Tribuna política internacional

¿Camina Trump sobre la cuerda floja?

Por Martin Bialecki

DPA

Nadie sabe qué pasará con la presidencia de Estados Unidos. Donald Trump lleva cuatro meses en la Casa Blanca y debería permanecer por lo menos cuatro años. Pero el presidente vuelve a encontrarse estos días en duros aprietos, en parte por controversias provocadas por él mismo.

“Cuando al mundo lo dirige un niño”, titulaba hace un par de días un columnista de The New York Times. La pregunta es si la destitución del director del FBI, la revelación de secretos por parte de Trump, sus contactos con Rusia y el caos que reina en la Casa Blanca dañarán realmente su presidencia.

Desde hace unos días la respuesta es sí. A largo plazo, con toda seguridad, y quizás también a corto plazo.

Varios medios afirmaron en las últimas horas que Trump pidió al recién destituido director del FBI, James Comey, que dejara de investigar las conexiones rusas del ex asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn. Si realmente lo hizo, el presidente habría violado la ley. Sería un intento de obstrucción a la Justicia, algo más grave que hablar sin pensar.

Las cosas podrían ponerse difíciles para el mandatario. El senador independiente Angus King pronunció la noche del martes por primera vez -y con mucha prudencia- la palabra “impeachment”, destitución.

Aun así, la fuerza gravitacional de un presidente estadounidense es inmensa. En la historia de Estados Unidos sólo hubo procedimientos de “impeachment” en dos ocasiones, y en ninguna de ellas funcionó como esperaban quienes lo propusieron. Por lo general, los presidentes estadounidenses cumplen los cuatro (u ocho) años de su mandato. Pero en el caso de Trump no sirve de mucho trazar analogías o comparaciones históricas.

“Trump es como un piloto que dirige intencionadamente su avión a través de fuertes turbulencias y después culpa al personal de a bordo de que los pasajeros se sientan mal”, escribió The Washington Post. La situación en el ala oeste se describe como desastrosa. Según The New York Times, en el departamento de prensa en ocasiones suben al máximo el volumen de las televisiones para que no se escuchen los gritos ni la ira.

Pero, ... ¿de dónde vienen las informaciones que perjudican tanto a Trump? ¿Y aquel que las dispersa tendrá más material escondido en la manga?

El ex director del FBI Comey podría ser citado para prestar declaración pública en el Congreso, aunque éste se encuentra dominado por los republicanos. Sería una verdadera pesadilla para una Casa Blanca en plena crisis.

Y es que, a pesar de que Trump sigue siendo valorado por sus seguidores, los republicanos empiezan a ver peligrar su agenda. El Senado no necesita a Trump, lo que supone un verdadero riesgo para él. Pero mientras los republicanos le sean fieles está a salvo, ya que sería muy difícil sacar adelante el “impeachment” con ellos en contra.

La sombra de 2018

Más allá de lo relacionado con Flynn, ¿cometió Trump como presidente errores que justifiquen un “impeachment”? ¿Se convirtió en un “factor de riesgo”, como aseguran los demócratas y los medios? ¿Se grabaron conversaciones en la Casa Blanca, como ocurrió con Richard Nixon? ¿Estamos ante una situación peor que la del Watergate?

Habrá que esperar para saberlo. Los “impeachments” son procesos largos, y también las investigaciones relacionadas con ellos. Desde la irrupción en el Hotel Watergate hasta que las cosas se pusieron feas para el presidente Nixon pasaron dos años. En el caso de Bill Clinton fue parecido. El escándalo sexual con Monica Lewinsky sólo salió a la luz en medio de las largas investigaciones por el caso Whitewatter.

Por eso las elecciones al Congreso de 2018 arrojan una larga sombra sobre la situación actual. Los demócratas confían en recuperar la Cámara de Representantes, en que el espíritu anti-Trump se materialice en votos.

Si antes de esos comicios los republicanos consideran que Trump es más un lastre que una locomotora, el presidente tendrá un problema. Ya son muchos quienes dejan de temer sus ataques a través de Twitter.

A Trump se le describe como una “fortaleza”, un maniático egocéntrico. Desde el principio hubo dudas sobre si sería posible “vender” la política del presidente, sobre quién podría ser un buen portavoz de Trump.

El elegido, Sean Spicer, genera incluso compasión a estas alturas. Se volvió pálido, triste, monosilábico. Su puesto está en el aire, pero no es el único. Al parecer, Trump está furioso con la mayoría de sus asesores, afirma The New York Times. En peligro están incluso su jefe de Gabinete, Reince Priebus, y su estratega jefe, Steve Bannon, asegura la CNN.

Sin embargo, otros medios como Fox News aprovechan la destitución del director del FBI para arremeter contra los demócratas y el resto de la prensa. En un podcast del New York Times, Jeremy Peters describe cómo la prensa estadounidense de derechas presenta una realidad que nada tiene que ver con la imagen del país que se percibe en Europa a través del Washington Post, la CNN o el New Yorker.

Los seguidores de Trump están profundamente convencidos de que “la izquierda” quiere perjudicar a su presidente y de que desde la derrota de Hillary Clinton planean una conjura contra la Casa Blanca.

Tras las revelaciones del martes, el entorno de Trump asegura que desde el funcionariado se está saboteando su presidencia. En sus declaraciones no se habla de los fallos de Trump o del caos de su gobierno. Estados Unidos es para ellos otro país, en el que fuerzas malignas persiguen a un presidente con buenas intenciones.