Tribunales

Prisión preventiva para un joven por un crimen en barrio San Lorenzo

Tiene 20 años y está acusado del homicidio de Carlos Bonino. Aparentemente, lo mató para robarle sus pertenencias.

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Mirta Casco vio cómo asesinaban a su nieto y ahora exige justicia.

Foto: Luis Cetraro

 

Redacción de El Litoral

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Un joven de 20 años cuyas iniciales son E.X.S. quedó en prisión preventiva en el marco de la investigación que encabeza el fiscal Gonzalo Iglesias por el homicidio de Carlos Rubén Bonino, ocurrido el pasado 8 de julio en inmediaciones de Entre Ríos al 4500 de la ciudad de Santa Fe.

Así lo resolvió la jueza de la Investigación Penal Preparatoria (IPP), Sandra Valenti, a raíz del pedido formulado por el fiscal en la audiencia de medidas cautelares celebrada ayer por la mañana en los tribunales de la capital provincial.

La semana pasada, el fiscal Iglesias imputó a E.X.S. como autor del de los delitos de homicidio doblemente calificado (por ser perpetrado mediante el empleo de un arma de fuego y criminis causae) y robo calificado (por el empleo de arma de fuego). Los dos delitos fueron atribuidos en concurso real.

Asegurar el robo

Los ilícitos que investiga el fiscal Iglesias fueron cometidos minutos después de las 4.30 de la madrugada del sábado 8 de julio de este año.

“El imputado sustrajo y se apoderó ilegítimamente de bienes personales de la víctima, y luego le disparó intencionalmente con un arma de fuego larga, con el objetivo de asegurar el resultado del robo perpetrado”, precisó el fiscal.

“El homicidio se produjo luego de una conversación que tuvieron Bonino que estaba con otro hombre y el imputado. A raíz de que la víctima le vendió un conjunto de ropa deportiva, el imputado le pidió que lo acompañara a su casa para buscar el dinero necesario para abonarle la ropa”, indicó el fiscal.

“Sin embargo, le disparó con el arma que tenía en su poder, le robó la ropa que Bonino vendía (un par de zapatillas, un pantalón y una campera deportivos) y un teléfono celular. Luego escapó del lugar”, concluyó el fiscal.

Noche trágica

“Carlitos”, como le decían en el barrio, se había “peleado” con su novia y salió de noche con sus amigos. No fue muy lejos de su casa, ubicada en la cuadra de calle 3 de Febrero al 4200. Sólo caminó unos pasos hasta la esquina que se forma con el cruce de Estrada. A la 1 volvió a su hogar, buscó su teléfono, saludó a su abuela y regresó con los pibes vecinos del barrio. Poco después de las 2, llegó caminando hasta donde estaban ellos, un oscuro personaje por todos ellos conocido. Un joven violento y sin escrúpulos que se hace llamar “Damilo”. Algunas versiones indican que es miembro de una familia de delincuentes y que tiene protección de una importante banda delictiva. Este sujeto se acercó y luego de un breve diálogo, se alejó del lugar acompañado por Bonino.

Recuerdo

“Le pidió a mi nieto que lo acompañe para buscar plata a la casa de su abuela, a unas cuadras. Quería comprar algo que le estaban ofreciendo. No entiendo por qué fue con él. Eso me atormenta. No puedo dormir. El ‘Damilo’ siempre amenazaba a la gente. Es terrible. Quemó casas, echó a familias en (calle) Arenales al fondo. Tiene antecedentes. Por lo menos siete veces entró y salió de la comisaría. Nunca voy a saber por qué, pero Carlos fue con él. Pasaron frente a la comisaría. Entonces un amigo de él me vino a golpear la puerta desesperado. ‘Doña Mirta, Doña Mirta... Carlos se fue con el ‘Damilo’. Me volví loca, porque yo sabía de lo que este chico era capaz”, aseguró la abuela meses atrás al recordar el hecho, antes de la detención del sospechoso.

Sin piedad

Como pudo, la mujer luchó contra los dolores que le generan la artrosis y una hernia de disco para poder cambiarse. Se calzó una campera y salió. Hacía mucho frío y lloviznaba esa noche. “Por las indicaciones que me dio el chico, yo sabía para dónde iban y tomé un atajo por un pasillo cercano. Cuando estoy llegando veo que estaban los dos frente a frente. Escuché que hablaban fuerte. Especialmente oía la voz de ‘Damilo’, pero no alcanzaba a entender qué decía. Entonces le grité a mi nieto: ‘¡Carlitos!’. Inmediatamente escuché un tiro y vi el fogonazo. Corrí. El otro muchacho, con el arma en la mano, corrió para el lado del Salado, donde hay muchos pasillos. Es un laberinto. Yo me concentré en mi nieto. Gritaba como una loca para que me ayuden. Lo alcé, me miró y sus ojos se le fueron para atrás. Entonces apareció un auto que manejaba un amigo de él. Lo llevamos hasta el Hospital Cullen. Pensé que se iba a salvar, pero ya había muerto cuando llegamos. El tiro le había dado en el pecho, en el lado del corazón”, relató la mujer.