La política en foco

En busca del cambio de expectativas

Gabriel Rossini - @taperossini

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¿Qué habrá pasado por la cabeza de los trabajadores suspendidos de General Motors cuando vieron al presidente de la Nación anunciar un plan de inversiones para duplicar la producción de la industria automotriz en el año 2023? Lo mismo para los obreros de casi todas las terminales del país que están pasando por la misma situación, uno de los sectores más afectados por razones internas y externas.

Según la Asociación de Fábricas de Automotores, la producción automotriz cayó 10,2 por ciento en 2016. En febrero de 2017, en tanto, el descenso fue del 29,7% respecto de igual mes del año anterior y 10,2% en relación con enero. Y las exportaciones mostraron una caída interanual del 8,8%, aunque crecieron respecto de enero. En contraste, las ventas aumentaron porque se incrementaron las importaciones de automóviles.

En realidad, el acuerdo con el sector automotor -de la misma manera que el anunciado con los gremios y empresas del sector energético para Vaca Muerta- apunta más a intentar revertir la caída de las expectativas que a una mejora real en el corto plazo de la actividad económica, que no se reactiva sólo con buenas intenciones. Es loable que el gobierno piense en el desarrollo de la industria automotriz para los próximos años, pero cualquier argentino sabe que el largo plazo en este país es la próxima Semana Santa.

Nadie duda de que algunos sectores de la economía empezaron a reactivarse. Eso es una buena noticia. Por ejemplo en la provincia de Santa Fe -tal como lo informó el Ipec este viernes- la actividad económica creció el 1,7%, impulsada fuertemente por el complejo oleaginoso instalado en el sur provincia durante los primeros meses. También es cierto que en el sector de la maquinaria agrícola la actividad se reactivó. Pero las estadísticas indican que desde el mes de abril de 2016, la tasa de crecimiento anual cayó o se mantuvo en cero. Apenas repuntó unas centésimas a fin de año. Esta última es la realidad que vive la mayoría de la gente.

Pero la preocupación de pequeños y medianos empresarios y trabajadores no sólo está relacionada con una política económica que por ahora los ha perjudicado. También perciben con preocupación que el Ministerio de Trabajo de la Nación no tiene como prioridad cuidar el empleo y la producción locales.

El gobierno nacional tiene delante de sí un desafío que cada día que pase se le hará más cuesta arriba. Las movilizaciones de la semana pasada -la de la CGT fue una de las más numerosas desde el regreso de la democracia- más el paro general del próximo 6 de abril deberían ser tomadas no sólo como un hecho político, que lo son, sino como un muestra contundente de que la gente vive peor desde que Macri asumió la presidencia.

El gobierno nacional tiene margen aún para revertir la situación y además de recomponer el poder adquisitivo de los salarios para reactivar el mercado interno, debe recrear la confianza de la gente de a pie. De lo contrario la foto de los obreros de General Motors formados en fila en el ingreso de la planta de General Alvear con el documento en la mano para que un empleado de la firma les diga ahí mismo si está suspendido o no, se convertirá en un ícono de la época.

En Santa Fe la actividad económica creció el 1,7%, impulsada fuertemente por el complejo oleaginoso, y se reactivó el sector de la maquinaria agrícola. Pero desde abril de 2016, la tasa de crecimiento anual cayó o se mantuvo en cero.