Mesa de café

Gildo Insfrán, Formosa y el paraíso kirchnerista

Por Remo Erdosain

Abel nos comenta que el pasado fin de semana estuvo en Formosa.

—¿Y se puede saber el motivo de una decisión turística tan placentera? -pregunta irónicamente Marcial.

—Motivos familiares -responde-, pero lo que aprendí en los dos o tres días que estuve es que estaba equivocado, equivocado porque yo suponía que mi cuñado padecía una enfermedad, cuando en realidad lo que en esta desdichada provincia está enfermo es el poder, todo el poder.

—Ya te veo venir -exclama José- no pueden perdonar que una provincia esté gobernada por un compañero peronista.

—¡Y qué compañero! -exclamo-, hace más de veinte años que Insfrán está en el poder, el récord de todos los gobernadores del país desde el siglo veinte hasta la fecha.

—Si el pueblo lo vota...

—Claro que lo votan, para eso existe la reelección indefinida, el sueño de todo político peronista -dice Abel-, pero no sólo el hombre se asegura el poder a través de la reelección indefinida, se lo asegura controlando todo, la Legislatura, la Justicia, los funcionarios, los intendentes y presidentes de comuna y la economía, porque la economía de Formosa también es el sueño ideal del peronismo: todo en manos del Estado, planes sociales para todo el mundo, pensiones de invalidez para los sanos y para algunos enfermos leales, más pensiones para los sanos, por supuesto.

—Si el gobierno fuera malo no ganaría con el setenta por ciento de los votos -explica José-. Formosa era una provincia pobre...

—Y ahora está más pobre que antes, más pobre y más humillada, más pobre y más corrompida... Y todo gracias a este compañero que dirige esta típica ínsula peronista.

—Kirchnerista -corrige Abel.

—Macanas... no jodamos con las palabras -responde Marcial-. Gildo Insfrán es peronista. En 1994 cuando ganó la provincia por primera vez era un menemista rabioso... Me consta porque estaba ese día en Formosa y vi cómo a los festejos los hacían, como corresponde, en la Casa de Gobierno y con afiches de Menem. Te aclaro que, además de 22 años como gobernador, Insfrán fue durante dos períodos, vicegobernador.

—Tuvo diferencias con el compañero Joga -aclara José.

—En el peronismo no hay diferencias, en el peronismo se cagan y punto -responde Marcial-, y eso fue lo que hizo Insfrán con Joga, enojado a su vez porque su sucesor hacía mejor que él lo que él no se animaba a hacer; o, para decirlo con otras palabras, demostró ser más ligero que Joga y, ya se sabe, en el peronismo no ganan ni los justos ni los buenos, ganan los ligeros.

—Tengo entendido que Formosa -digo- tiene más de setecientos kilómetros de frontera con Paraguay.

—Setecientos kilómetros de viva la Pepa -corrige Abel-. Mi cuñada me contaba que de hecho la frontera no existe y, por lo tanto, tampoco existe el contrabando, porque todo pasa de un lado para el otro, pero eso sí, con las coimas correspondientes.

—Los compañeros paraguayos son muy solidarios con sus compañeros de Formosa -dice José-; eso es algo que ustedes, los gorilas, nunca lo van a entender.

—En eso tenés razón, es difícil de entender... para mí imposible -dice Marcial-. Contrabando, narcotráfico, explotación de mano de obra semiservil, venta ilegal de niños, prostitución... Claro... es difícil entender cómo los compañeros ponen en práctica los principios de la patria libre, justa y soberana.

—Tan paraguaya es Formosa -digo- que Insfrán es paraguayo, paraguayo nacionalizado argentino... Un formalismo, porque si vamos a ser estrictos históricamente, Formosa es una provincia que pertenece a Paraguay, a la que hemos conquistado después de la guerra de la Triple Alianza.

—¿Y se puede saber qué beneficio obtuvimos los argentinos conquistando esas tierras? -pregunta Marcial.

—Preguntáselo a los historiadores -le digo.

—Te van a decir que fue la guerra de la triple infamia contra el compañero Francisco Solano López -acota José.

—Eso lo que dice tu amigo, el Pepe Rosa -respondo.

—Es lo que dice el patriotismo -retruca José.

—Los argentinos somos extraordinarios -digo-, la única guerra internacional en serio que ganamos como nación y nos hacemos el harakiri.

—Fue un genocidio.

—Todo es genocidio para ustedes, pero perdoname que sea tan directo: si hay una guerra y la Argentina está en juego yo estoy del lado de Argentina... No sé vos, José, que sos tan nacionalista, de qué lado estás.

—Es una pregunta capciosa.

—Es la pregunta justa.

—Salgamos de los polvaderales de la historia por un momento -dice Marcial-, porque lo que me importa saber es qué hace el compañero Insfrán con los recursos de la coparticipación, los millones y millones de pesos que le llegan a este peronista atorrante.

—Muy clarito: son ésos que destina a fortalecer su poder y, sobre todo, a fortalecer su cuenta corriente...

—El kirchnerista perfecto...

—El mejor alumno...

—No sean tan exagerados -digo-, me consta que hay kirchneristas que lo critican.

—Sí, algún intelectual de Carta Abierta, con el estómago algo delicado como para soportar tanta vulgaridad.

—En eso no estoy de acuerdo con vos -corta Abel-. Los intelectuales K han demostrado en todos estos largos años que tienen un estómago forrado en amianto... Es más... si me apuran podría decirte que tienen más estómago que Insfrán, que después de todo nunca dijo que era otra cosa que lo que es... Un malandra con vocación de déspota y decidido a enriquecerse... Pero los de Carta Abierta la van de delicados y en el fondo son tan o más corruptos que Insfrán.

—Lo de déspota -digo- habría que precisarlo un poco más. Yo creo que Insfrán es el mejor alumno de Stroessner y, como Stroessner, el contrabando la corrupción y el fraude electoral son sus habilidades preferidas.

—Vayan a Paraguay -dice José- y pregunten por Stroessner y verán que todo el pueblo lo quiere, que la gente común y, sobre todo, los más pobres extrañan su tiempo...

—Era un gran hijo de puta... -exclama Abel.

—También de Perón los gorilas dijeron lo mismo... Además... los peronistas siempre vamos a estar agradecidos al compañero Stroessner, porque cuando los gorilas del 55 nos derrocaron a través de un golpe de Estado, su gobierno le dio asilo a nuestro conductor.

—¡Qué emocionante! -exclama Marcial en voz baja-, estoy al borde de las lágrimas.

—¿En serio José lo defendés a Stroessner? -pregunto.

—¿Y por qué no lo va a defender? -se adelanta Marcial- ¿Por qué no lo va a defender a Insfrán y por qué no la va a defender a Cristina?

—Me parece que hay otras maneras de ser peronista...

—Tal vez... tal vez... pero convengamos... y José no me va a dejar mentir... Si él viviera en Formosa sería insfranista, como si viviera en Paraguay sería stronista, y si viviera en Santa Cruz sería kirchnerista.

—Puede que tengas algo razón -admite José-, pero por motivos diferentes a los que expresás.

—Propongo -dice Abel- que mañana hablemos de esa otra ínsula de felicidad del kirchnerismo que es Santa Cruz.

—¿Vos te referís -pregunta Marcial- a la provincia que todavía no pudo iniciar las clases?

—Exactamente.

—Y ya que estamos -dice- ¿por qué no hablamos un poquito de Tucumán, de Santiago del Estero o de La Rioja?

—Voy a dejar pasar tu ironía -dice José-, pero se darán cuenta de que se están tirando contra la mayoría del pueblo.

—No estoy tan seguro -respondo-, nos estamos tirando contra la mayoría de los atorrantes que vos defendés.

—No comparto -concluye José.

“Es difícil de entender... para mí imposible -dice Marcial- contrabando, narcotráfico, explotación de mano de obra semiservil, venta ilegal de niños, prostitución... claro... es difícil entender cómo los compañeros ponen en práctica los principios de la patria libre, justa y soberana”.

“Lo de déspota -digo- habría que precisarlo un poco más. Yo creo que Insfrán es el mejor alumno de Stroessner y, como Stroessner, el contrabando, la corrupción y el fraude electoral son sus habilidades preferidas”.