Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas 

Malvinas, en los ojos del soldado Foremny

  • Un soldado santafesino que combatió en Malvinas evoca hoy aquellos días y cuenta la historia del soldado Insaurralde, a quien asistió cuando fue herido en combate y nunca más lo vio. Anoche se realizó una emotiva vigilia en el Centro de Ex Combatientes y hoy hubo varios actos.
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Volver. En 2012, Tino pudo regresar a las islas Malvinas. En la imagen lo acompaña su camarada Adolfo Schweighofer. “El Cementerio de Darwin, donde están nuestros caídos durante la guerra, fue el único lugar de las islas en que pudimos desplegar nuestras banderas, usar nuestra camiseta celeste y blanca y entonar el Himno. Fue un momento único”, recordó.

Foto: Gentileza.

 

Nicolás Loyarte

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Twitter: @nicoloyarte

Argentino Foremny tenía 19 años la tarde que le cambió la vida para siempre. Fue un difuso día de fines de mayo del ‘82 cuando le pusieron un fusil entre sus manos y lo subieron a un avión Hércules rumbo a Malvinas. Apenas cuatro meses antes su única responsabilidad era estudiar para “sacar” materias y avanzar así en la carrera de Ciencias Económicas que estudiaba en la UNL, ayudar a su padre en una maderera, divertirse con amigos o visitar a alguna novia. Es que “Tino”, diminutivo con el que lo llaman sus seres queridos, es uno de los cerca de 15 mil soldados que lucharon por la soberanía argentina en las Islas Malvinas en 1982, en la que 649 de ellos perdieron la vida y otros tantos murieron en la posguerra.

“Tino” guarda en la memoria, siempre presentes, a cada uno de los caídos. Cuando habla parece extraer fotografías de su interior, describe emocionado los terribles sucesos del duro otoño del ‘82 que todavía elabora para seguir adelante. Lo alivia saber que sus hijos, Rodrigo (22) y Diego (19), lo sostienen, al igual que su compañera, Mónica, con quien lleva más de 25 años de matrimonio. Ella lo acompañó anoche durante la vigilia que realizaron los veteranos de guerra en el Centro de Ex Combatientes de la ciudad, institución que fundó junto a otros camaradas y de la que fue su primer presidente, entre el ‘84 y ‘86.

Aquel joven “Tino”, clase ‘63, que vivía junto a sus padres en barrio Candioti Norte, más precisamente en una casa de Sarmiento al 3.600 de nuestra ciudad, tenía los sueños de cualquier pibe de barrio cuando se transformó en un soldado y fue a la Guerra de Malvinas. Primero cumpliendo el servicio militar en el Regimiento I de Tanques en Villaguay (Entre Ríos) y luego fue incorporado a la Compañía de Comandos 602. Una vez en medio del conflicto bélico, al soldado Foremny, el de apellido de origen ucraniano, le asignaron un rol de combate como artillero. Fue operador auxiliar de los misiles Blowpipe, una de las piezas antiaéreas que como un juego del destino habían sido construidas en Inglaterra.

Hoy Tino mira hacia atrás y con sus 54 años a cuestas recorre una por una esas imágenes que quedaron grabadas en su retina para siempre. Habla del soldado Insaurralde, un herido a quien asistió durante un combate, y dice que es una cuenta pendiente volver a verlo alguna vez.

—¿Te acordás del día que pisaste Malvinas?

—No exactamente, era alrededor del 20 de mayo de 1982. Me habían incorporado a la Compañía de Comandos 602, una agrupación formada a raíz del conflicto Malvinas, que tenía asiento en la Escuela de Infantería del Ejército en Campo de Mayo y estaba al mando del mayor Aldo Rico. Allí realizamos adiestramiento con simuladores. Nunca le presté demasiada atención al día que zarpamos. Pero recuerdo que fuimos 47 hombres los que subimos a un avión Hércules, de los cuales 11 fueron heridos en combate y otros 5 son caídos. El vuelo debió salir tres veces desde Comodoro Rivadavia porque la zona se encontraba en alerta roja y la pista de aterrizaje estaba sometida a cañonazos. Al tercer intento -luego de dos días- salimos desde Santa Cruz y pudimos aterrizar casi de noche en Puerto Argentino (Stanley) un día gris y lluvioso, lanzando las cargas y a la carrera.

—¿Quién era aquel “colimba” de 19 años al que mandaron a la guerra?

—Era un muchacho como otros, que iba a la Universidad y ayudaba a su padre en una maderera, al que un 5 de febrero lo sorprendió la convocatoria al Servicio Militar y a mediados de mayo estaba en la Guerra de Malvinas. Así fue que dejé atrás todo aquello, los amigos y quizá alguna novia, como cualquier pibe de 19 años.

—Algunos recuerdan paisajes, otros un objeto, olores... ¿cuál es tu recuerdo de Malvinas?

—Tengo dos hechos que me marcaron para siempre, ocurridos entre el 8 y 9 de junio. A uno de ellos lo guardé dentro mío por mucho tiempo. Tuve una negación de mi participación en aquel combate por la cantidad de bajas que produjo. Participé con un rol protagónico del desembarco inglés en Bahía Agradable, lo que fue denominado luego como el día más negro de la flota. En ese ataque, el 8 junio, murieron 56 ingleses y 3 argentinos. Teníamos el visor óptico más sofisticado que había en la zona en ese momento, un visor infrarrojo de nuestro lanzamisiles, con el que pudimos ver el desembarco desde la cima del Monte Harriet a 35 kilómetros de distancia, en el último bastión defensivo argentino. Realizábamos una emboscada antiaérea y en un paneo con el visor infrarrojo divisamos entre la neblina del amanecer la imagen difusa de la silueta de los barcos y el desembarco inglés, que nuestros compañeros no alcanzaban a divisar con binoculares ni con la mira telescópica de los fusiles. Y dimos el aviso a Puerto Argentino para alertar a la Fuerza Aérea. Así fue como junto a tres integrantes de mi sección nos transformamos en partícipes necesarios del ataque.

—En ese entonces ¿suponían que la guerra estaba perdida?

—Fuimos conscientes de que la guerra estaba perdida desde semanas antes, una vez que los ingleses pisaron las islas con su poderío bélico y dominaron cielo y tierra. Sólo había que esperar para saber cuánto tiempo más podíamos aguantar. Y hacíamos el mayor esfuerzo posible, aguardando una salida negociada, lo más digna posible.

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Tino en la Vigilia. El Centro de Ex Combatientes de Malvinas realizó anoche un Festival Solidario por la Soberanía, en la sede de la institución ubicada sobre Pedro Víttori al 4200, de nuestra ciudad, en el que se recolectaron donaciones para Los Sin Techo. Participó Argentino Foremny (Tino).

Foto: Mauricio Garín.

—¿Se te cruzó por la cabeza que quizá no volvías?

—Siempre. Pero quien está en combate no piensa en la muerte ni tiene miedo a morir, sino a quedar incapacitado o aislado. Y este es el segundo hecho que me marcó: aquel 8 de junio había un solo enfermero y tuve que salir a atender a heridos bajo el fuego de artillería. Fue un momento muy fuerte y creo que hoy no sé si tendría el valor para hacerlo, pero a los 19 años y en esa situación, no lo dudé, porque piensa que ese soldado herido en el suelo puedo ser yo, y voy a necesitar que alguien me ayude.

—¿Te reencontraste alguna vez con los heridos que rescataste en combate?

—No... (silencio). El más herido de todos aquellos hombres que ayudé, que me quedó en el recuerdo para siempre, fue un soldado correntino de apellido Insaurralde. Tenía cuatro esquirlas de granada en el cuerpo. Luego me enteré de que tardó más de 12 horas en llegar hasta el buque hospital, en un andar muy penoso sobre una camilla, pero se salvó. Recuerdo las palabras que me dijo cuando lo asistí, las que reflejan el sentir común de todos los que estábamos allí. “Hermanito, no me importa si no me podés atender, pero no me dejes solo”. Esas palabras me quedaron grabadas para toda la vida.

—¿Nunca buscaste al soldado Insaurralde?

—Lo busqué en las listas de caídos y no lo hallé. Eso me tranquiliza. No recuerdo su nombre. Debería buscarlo mejor ahora que están las redes sociales. Unos camaradas me dijeron que hay un soldado Insaurralde que es correntino y vive en Rosario, quizá sea él, pero todavía no lo encontré. Lo que sí recuerdo es que pertenecía al Regimiento IV de Infantería de Corrientes. Sería muy emocionante volver a verlo.

—En el Día del Veterano y de los Caídos en Malvinas, ¿cómo describís el vínculo que une a unos y otros?

—Es un vínculo inevitable. Ellos son los guardianes de nuestra soberanía que quedaron en las islas y el mar. No tener el recuerdo de ellos sería negar la gesta, ellos son nuestra bandera. Cuando terminé prisionero en el buque inglés Camberra me quedó la sensación de que había hecho muy poco por mi patria. ¿Por qué hubo compañeros que murieron, otros cayeron gravemente heridos y yo vuelvo en una pieza?...

—¿Cuántas veces volviste a Malvinas?

—Viajé en 2012 por única vez y tengo proyectado regresar el año próximo junto a amigos.

Foremny viajó a Malvinas 30 años después de la guerra por dos motivos: el primero era cerrar una historia de vida personal y brindar el merecido reconocimiento a esos compañeros “que quedaron allá haciendo la guardia eterna”. La segunda razón del viaje fue la documentación fílmica y fotográfica de los lugares que supieron de sangre y explosiones, y después, de regreso, iniciar una gran muestra por las escuelas de la provincia y el interior del país con el material recolectado.

—Por último, han pasado distintos gobiernos con diferentes políticas sobre la lucha por la soberanía de Malvinas, ¿cómo ves el actual?

—Lo veo difícil. El problema de Argentina es que tiene que crecer muchísimo como país. Han pasado 35 años de la guerra y crecimos muy poco. Y esto es culpa de la sucesión de los gobiernos que hemos tenido. Tiene que haber un gran consenso social. Si nos vivimos peleando y tenemos una enorme brecha que nos divide ¿cómo nos vamos a sentar a negociar si no nos ponemos de acuerdo primero entre nosotros? Entonces, en la medida en que Argentina no crezca y sea creíble para el mundo, no sólo en su diplomacia, sino también su economía y su justicia, será muy difícil sentarse a negociar con una potencia mundial. No hablo de una guerra o la pavada de realizar una compra masiva de armas, como ocurrió por estos días. La recuperación de Malvinas puede llevar décadas, generaciones, de negociaciones diplomáticas. Hay que sentarse a negociar con los británicos soluciones económicas para la explotación pesquera y petrolífera, porque eso lleva de la mano la posibilidad de poder negociar también la soberanía. No hay que olvidarse de que esto a los ingleses les toca el bolsillo. Ya pasaron dos generaciones y estamos casi en punto muerto. Estoy convencido de que algún día recuperaremos Malvinas pero probablemente yo no lo vea, quizá mis hijos.

El dato

2 de Abril

En la Argentina, el 2 de Abril de cada año se conmemora el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. Fue creado por la ley 25.370 en 2000 y desde 2006 es un feriado nacional inamovible. La elección de esta fecha se debe a que el 2 de Abril de 1982 las Fuerzas Armadas Argentinas desembarcaron en las Islas Malvinas, con el objetivo de recuperar ese territorio, arrebatado por fuerzas británicas en el año 1833.

Esta mañana

En la Plaza del Soldado

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Distintas agrupaciones y entidades confluyeron esta mañana en distintos momentos en la Plaza del Soldado Argentino de nuestra ciudad para reivindicar la soberanía nacional sobre las Islas Malvinas y rendir homenaje a los caídos en 1982, tras el desembarco del 2 de abril. Organizada por la Asociación Civil Plaza del Soldado Argentino y el Sindicato de Artes Gráficas, que encabeza Agustín Sarla, se desarrolló una ceremonia que incluyó el depósito de flores al pie del Monumento a los Caídos. Foto: Flavio Raina

649 caídos

son los argentinos que no volvieron de la guerra