ESTRENAN “BERNARDA, NI UN GESTO DE INDULGENCIA”

Una metáfora sobre la rebelión

Es una adaptación de “La casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca, a cargo de Exequiel Maya. Se presentará el LOA los sábados de octubre, a partir del 14, y los viernes de noviembre.

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El equipo que pondrá en escena en LOA la adaptación del clásico de Lorca.

Foto: Gentileza Pablo Cánepa

 

Redacción de El Litoral

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El sábado 14 de octubre se estrena en LOA Espacio Proarte (25 de Mayo 1867) la obra teatral “Bernarda: ni un gesto de indulgencia”, adaptación del clásico de Federico García Lorca “La casa de Bernarda Alba”. La cita será a las 22 y habrá funciones los sábados de octubre y los viernes de noviembre, siempre a las 22, en el mencionado espacio. Las entradas tendrán un valor de 200 pesos.

El elenco lo integran Adriana Rodríguez, Nelda González, Daniela Román, Marisa Ramírez, Luciana Lezcano, Carolina Mráz, Ana Paula Borré, Rosa Ana Sánchez y Stella Maris Curi. El diseño y realización escenográfica es de Exequiel Maya y Alejandro Maidana, el diseño lumínico y la operación de luces de Mariano Rubiolo; el diseño y realización de vestuario de Exequiel Maya y Carolina Vecchietti; el maquillaje y peinados de Marisa Ramírez y Virginia Basualdo; la asistencia técnica de Alejandro Maidana y Virginia Basualdo, la fotografía de Pablo Cánepa, el diseño gráfico de Pablo Damiani, la asistencia de dirección y producción ejecutiva de Mariano Rubiolo y la producción de Sala LOA de José María Gatto. La adaptación, dirección general y puesta en escena son de Exequiel Maya.

La propuesta

Con la muerte de su segundo esposo, el carácter de Bernarda Alba se ha endurecido. Es por eso que niega su propia felicidad y la de quienes la rodean: sus cinco hijas. La herencia de la hija primogénita atrae a un pretendiente, presencia masculina que encarna el sexo, la transgresión y la posibilidad de huida, desatando celos y pasiones entre las hermanas. Pero la casa es ahora encierro conventual, trampa del luto interminable, morada del horror y el miedo instalado por una madre severa hasta el sadismo y despojada de toda ternura, de toda calidez, de toda indulgencia.

En esa casa desfilan nueve personajes. Hijas criadas a la sombra del prejuicio, la represión y la denigración. Criadas espiando lo que sucede en el afuera y rezumando sentido común en el adentro. Una abuela chiflada que dice la verdad y distiende tensiones cuando ronda la muerte (y a la que se esconde como un secreto vergonzoso).

“Una nueva puesta en escena del texto de Federico García Lorca se aproxima a la idea de una metáfora sobre la rebelión encarnada por las hijas de Bernarda Alba: mujer perpetuando un mundo machista en el que sólo cuentan la fuerza y el dinero, la virginidad y el silencio; que intenta el autoritarismo como excusa frente a su propia vulnerabilidad, desamparo, fragilidad. Una puesta que busca reflexionar sobre la condición social de la mujer en su dependencia absoluta del hombre, tanto en la práctica de la vida cotidiana como en el mundo de los afectos y del sexo”, sostuvo el director.

Luego de trazar una mirada sobre este ambiente opresivo, las preguntas que surgieron entre los que llevan a adelante esta relectura de la obra de Lorca fueron: “¿Es Bernarda Alba una víctima del propio sistema que engendra? ¿Hay espacio para la alegría en medio de la tristeza y el odio? ¿Es posible romper el círculo de encierro impuesto por el silencio? ¿Cómo alcanzar el bien supremo de la libertad? ¿Cuál es el lugar de la esperanza?”.

“Allí, aparece el gran poeta de Granada, hombre sorprendentemente feminista, intentando respuestas e identificándose con la sensibilidad de esas mujeres. Y nuestra personal mirada sobre un texto de irresistible tentación. Cuando ya la posteridad condenó y enterró a sus asesinos, con el mito agigantado tras su muerte, nos convencemos de la firmeza en la lozanía de sus textos y convocamos la vigencia del creador español. Su verbo, tan vigente, ejerce un fuerte magnetismo sobre nosotros”, indicó.

Resignificación

¿Qué es lo que convierte a una obra de teatro en un clásico? se preguntaron dentro del grupo al iniciar el camino para la puesta. “Entre las muchas respuestas posibles, nos encontramos con las sabias palabras de Ítalo Calvino: ‘Un clásico nunca termina de decir lo que tiene que decir’. A partir de allí elegimos la posibilidad que abre la prolongación de un clásico en el tiempo: resignificándose ante circunstancias históricas diferentes, flexibilizándose ante las miradas de generaciones nuevas. Pero también la ocasión de hundirnos en la experiencia del humor para una obra tradicionalmente identificada como ‘tragedia rural’. Y lo hacemos porque comprendemos el aire y la vitalidad que el humor instala cuando se cuela en medio del drama, porque el humor acentúa la tragedia que se cuenta, porque entendemos la necesidad que tiene la gente de reír. Y porque Lorca era alegre, irónico, con una elección sexual libre, un provocador. Esa grata y feliz posibilidad nos permite subrayar aspectos de la obra, ocultos o más visibles, que se reacomodan antes los cambios de las sociedades. Y resaltar algunos rasgos, nunca los mismos”, apuntó Exequiel Maya, director y responsable de la adaptación.

“Una puesta que busca reflexionar sobre la condición social de la mujer en su dependencia absoluta del hombre, tanto en la práctica de la vida cotidiana como en el mundo de los afectos y del sexo”, sostuvo el director.