Después de un robo

El optimista de la tijera

Se llama Leoncio y es peluquero. Ayer le desvalijaron su negocio. Hoy, atendía a sus clientes con una gran sonrisa.

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“Hay que seguir trabajando... no queda otra”, dijo Leo.

Foto: Danilo Chiapello

 

Danilo Chiapello

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“Y bueno... acá estamos arrancando el martes con una sonrisa. Porque los clientes no tienen la culpa de lo que me pasó”, dice Leoncio sin perder ni un minuto en el corte de pelo que le está realizando a un muchacho.

Son las 10 de la mañana y dos hombres llegan hasta el Salón Leo para hacerse atender. El recibimiento del peluquero no puede ser mejor. Amable y con una broma. Pareciera que este profesional hizo del dicho “al mal tiempo buena cara”, un modo de andar en la vida.

Cuesta aceptar que hace apenas algunas horas esta peluquería ubicada en Javier de la Rosa al 400 (corazón de barrio Guadalupe) fue desvalijada.

En la madrugada de la víspera, autores ignorados forzaron la puerta de ingreso y se llevaron “todo lo encontraron a mano”, refirió Leo.

No me dejaron nada

* “La verdad es que me dejaron en pelot.... Se llevaron desde mis elementos de trabajo hasta mis cosas personales. No me dejaron nada”.

“Las implementos que uso en la peluquería son caros, porque eran nuevos. Hay que renovarlos siempre. También se llevaron toallas, relojes, bidones de shampoo... hasta un cuaderno donde había fotos de mi hija”, relató.

“Sacaron incluso unas herramientas de albañilería que ni siquiera eran mías, sino de unos amigos que estaban haciendo una reparación”, agregó.

“Lo único que se salvó es el televisor porque es uno de los ‘cajones' viejos. Ésos no les gustan a los ‘chorros'. Si hubiese tenido un pantalla plana seguro que también lo cargaban”, reflexionó.

“Si quiero reponer todo lo que tenía, debo gastar una suma cercana a los 50 mil pesos”.

Colegas solidarios

—¿Cómo hiciste para ponerte en marcha tan rápido?

—Por suerte tengo amigos “de oro”. Ni bien se enteraron algunos colegas me llamaron y se solidarizaron conmigo. Me prestaron algunos elementos y otros tuve que salir a comprarlos. Pero al menos pude abrir el local. Así y todo tengo máquinas que van a durar lo que aguante su batería, porque me robaron hasta los cargadores -dijo.

En su relato, Leo narró un dato revelador:

“Esta es la segunda vez que me roban en tres meses. La anterior no alcanzaron a llevarse mucho porque un vecino los vio (a los ladrones) y llamó a la policía que después los agarró.

Ahora, voy a poner rejas y alarmas además de asegurar el local.

Caos en la comisaría

El mal momento de Leoncio no quedó solo en el robo de su local, sino que tuvo una impensada derivación en la seccional 8ª.

* “Después del robo, la policía vino hasta acá y un agente me tomó la denuncia en un papelito. Después yo me acerqué hasta la comisaría para hacer formalmente la denuncia, pero me encontré que allí todo era un caos. Me dijeron que al comisario lo habían sacado, que estaba la gente de Asuntos Internos, no sé... y cuando pregunté sobre mi denuncia nadie tenía ni idea. Entonces pensé: no tiene sentido perder el tiempo. Y así que me volví para mi local. Hay que seguir trabajando... no queda otra”, cerró.