CARLOS VIEU CONDUCIRÁ A LA SINFÓNICA

“Va a ser un disfrute mutuo”

  • El maestro argentino ocupará el podio en el concierto previsto para el viernes a las 21. El programa estará dedicado a compositores rusos. “Toda esta música es maravillosa y forma parte de la gran literatura orquestal”, destacó Vieu. Y confió en que la presentación “será muy bien recibida por el público”.
“Va a ser un disfrute mutuo”

“Me adeudo la integral de las sinfonías de Mahler o dirigir ‘Aída' en un gran teatro por ejemplo. Si no quedaran sueños y desafíos por cumplir, ya no habría estímulo de seguir creciendo”, aseguró Vieu, antes de su concierto en Santa Fe. Foto: Gentileza Teatro Argentino

 

Juan Ignacio Novak

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Este viernes, la Orquesta Sinfónica Provincial realizará su décimo concierto de temporada. Será desde las 21 en el Centro Cultural Provincial (Junín 2457), con entrada libre y gratuita. La dirección estará a cargo del prestigioso maestro argentino Carlos Vieu, quien conducirá al ensamble en calidad de invitado con un programa dedicado a los compositores rusos Anatoli Liádov, Piotr Ilich Chaikovski y Nikolái Rimsky-Korsakov. En la previa del concierto, a través de una entrevista vía mail concedida a El Litoral, Vieu opinó que en la Argentina “tenemos gran talento, músicos brillantes y un público entusiasta; sólo hay que articular medios para que se pueda optimizar el rendimiento con una organización ejemplar y entendiendo que hay que invertir en cultura”. Que entre sus materias pendientes figuran las posibilidad de interpretar las sinfonías de Mahler y dirigir “Aída” en un gran teatro. Y que la música de los rusos posee “un enorme despliegue de colores, expresión, temperamento, belleza y delicadeza, de la mano contradictoria del desborde pasional”.

—¿Cómo fue la experiencia en el sistema de orquestas juveniles de Venezuela?

—Mi paso por “el sistema” data ya de muchos años. Fui representante de Argentina como becario de la OEA para cursar un perfeccionamiento en dirección, al frente de distintas orquestas venezolanas, y con el doble objetivo de difundir el trabajo en nuestro país al regreso. Recuerdo haber quedado muy impresionado por la estructura y nivel con que se trabajaba. Chicos muy chiquitos y humildes la mayoría de ellos, tocaban en las orquestas con un nivel altísimo y una disciplina feroz. Sin dudas las locuras de Abreu, el creador del sistema, les han dado al mundo un gran ejemplo de lo que se puede hacer social y artísticamente con la juventud.

—Se formó con prestigiosos artistas como Guillermo Scarabino, Antoni Ros Marbá, Helmuth Rilling, Kurt Masur, Charles Dutoit y Romano Gandolfi. ¿Cuál de estos maestros influyó más en su carrera?

—Técnicamente, el maestro Scarabino ha sido fundamental en mi formación. No sólo en cuanto a la técnica gestual sino analítica y a la seriedad con que siempre encaró el estudio de la partitura. Luego los modelos fueron muchos, y no sólo los mencionados sino grandes directores que, aunque no hayan sido mis profesores directos, sin duda han marcado un modelo. Muti, Abbado, Bernstein y Jansonss son muy influyentes para mí.

—¿Qué significó ser director musical de la Orquesta Estable del Teatro Colón de Buenos Aires?

—Un orgullo por un lado, y una deuda pendiente a la vez. Yo decidí irme antes del año de designación, porque veía cosas que no me gustaban y con el teatro cerrado, en restauración, se hacía muy difícil gestionar. Siempre conservé, como director de ópera que soy, un vínculo estrecho y natural con la Estable, pero hasta que no estuviesen dadas ciertas condiciones de libertad artística, preferí y prefiero dirigirlos como invitado cada temporada. Muy al contrario, en el Teatro Argentino donde sí pude desarrollar un proyecto y la orquesta creció muchísimo, trabajé muy cómodo y quedó un sabor a tarea cumplida que por ahora el Colón no me hace sentir. El tiempo dirá. Es difícil ser profeta en su tierra.

—Dirigió en orquestas de varios países. ¿Cómo ve a la música académica argentina en relación al resto del mundo?

—A la música académica, a las orquestas y a los teatros les hacen falta recursos, personal político capaz y decidido a apoyar el arte, o a delegar en quienes conocen el tema para administrar recursos, y en la medida en que tanta energía se pierda por temas organizativos, a veces los músicos no podemos concentrarnos en la tarea específica. Tenemos gran talento, músicos brillantes y un público entusiasta. Sólo hay que articular medios para que se pueda optimizar el rendimiento con una organización ejemplar y entendiendo que hay que invertir en cultura. Afuera se tiene una gran disciplina, pero creo que la diferencia real es que lo básico está solucionado y la gente puede trabajar a pleno en lo suyo.

—¿Existe alguna obra que todavía no ha podido dirigir y es materia pendiente en su carrera?

—Claro. Me adeudo la integral de las sinfonías de Mahler entre otras cosas, o dirigir “Aída” en un gran teatro por ejemplo. Si no quedaran sueños y desafíos por cumplir, ya no habría estímulo de seguir creciendo.

—Junto a la Sinfónica de Santa Fe interpretará obras de Anatoli Liádov, Piotr Ilich Chaikovski y Nikolái Rimsky-Korsakov ¿Qué visión tiene de la obra de estos autores?

—El programa, por pedido del maestro titular de la orquesta, está íntegramente dedicado a compositores rusos. Toda esta música es maravillosa y forma parte de la gran literatura orquestal, con un enorme despliegue de colores, expresión, temperamento, belleza y delicadeza, de la mano contradictoria del desborde pasional. En el estado técnico y musical satisfactorio con que me he reencontrado con los músicos de la orquesta, creo que va a ser un disfrute mutuo que de seguro será muy bien recibido por el público.

A fines de julio

El concierto de este viernes será el primero de los dos en los cuales el maestro Carlos Vieu ocupará el podio de la Orquesta Sinfónica santafesina como invitado. El próximo será a fines de julio.

Programa

 

Las obras que interpretará la Orquesta Sinfónica el viernes serán: “Ocho canciones rusas” de Anatoli Liádov; “Romeo y Julieta” de Piotr Ilich Chaikovski, y “Capricho Español, op. 34” y “Scheherezade” de Nikolái Rimsky-Korsakov.