temen por las libertades democráticas

Israel rechazó ingreso a empleado de HRW

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El integrante de la organización Human Rights Watch, Omar Shakir.

Foto: Captura de internet

 

Télam - EFE

Unas quince ONG israelíes condenaron la decisión de su gobierno de negar una visa de trabajo a un empleado de Human Rights Watch (HRW) por razones políticas y han mostrado “gran preocupación” por las libertades democráticas en el país en un comunicado conjunto distribuido en la víspera.

La respuesta de las ONG se produjo luego que el gobierno israelí decidió negar el visado de trabajo a Omar Shakir, un estadounidense nacido en Irak, uniéndose así a Venezuela, Siria, Cuba, Sudán y Egipto en el exiguo y mal visto grupo de países que se cierran a la ONG humanitaria.

El Estado de Israel sumó también el repudio de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Ravina Shamdasani, por la sentencia de 18 meses de cárcel a Elor Azaria, al soldado israelí que mató hace dos años a un palestino herido, inmovilizado y ya inofensivo.

Shamdasani aseguró, en una nota distribuida a través de su portavoz, que la sentencia era “inaceptable” y se enmarcó en la “larga cultura de impunidad” que reina en Israel.

En el caso de Omar Shakir, el trabajador de HRW, entre las organizaciones humanitarias israelíes preocupadas con el cierre de Israel a su ingreso, se cuentan Breaking the Silence, Betselem, Bimkom, el Centro Adallah y la sucursal local de Amnistía Internacional (AI).

El documento expresó la solidaridad con HRW en la creencia de que Israel “desea ser miembro del club de países democráticos” y que para ello debe respetar las libertades democráticas.

Las organizaciones afirmaron que un Estado que se define a sí mismo como democrático no puede imponer un “férreo control” de sus fronteras.

Razones oficiales

Para negar el visado, la cancillería israelí alegó que “las actividades públicas e informes de HRW se adentran en la política” y están “al servicio de la propaganda palestina” porque la ONG “alza falsamente el estandarte de los derechos humanos”.

Pero después de la condena de las ONG, el portavoz del ministerio de relaciones exteriores, Emanuel Najshón, aclaró que Shakir “puede por supuesto entrar en Israel con visado de turista”, y que “en cuanto al visado de trabajo, el asunto será revisado de nuevo por las autoridades si es que la decisión es apelada”.

En cuanto al repudio por la leve condena que recibió Azaria, Shamdasani aseguró en rueda de prensa que el que estaba “muy afectada” por una sentencia “tan indulgente a un soldado israelí condenado por el asesinato ilegal de un palestino herido en un aparente ejecución extrajudicial de un hombre desarmado que no era ninguna amenaza inminente”.

Israel respondió de inmediato y dijo que las declaraciones del Alto Comisionado constituyen “una nueva prueba de la moral deforme que reina en el Consejo de Derechos Humanos”, según declaró a medios locales el ministro de Defensa, Avigdor Lieberman.

Azaría, de 20 años, fue condenado el martes último a 18 meses de prisión por matar de un disparo en la cabeza a Abdel Fatah al Sharif, un palestino de la misma edad cuando estaba en el suelo herido e inmovilizado tras supuestamente atacar con un cuchillo a otro uniformado en Hebrón en marzo 2016.

“La sentencia ... puede socavar la confianza en el sistema judicial y refuerza la cultura de impunidad”, subrayó sin embargo Shamdasani, quien la comparó con las ‘condenas a tres años de prisión para niños palestinos por lanzar piedras a coches‘.

Marcha de palestinos

También ayer, una marcha conmemorativa de cientos de palestinos por la masacre perpetrada hace 23 años por el colono judío Baruj Goldstein, rabino y médico, en la ocupada ciudad cisjordana de Hebrón, derivó en una serie de enfrentamientos con los soldados israelíes.

Los palestinos se enfrentaron a las fuerzas militares y policiales en las proximidades de la calle Shuhadá, desde la que trataron de llegar a la Cueva de los Patriarcas en la que ocurrió aquella tragedia, informó la radio pública.

Según otros medios locales citados por la agencia de noticias EFE las fuerzas israelíes reprimieron la protesta con gases lacrimógenos, granadas de estruendo y cañones de agua, sin que hasta ahora se haya informado de víctimas.

Veintinueve palestinos murieron en 1994 cuando el colono Baruj Goldstein, médico de profesión, entró en la mezquita de Ibrahim -la sección musulmana del recinto sagrado- y acribilló a los fieles que rezaban allí antes de morir en la golpiza de los restantes participantes de los rezos.

Las medidas de seguridad que Israel aplica en esa zona de Hebrón, donde aún peregrinan anualmente los extremistas que veneran a Goldstein, son extremas y ha llevado al cierre de varias calles, entre ellos la emblemática Shuhadá. Los manifestantes exigieron la apertura a los palestinos de esa vía y el desmantelamiento del “gueto” en el que se ha convertido, y pisotearon una gran pancarta con la fotografía de Donald Trump, a la que también lanzaron zapatos, uno de los gestos de desprecio más elocuentes en el mundo árabe.