Santa Rosa de Lima

Balearon a un vecino que llegaba de trabajar

Tiene 37 años y es encargado en una casa de comidas. Le dispararon en una pierna, a plena luz del día. Cree que trataron de robarle la moto.

27-1-WHATSAPP IMAGE 2017-03-28 AT 19.jpg

“El delincuente no me dijo nada. Sólo me disparó cuando paré con la moto. Creo que quería robármela, pero se asustó por los gritos de mis familiares”, contó Santiago.

Foto: El Litoral

 

Joaquín Fidalgo

[email protected]

Santiago Rojas tiene 37 años y vive en barrio Santa Rosa de Lima. Allí se crió y ahora está criando a sus tres hijos. También en ese lugar está dando sus primeros pasos su nieta, de dos años. “Nunca había tenido miedo por mi familia, pero ahora me aterra la idea de que puedan lastimarlos”, se lamentó este hombre ayer por la tarde, en una camilla de la Sala de Traumatología del Hospital Cullen. Esperaba que los médicos le practiquen algunos estudios de rigor, por el balazo que tenía en su pierna derecha. Afuera, en el hall, lo esperaba su familia, muy angustiada.

“Hace siete años que trabajo de noche, en una casa de comidas. En realidad es la casa central de una cadena. Soy el encargado, pero hago de todo. Trabajo a la par de mis compañeros. Como todos los días, hoy (por ayer) a la siesta volvía en moto a casa, pero media cuadra antes de llegar me sorprendieron”, relató la víctima.

Al llegar al cruce de calles Azopardo y Falucho, cerca de las 14, Rojas fue interceptado por un joven armado. “Cuando vi que el pibe tenía un revólver me imaginé que quería robarme la moto, pero no me dijo nada. Sólo me apuntó. Yo paré y cuando me bajé, me tiró en la pierna. Entonces me caí, pero tengo parientes en todas las esquinas y ellos inmediatamente salieron en mi ayuda, a los gritos. El delincuente se ve que se asustó, porque dejó mi vehículo tirado y corrió unos metros hasta donde lo aguardaba un cómplice en otra moto. Se fueron a gran velocidad”, recordó Santiago, que fue trasladado de urgencia al centro público de salud.

“Ya me dijeron que voy a quedar internado. Mis chicos van a quedar solos no sé hasta cuándo. Temo por ellos. Además, no sé por cuánto tiempo voy a estar sin poder trabajar. Soy el sostén de mi familia. Voy a tratar de salir de acá lo antes posible para volver al ‘laburo’, pero no sé”, se preocupó.

“La moto -agregó- es vieja. La tengo desde hace seis años, pero es una herramienta fundamental para mí. Si me la sacan, me cortan las piernas. Mi familia me dice que me quede tranquilo, pero estoy mal. Los chicos van a la escuela. Ellos tienen que ir y venir. Hasta ahora no tenía temor, porque nunca nos había pasado nada. Ahora está todo podrido en el barrio. Se ha complicado en los últimos tiempos, porque se ve mucha gente que no es de ahí, hay caras raras. El tema de la droga complica todo”.

Afuera de la sala, aguardaba Belén, la hija de 19 años de Santiago. Le costaba hablar. La angustia se lo hacía difícil. “Mi papá es un hombre bueno. Nunca tuvo ningún problema. Es muy laburador y nos dedica la vida a nosotros, sus hijos. Además, ayuda a mucha gente en el barrio. Hace todo lo que puede. Se merece lo mejor”, susurró.