llegan cartas

Acá nomás, a 50 km de Santa Fe

MARGARITA GIORDADINO DE CASIM

DNI 6.402.441

¿Recuerdan “Las medias de los flamencos” en los “Cuentos de la Selva” de Horacio Silvestre Quiroga? Las de estos fenicoptéridos no fueron lucidas en la fiesta de las víboras, donde la lechuza les ayudó a encontrarlas muy coloradas, con las que coquetearon frente a las corales, que serpeaban muselinas. Sé que todos conocen el cuento.

Invitada por la curiosidad que despertaron en mí, El Litoral en una nota del 15 de agosto de 2016, y Canal 13 en una entrevista del 30 de septiembre, también del año pasado, al Sr. Gaspar Borra y a la Srta. Claudia Gottig, integrantes del COA Santa Fe Sirindá, llegué al santuario de Campo Andino, altar de flamencos rosados, cisnes de cuello negro, espátulas rosas, un sinnúmero de patitos y hasta coscorobas. El premio mayor -según nos habían aconsejado- lo reciben los madrugadores. Fue al despertar de una mañana que los pude avistar. De polvaredas desenristrándose en el camino, pasé, en rapidísimo viraje, a la bendita plenitud de la naturaleza. Se mostraban huraños y tímidos ante extraños y ruidos. Su hábitat: humedales blandos y extensiones de agua salobre o con alcalinidad. ¿Cómo preservar este ecosistema que forma parte de la laguna San Pedro? Tierras bautizadas como Añapiré (en guaraní: “piel o cáscara”=piré, “de diablo”=aña). Estaban desperezándose. Algunos, los que llegaron en marzo, preparaban el equipaje. Como era octubre regresaban a las zonas precordilleranas para reproducirse. Invernan aquí, por lo que durante los meses de abril, mayo y junio llegan a avistarse miles. Otros desplegaban sus alas, batiéndolas. Les esperan distancias largas, volando y nadando. Los machos ensayaban la danza del cortejo, cual obstinados pretendientes. Hacían al unísono una exhibición: estirando el cuello, agitando las alas y emitiendo vocalizaciones, deberán atraer la atención de las hembras. Ellas respondían con movimientos más sutiles. Después de una larga travesía hasta el Altiplano y del coqueteo danzante, el caballero elegido sigue cortejándola sólo a ella, que se aleja, poquito a poco, seguida por él, al encuentro de aguas bajitas. ¡Románticos, elegantes, monógamos! Consolidan su apareamiento hasta la muerte. De sus tres especies: la Austral o Parihuana es de avistaje aquí, y el Parina grande y Parina chica en las lagunas de Melincué. Están en áreas protegidas del departamento Vera: lagunas El Bonete, Cueva del Tigre, El Palmar. ¿Zancudas? ¡Sí! Patas con tarsos muy largos; posados en altura, oscilan entre 80 cm y 1,40 m, como cigüeñas y grullas. ¿Palmípedas? Tengo dudas, porque vi que la palma de sus patas une los tres dedos delanteros, dejando solo, al pequeñito posterior. En su nido, con forma de cazuela de barro, pone un huevo blanco que ambos papás incuban -eclosión al mes- y cuidan del pichón alimentándolo por regurgitación.

¿A qué deben su plumaje rosa, rojo o hasta naranja que alcanzan, alrededor de los tres años y en longevidad de hasta treinta? A su alimentación, compuesta de camarones, plancton, crustáceos y algas, que contiene un compuesto químico, un pigmento carotenoide: la cantaxantina, con consistencia de “yogur”, según comparó el Sr. Borra. Cuando llega al hígado, éste, descomponiéndolo, lo dispersa por el cuerpo. Cuanto mejor se alimentan, más intenso es su rosa. Su pico, con pronunciada curvatura, tiene laminillas córneas para retener nutrientes al oficiar como filtro para cribar barro de lodazales; remueve el limo de aguas someras y toma diminutos microorganismos; con la lengua, succiona y expulsa el agua. Había cartuchos abandonados, testigos, aunque un lugareño indicó -con gestualidad clarísima- que respondían a saciedades nutricias. La directora de la Escuela Nº 33, también visitante del santuario, decía que las escuelitas aprovechan el tema para generar conciencia ambiental y la convicción para guardar “la gomera” -que podría convertirse en la mira de una escopeta-. Es un desafío la protección de esta área importante de conservación de aves (Aica).

Que no quede en una reserva de deseos, para que los flamencos permanezcan en su hábitat de natural libertad y para que su majestuoso rosado no se torne macilento, descaecido, decolorado, y deban tomar la cantaxantina, por otros obtenida, para prevenir la pérdida de su rosado curioso.

¡Gracias por darme la oportunidad de compartir estas impresiones!