“Carne débil” en Brasil

Alcances del escándalo en Argentina

  • Si bien una posible retirada brasileña del mercado mundial significaría una oportunidad, descartan que el país está en condiciones de ocupar el lugar. Este año crecería la faena y la producción de carne vacuna.
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Cautela. Si bien el escándalo en Brasil podría generar un vacío en el mercado, se aconseja ser cautelosos a la hora de intentar aprovechar posible retirada. Foto: Archivo

 

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Para Daniel Urcía, del Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), el escándalo de la carne en Brasil tiene una doble lectura. En declaraciones al programa radial “Primera Mañana” de LT9, destacó que en el resto del mundo separarse de Sudamérica o del Mercosur “es muy difícil”, y que lo que está pasando en Brasil “traerá una revisión de todo lo referente al trabajo de los esquemas sanitarios”. Y que si bien el sistema argentino es independiente y “viene haciendo una buena performance (el año pasado tuvimos inspecciones de EEUU, la Unión Europea y China), la verdad que el sistema no tuvo mayores observaciones, y eso hace que sea reconocido. Si bien esta situación puede traer aparejada alguna ventaja comercial, también implicará mayores exigencias”, admitió.

Consultado sobre un potencial nicho a cubrir por las carnes argentinas, remarcó que nuestro país tiene que aprovechar aquellos negocios que le interesen. “La producción argentina se diferencia de la brasilera porque está sustentada en una mayor calidad de su carne, por las razas y por el tipo de alimentación que tenemos acá, que determina que tengamos una carne mejor”, agregó. Según Urcía, estamos parados en un nicho de mercado diferente, “por lo que sería un error intentar suplantar en volumen a Brasil. Primero porque no lo tenemos, y segundo porque tampoco tenemos un precio competitivo como el que tenían ellos”. Además, explicó que las oportunidades comerciales pasan por aprovechar aquellos nichos que “están dispuestos a pagar por la carne argentina”.

En este caso puntual, el industrial sostuvo que está claro que este es “un sismo mundial” por el peso que tiene Brasil en el mercado de las carnes “y que va a generar un vacío que va a provocar un reacomodamiento” si es que llega a persistir en el tiempo, “porque están dando garantías desde su servicio sanitario, por lo que hay que ver con precisión lo que realmente ocurrió, hay que ser cautos”, sugirió.

A propósito de la estrategia de nuestro país para retomar el protagonismo en le mercado mundial, hizo referencia que están trabajando desde IPCVA para retomar mercados (como el de Dubai), en el que desde 2010 no estábamos, y que se está avanzando para hacer anuncios para el año que viene. “Nuestra producción viene en crecimiento y trataremos de entrar en Canadá, y ojalá se abra EEUU. La agenda pasa por lograr los acuerdos sanitarios con los mercados que hoy tenemos”.

Finalmente, sostuvo que la producción está en reconstrucción, “hemos triplicado la producción porcina, el mercado está muy bien abastecido y obliga a integrar mercado interno con el externo y que el sector exportador recupere competitividad para así generar rentabilidad en toda la cadena y no producir de nuevo un cuello de botella de sobreoferta”, manifestó.

¿Qué pasa con la oferta?

Este año crecería la faena y la producción de carne vacuna, la que debe convivir con una creciente oferta de carnes sustitutas. El analista Ignacio Iriarte analizó la posible evolución de la oferta, el mercado interno y de las exportaciones.

Según explicó, podemos identificar tres factores principales a la hora de analizar la formación de los precios. Primero, la oferta. “Esta fue circunstancialmente baja a mediados del año pasado, con caídas interanuales de hasta 10% en la faena. Pasadas las inundaciones y la fase más vigorosa de la retención de vientres, ya en los últimos meses de 2016 se presentó una marcada recuperación de la oferta que más que probablemente se sostenga a lo largo de este año salvo que se registren fenómenos climáticos extremos”, sostuvo. Iriarte explica que el año en curso tendría entonces una faena del orden de los 12/12,5 millones de cabezas, unas 600/800 mil cabezas más que el año anterior. “En otras palabras: la escasez circunstancial que se dio en 2016 y que permitió la existencia de altos precios reales no se daría este año al ralentizarse la retención, y al comenzar a expresarse en la oferta de carne el aumento del stock y de los nacimientos que se dieron en los últimos dos años”.

El segundo aspecto es la demanda de exportación. “El atraso en el tipo de cambio no se va a revertir en el corto plazo. El Banco Central recompuso sus reservas y sigue la entrada de dólares al país y se prevé que se mantendrá este flujo por varios meses más. En un año electoral y cuando comienzan a detectarse los primeros signos de una desaceleración en la inflación es poco probable que el Gobierno haga nada por recuperar el tipo de cambio en términos reales, o sea, inducir o alentar que el dólar suba por encima de la inflación”, explica. Y agrega que los precios internacionales de la carne han bajado 15% en los últimos dos años y hoy no presentan una tendencia definida, aunque se destaca una fuerte caída del R&L Hilton en las últimas semanas, y una caída en los valores de la cuota 481. “La demanda internacional está, pero todo indica que Brasil tendrá este año un saldo exportable mayor, al tiempo que subsisten todas la dudas que despiertan la futura conducta de Trump”. Y sostiene que por todos los problemas que enfrenta, es difícil que en los próximos meses la exportación se convierta en un factor dinámico a la hora de formación de precios.

El tercero es la demanda interna. “Después de la caída del 10% en los salarios reales ocurrida el año pasado todo indica que este año los aumentos salariales le ganarán a la inflación. De todos modos la demanda por carne vacuna no sólo está sufriendo una súper-oferta de carnes alternativas (60 kilos de cerdos y pollos sumados per cápita) sino también la recuperación en términos reales de los precios de muchos bienes o servicios ineludibles (energía, colegios, prepagas)”. Según Iriarte, todos estos aumentos por encima de los que crece el ingreso familiar promedio producen de hecho una reestructuración del gasto familiar reduciéndose el “ingreso disponible” por ejemplo en alimentos.

“A medida que se recortan los subsidios, disminuyen los ingresos disponibles de vastos sectores sociales, especialmente de la clase media, en un contexto en que la presión impositiva (bajo todas sus formas) está lejos de disminuir”, finalizó.

 
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"Si bien esta situación puede traer aparejada alguna ventaja comercial, también implicará mayores exigencias”

Daniel Urcía

(IPCVA)