Un día como hoy

Se cumplen 9 años del inicio del conflicto más trascendente de la historia reciente entre el campo y un Gobierno nacional. Casi una década después, el sector sigue intentando levantar cabeza.

Federico Aguer

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Un día como hoy se iniciaba una de las pujas más trascendentes de nuestra historia reciente: el conflicto con el campo. En aquel 2008, luego de dos días de bloqueos a los puertos por protestas de los productores ante la prohibición de exportar trigo, el Gobierno anunciaba un nuevo esquema de retenciones móviles para las exportaciones de soja, girasol, trigo y maíz, cuya tasa se modificaría en función de los precios internacionales. Las “retenciones móviles”, hacían su entrada a la escena pública.

Al día siguiente, la Mesa de Enlace lanzaba su primer paro, suspendiendo la comercialización de carnes y granos, con el agregado de bloqueos de rutas en varios puntos del país. Horas más tarde, el entonces ministro de Economía (y actual embajador ante los EEUU), Martín Lousteau, insistía que “no iba a haber absolutamente ningún cambio” en el esquema de retenciones. La respuesta se plasmó en más movilizaciones y cortes de rutas en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.

Como si fuera poco, la ex presidente, a través de la cadena nacional, echaba más nafta al fuego al tildarlos como “los piquetes de la abundancia” y aseguraba que no se iba a dejar extorsionar. La respuesta: más cacerolazos e incidentes con manifestantes leales al Gobierno.

La intransigencia oficial choca contra un reclamo que crece y que se manifiesta en Rosario, Gualeguaychú y Buenos Aires de forma masiva, sin banderas partidarias.

Finalmente, el conflicto llega al Congreso Nacional, donde se impone por 129 votos. Al enviarse a Senadores, el vicepresidente Cobos pronuncia su voto “no positivo” contra el proyecto.

Luego de una pulseada que dividió al país -de manera totalmente innecesaria e injustificada- y que se prolongó por extensos y agotadores 127 días, se deroga la conflictiva resolución. La pírrica victoria del campo se festejó poco. La imposición de un modelo de monocultivo fue asfixiando al sector, sacando del juego a muchos pequeños productores y agravando una crisis económica, social y ambiental que todavía hoy padecemos.