La travesía de Marcelo Degiorgio

La capacidad de superarse por un fin solidario

El atleta franckino fue el único sudamericano que participó de la carrera Ultra Córsica de Francia. Cada kilómetro recorrido formó parte de una campaña para recaudar fondos y así concretar obras en el edificio institucional de la Asociación Civil de Ayuda al Discapacitado de Franck (Acadis).

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Misión cumplida. La foto muestra el momento posterior en que Marcelo Degiorgio culminó la decimoséptima etapa y completó los 1.008 kilómetros.

Foto: Gentileza Marcelo Degiorgio

 

Luis Amsler

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En los momentos en que el ser humano debe enfrentar adversidades que parecen imposibles de concretar, tener la cabeza fría, los objetivos claros y una determinación sólida es fundamental para superarlas, por más difíciles que parezcan. Así lo entendió el fondista franckino Marcelo Degiorgio, quien hizo de su confianza la principal herramienta para superar un desafío similar a los narrados en leyendas griegas. El corredor, de 38 años, participó de la carrera Ultra Córsica de Francia, un evento deportivo que consistió en correr 1.008 kilómetros por etapas, a lo largo de 17 días consecutivos. La aventura tenía su lado solidario. Cada kilómetro corrido formó parte de una campaña solidaria que impulsó para recaudar fondos y así concretar obras en el edificio institucional de la Asociación Civil de Ayuda al Discapacitado de Franck (Acadis).

Los tramos atravesados poseían un valor económico simbólico. A medida que el atleta franckino iba avanzando en las distintas etapas, los vecinos que adquirieron esos kilómetros debían depositar el dinero en una cuenta bancaria. Lo recaudado al final del evento deportivo sería destinado a la nombrada asociación para poder colaborar en la construcción de tres baños para los chicos con diversas dificultades que periódicamente asisten a la entidad. Cabe destacar que Degiorgio es uno de los nueve corredores internacionales que pudo terminar la carrera, de los 18 que formaron parte de la competencia. Fueron dos los representantes del continente americano (uno canadiense) y el oriundo de Franck resultó ser el único referente de Sudamérica.

Enfrentarse a uno mismo

“Estoy muy orgulloso de haber podido pasear la bandera argentina por toda la isla, con mis zapatillas muy gastadas y con el orgullo de poder decir que pude correr 1.008 kilómetros, dejando sudor y lágrimas”, expresó emocionado Degiorgio. La principal dificultad que tuvo giró en torno a las heridas que iba dejando cada etapa de esta “batalla”. “El problema central fueron las ampollas que me salían; sin embargo me sorprendí de lo rápido que las curaba, ya que en sólo dos días ya sanaban”, enfatizó.

Las jornadas deportivas comenzaron a recrudecer a partir de la sexta etapa, cuando Degiorgio empezó a sufrir una inflamación sobre los músculos superiores de sus tobillos. “No me quedaba otra que dormir con los pies levantados y con hielo para ver cómo despertaba al otro día, pero por suerte siempre me levanté bien, con muchas pilas y con ganas de seguir”, aseguró. “Cada día fue un desafío, porque terminaba súper cansado, fusilado; a veces corría doce horas seguidas, llegaba a cada waypoint (punto de referencia) que indicaba la finalización de una etapa, armaba la carpa, me bañaba, comía mucha fruta -sobre todo naranjas- y algunas cosas saladas como queso, y después me quedaban unas 6 y 7 horas para dormir”, detalló luego. Las jornadas corridas, en su mayoría, fueron pesadas y sumamente exigentes. “El día más corto fue de 46 kilómetros corridos, mientras que en el más largo hice 83”, precisó. “En ningún momento se me vino a la cabeza rendirme y por el contrario siempre fui positivo, con la cabeza clara. Pensaba en el día a día, no en el objetivo general, siempre con entusiasmo, bien de ánimo, positivo”, aclaró.

Crónica

El franckino comunicó su día a día a través de la red social Facebook, medio con el cual informaba el avance de su travesía. En el primer día corrió 52 kilómetros en poco más de 6 horas, mientras que en la segunda jornada también mantuvo un buen ritmo. “Me encuentro en perfectas condiciones, alimentándome y descansando para la tercera etapa”, relataba en ese momento. La tercera etapa la pensó completar en 6 horas 30 minutos, pero la logró terminar 12 minutos antes. La cuarta jornada también la finalizó sin problemas. Sin embargo fueron 63 kilómetros que dejaron como consecuencia la aparición de la primera ampolla.

El quinto tramo fue uno de los más largos. 65 kilómetros muy duros, con un calor sofocante que hicieron aparecer muchos dolores. Ya sólo quedaban 15 competidores en carrera. El sexto día (47 kilómetros) fue considerado por Marcelo como “el mejor de todos”. “Me levanté muy inspirado, corrí muy rápido y lo terminé en 4 horas 49 minutos”, contó vía “face”. No obstante, su tobillo empezó a “pasarle factura”. Los dolores fuertes aparecieron. La etapa 7 lo llenó de entusiasmo, como él mismo había manifestado. Fueron 52 kilómetros efectuados con mucho calor, algunas molestias, pero la cabeza estaba bien. “En la etapa 8 corrí 75 kilómetros en 12 horas, pero en el kilómetro 20 se me trabaron los tobillos, tuve que armar dos bastones para hacer trekking y poder llegar. Ahora estoy en reposo acostado en la carpa con mucho hielo, intentando recuperarme para ver qué pasa mañana”, contó sobre ese día.