El viernes

De vuelta al pago

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La pareja recorrió escenarios de todo tipo, como teatros, clubes de jazz, palacios, milongas elegantes y underground y diversos centros culturales.

Foto: Gentileza Rafal Kobylecki / JuraStudio

 

Ignacio Andrés Amarillo

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El viernes el dúo Latosinski-Díaz estará haciendo su primera presentación en la Argentina después de un año en Europa. La cita es a partir de las 21 en en Demos Comunidad Cultural Emergente (9 de Julio 2239); también estará el Sexteto Fantasma (Buenos Aires) y la milonga La Portuaria, así que será una gran velada tanguera. Entradas anticipadas: $ 80 y en puerta $ 100.

Con esta excusa, El Litoral se acercó a la cantante Alejandra “Polaca” Latosinski y el guitarrista Javier Díaz González para desandar con ellos los caminos.

Vivencias

—Se fueron por unos meses y se quedaron en Europa un año. ¿Cómo se fue dando esa continuidad?

Alejandra: —Teníamos organizada una gira de tres meses pero durante ese tiempo se nos fue abriendo el camino, trabajamos muy intensamente, nos cruzamos con productores y organizadores de múltiples festivales y salas con lo cual terminamos girando por varias ciudades de España, Francia, Bélgica, Alemania, Italia, Polonia, República Checa, Austria, Portugal y Eslovaquia.

Doce meses no fueron suficientes para desplegar todo el arte que nuestra formación tiene para brindar por el mundo. Fue nuestra tercera gira por Europa y tenemos mucho trabajo para continuar desarrollando por el Viejo Continente.

—¿Cómo sostuvieron de manera independiente una gira de estas características?

Javier: —El circuito de expresiones artísticas en Europa es muy sólido, organizado, no hay nada librado al azar. Eso es vital para poder tener una gira bien organizada y, por supuesto, redituable. A medida que nos contactaban de diferentes ciudades íbamos programando las fechas, analizábamos distancias, presupuestos, transportes; en función de eso es que se pudo sostener tanto tiempo en la “ruta”. Pero también hay un factor fundamental, que es la manera que nosotros tenemos de ver la vida. Estuvimos espiritualmente muy fuertes, muy unidos, con ganas de compartir nuestra música en la mayor cantidad de lugares posible y con ganas de andar por el mundo, así nos despertábamos cada día en una ciudad diferente.

—¿Qué experiencias rescatan de todo este tiempo transcurrido allá?

Javier: —Lo principal es poder recorrer el mundo con una guitarra al hombro y unas cuerdas vocales cargadas de “gotán”. Las experiencias son infinitas: hemos tocado en teatros, clubes de jazz, palacios, milongas elegantes y otras underground, centros culturales, una diversidad interesante que nos alimentó mucho artísticamente. Hemos escuchado muchas músicas, hemos tenido el placer de conocer a artistas increíbles. En un mismo día hemos degustado gastronomía de diferentes nacionalidades.

Hemos dormido 15 días en una casa rodante en Marsella y en hoteles cinco estrellas... Hemos estado cara a cara con gran parte de la historia de la sociedad occidental: el Coliseo; el Vaticano; el Louvre; la Torre Eiffel; la Gioconda; el Guernica; la Real Academia Española; el campo de concentración de Auschwitz y Birkenau; la casa de Cortázar en Bruselas; la casa donde se creó la cosmética femenina en Cracovia; Waterloo donde Napoleón perdió la batalla; la casa donde nació Chopin; la tumba de Piaf; la Alhambra; la casa de Picasso; el bar donde tocaba Django Reinhardt; el Panteón de Agripa; las fiestas de las Fallas en Valencia y así muchísimas experiencias más que nos llevarían varias páginas. Lo más lindo que nos llevamos en nuestros corazones es los cientos de hogares en los que entramos a través de nuestros discos.

Descubrimientos

—¿Qué fue lo que más los sorprendió?

Alejandra: —Nos sorprendió gratamente nuestra capacidad para desplazarnos por todo el continente, no es sencillo recorrer tantas ciudades y países en diferentes transportes, horarios, idiomas, culturas, con un bebé que ahora tiene un año y nueve meses pero al momento de irnos tenía tan solo ocho meses. Comenzó a comer y a caminar fuera de la Argentina. Pero como padres y artistas podemos aconsejar a las familias con inclinaciones al campo de la cultura que viajen, que el país es uno solo: la Tierra.

También nos sorprendió la muy buena predisposición de los diferentes gestores culturales, que organizaron y llevaron adelante todos nuestros conciertos. Es increíble el carácter de lenguaje universal que tiene el rango, en muchas oportunidades no fue necesario traducir nada y pudimos observar como el público se emocionaba y se entregaba plenamente a la magia del show. También nos sorprendió muchísimo que en todos los países venden yerba mate (risas).

Algo desopilante que nos pasó fue que nos encontramos con la Chiqui González en una estación de tren en Valencia, España... ¡El mundo es un pañuelo!

—¿Qué respuestas tuvieron de los diferentes públicos?

Javier: —El tango fuera de Argentina siempre es un éxito garantizado. La respuesta del público fue impresionante, teatros y grandes salas lleno total, vendimos muchos discos. También estuvimos en milongas de todos los países y la recepción del público milonguero fue excelente, todos bailando con la propuesta de voz acompañada por guitarra.

Tuvimos diferentes clases de público: público de tango que quería escuchar un concierto; público de “world music” muy receptivos con nuestra música y el público milonguero. En todos estos circuitos pudimos reivindicar el formato tradicional de nuestra música ciudadana. El tango es Patrimonio Cultural de la Humanidad, y hemos podido comprobar que esto no es una frase hecha o una ley aprobada, el Tango no tiene fronteras ni límites geográficos, el público gozó minuto a minuto de cada concierto descubriendo en cada pieza el misticismo que nuestros grandes creadores han dejado latente en el repertorio tanguero.

—¿Hubo algo negativo en este proceso?

Alejandra: —Lamentablemente tenemos que decir que el tango es más popular afuera que adentro de nuestro propio país, tiene muchísimo más poder de convocatoria y está mucho mejor remunerado. A lo largo del viaje la gente nos preguntaba si el tango está presente en la cultura argentina, porque equivocadamente en el exterior se cree que todo argentino es tanguero y conocedor de la historia del género. Esto nos lleva a reflexionar que como pueblo deberíamos unir las fuerzas para valorar lo que nos identifica como tal, y tratar de encontrar una solución a esta profunda crisis cultural que atravesamos como sociedad.

Porvenir

—¿Cómo sigue ahora la actividad de regreso en el país y la ciudad?

Alejandra: —En principio continúo mi actividad con un nuevo proceso de formación artística a cargo de la prestigiosa cantante Susana Rinaldi. Estoy en una etapa de mi carrera donde, si bien he encontrado una personalidad interpretativa, un estilo bien definido, y una búsqueda de repertorio apropiado, creo que necesito ordenar todas las influencias que he capitalizado durante este último año. La “Tana” es una mujer que ha trabajado a lo largo de toda su vida aportándole carácter y femineidad contrarrestando a ese costado tan machista que tiene el tango.

Javier: —En este último viaje me enamoré locamente del jazz manouche, la música de los gitanos de Francia, que fue inventada en la década del ‘30 por el genial Django Reinhardt. Cumplí el sueño de comprar en París mi primera guitarra “Gypsy” con la cual estoy abordando este maravilloso estilo y buscando junto a la Polaca la fusión entre el tango y el manouche.

Hasta febrero estaremos en Argentina, pasando parte del tiempo acá en Santa Fe y parte del tiempo en Buenos Aires, dando clases y conciertos.