La historia de Octavio Bassó...

El jugador de fútbol que quiso ser sicólogo y actor

Llegó a Unión en 1998 con 15 años y debutó en Primera en 2004 con Miguel Oyeras de técnico. Su sueño era ser sicólogo y actor. Lo logró. Y entre el 2 y 4 del mes que viene, se lo podrá ver en “Subsuelo”, una obra de su autoría y Julio Beltzer.

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En las tablas. Una de las obras que tuvo a Octavio Bassó como participante. Ahora, lo será un rol protagónico absoluto, cumpliendo con uno de sus grandes sueños, además de la sicología. Una historia que arrancó con el fútbol y terminó en el escenario. Foto: Archivo El Litoral

 
 

Enrique Cruz (h)

Son esas historias que a muchos podrá costar entenderla. Posiblemente, para la mayoría de los amantes del fútbol, llegar a ser jugador profesional es una meta en sí misma. No lo fue tanto para Octavio Bassó, al punto tal que cuando tenía edad de sexta división y consiguió el subcampeonato con Unión, siendo el goleador de ese equipo, declaró que “mi sueño es ser sicólogo”, algo que con el tiempo logró. No pensaba en jugar en Primera ni en triunfar en el fútbol. Su vocación era otra, pero igual llegó.

Octavio Bassó debutó en primera de la mano de Oyeras un 15 de agosto de 2004, en un partido que Chacarita y Unión igualaron 0 a 0 en Buenos Aires. El equipo, ese día, formó con Trípodi; Ruffino, Mosset y Vera; Donnet, Battión, Sartor y Urresti; Sebastián García; César Pereyra y Bassó. En el inicio del segundo tiempo, fue reemplazado por Bazán Vera, pero en la opinión de El Litoral, con una calificación de 5 puntos, dejó abierta la puerta para un futuro promisorio: “Muy participativo, sobre todo para colaborar en el juego aéreo defensivo haciendo pesar su 1,91 metros de altura. No desentonó y ratificó que es un jugador para tener en cuenta”.

La historia futbolística de Bassó arrancó en Ateneo Inmaculada. “Un día jugamos contra Colón y me llamaron para hacer una prueba. Resulta que un amigo le preguntó referencias a Darío Kudelka, que me conocía del Colegio, y él le dijo que fuera a Unión, una semana antes de la prueba en Colón. Fue así, se dio de un día para el otro. Ahí, en Unión, me recibieron Rubén Rossi, Darío, Carlos Mazzoni y el Turco Alí. Yo soy clase 83 y me hicieron entrenar con la 82 y ahí nomás quedé”, cuenta Bassó, quien reconoce y admite que “jamás había pensado en ser jugador de fútbol”. Corría el año 1998 por ese entonces y formaba parte de una generación de jugadores en la cual, entre otros, estaban Roberto Battión y “Nacho” Alassia.

Fue pasando el tiempo y Bassó, el mismo que no tenía la desesperación propia de quién quiere que el fútbol sea una meta en sí mismo, no sólo creció físicamente sino en oportunidades. “El ‘Turco’ Alí me llevó a la reserva cuando Nery Pumpido era el técnico de la Primera y después tuve mucho contacto con Claudio Gugnali, alguien que me hablaba mucho, me aconsejaba y creo que veía en mí buenas condiciones”.

En ese interín, a fines de 2002 y con 19 años, Bassó tuvo la posibilidad de ir a probarse al Venezia de Italia. Los dirigentes rojiblancos de ese entonces no autorizaban que se fuera a prueba sin un contrato formal de los italianos con Unión. “Nosotros no lo dejamos libre; todo lo contrario, no lo autorizamos para que se fuera a Italia sin un convenio de club a club. Lo bancamos casi medio año parado por una grave lesión y además confiamos siempre en sus condiciones”, dijo un ex dirigente de la era Malvicino. Lo cierto es que se fueron Bassó y Pablo Pancaldo. “Yo tenía el pasaporte comunitario en trámite y la Federación Italiana tenía mi ficha en suspenso. Ese año fueron un montón de argentinos. Al final, como el pasaporte no salía, me tuve que ir sin debutar oficialmente, pero jugué todos los amistosos”, recuerda Bassó. Y es verdad. Además de él y de Pancaldo, estaban Cristian Fernández (un ex defensor de Huracán), Gastón Liendo (de Newell’s), Matías Miramontes (de Temperley) y Pablo Islas, que después vino a Unión.

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Con la rojiblanca del Tate. Fue en octubre de 2005 en un partido con Rafaela que terminó 2 a 2. “Ese día marré una oportunidad increíble”, recuerda. Bassó cubre la pelota ante la marca de Alejandro Castro. Observan sus compañeros Esteban Gil y el Indio Bazán Vera. Foto: Archivo El Litoral

El regreso no resultó traumático ya que en Unión le hicieron contrato y Miguel Oyeras lo quería. Por eso lo hizo debutar en el 2004, compartiendo planteles, entre otros, con el “Turco” Assef, Evangelisti, Ariel Donnet, el “Memo” Torres, Mosset, Renzo Vera, Fontana, Claudio Verino, Roberto Battión, Marcos Bolzán, Ignacio Canuto, el “Pitu” García, Leandro Sartor, Esteban Gil, Paulo Rosales, Emanuel Urresti, Bruno Casanova, Germán Weiner, César Pereyra y el Indio Bazán Vera. Después llegó el momento de probar suerte otra vez en Europa, en el Barakaldo, un equipo de la Segunda B, hasta que tres operaciones de ligamentos lo obligaron a dejar el fútbol, aunque estaba muy claro que su sueño era otro.

Bassó hizo la carrera de sicólogo y empezó a interiorizarse por el teatro. “Fui siempre un buen espectador de obras de teatro, me interesaban. Y en 2007 arranqué con un taller, por curiosidad. Al poco tiempo se armó un grupo y allí empezó todo. Hacer teatro no es un hobby, es parte de una vocación y lo tomo así, con toda la seriedad. Es mi trabajo”, cuenta Bassó, quien como sicólogo ha tenido un largo recorrido que comprende, entre otras cosas, la autoría de “Ruta crítica”, una obra que trata a fondo la violencia de género.

El primer fin de semana de junio, Octavio Bassó saldrá a escena para deleitar con “Subsuelo”, la obra dirigida por Julio Beltzer y que también lo tiene como uno de sus autores. “Un hombre. Un lugar. Un sujeto recorriendo los caminos de su memoria; busca su verdad, su deseo, no la razón. Ser él mismo o convertirse en lo que los otros quieren que sea...”, es la carta de presentación.

De la cancha a las tablas. Del grito de gol de los hinchas a los aplausos de aquéllos que este primer fin de semana de junio podrán apreciar sus virtudes actorales en la Sala Marechal. Es la historia de alguien que un buen día se encontró metido en una cancha de fútbol, pero que en el fondo soñaba con ser sicólogo y con actuar.